viernes, 31 de octubre de 2014

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Te robas las miradas, pero no los corazones. Te dicen “hola”, tú dices “adiós”. La felicidad se asoma a ti y huyes, le tienes un miedo interno, incluso le has puesto una orden de restricción para que no se acerque a ti a más de 10 metros. Corazón de piedra, pero cuando se calienta llega a quemar. Te mueves como si nunca hubieses tropezado en la vida, sin mirar atrás, a veces te gusta ver el retrovisor para tener un sostén al cual aferrarte en los tiempos donde no tienes a nadie a quien agarrar de la mano. De vez en cuando te gusta hacer complicadas las cosas, porque te gusta tener un poco de diversión en la historia. Te gusta el amor, pero no te gusta que te rompan lo más bonito que posees: las ilusiones. Eres preciosa, los años han pasado y han hecho de la curva de tu sonrisa la octava maravilla del mundo. ¿Qué harías si no tuvieras miedo?, miedo a que te lastimen, a que te rompan el corazón, a fracasar cuando estás a punto de alcanzar lo que amas, a perder algo que no podrás reemplazar. Harías de todo, menos tristeza. Tus pensamientos parecen ser tus enemigos, te contradicen la mayor parte del tiempo, privándote de muchos placeres de la vida. Tienes miedo de sufrir amnesia y olvidar tus únicos momentos felices. La realidad le gana por excelencia a tus peores pesadillas. Sonríes cuando nadie te ve, de igual forma lo haces cuando lloras. El brillo cristalino de tus ojos no es más que un montón de lágrimas acumuladas.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Turismo emocional

Sé que amarte y echarte de menos al mismo tiempo ha dejado todas estas cicatrices en mi corazón. He arriesgado por ti de lo que nunca he arriesgado por nadie. Me he fallado por no fallarte. Me hice una herida con la forma de tu sonrisa observando el crepúsculo de tus ojos reflejado en los míos. No puedo dejar de pensar en ti como si nada hubiese pasado y como si las cicatrices no sangraran de nueva cuenta cuando sin quererlo te recuerdo, tomando un respiro por las grietas causadas por la resequedad de mis labios y ésta provocada por la necesidad de tus labios rozando los míos. Tienes costumbre de hacer turismo emocional por las noches, porque sabes que es por esas horas donde sueles doler más, con una intensidad que termina de tirarme al suelo. Estos veranos que tuve a tu lado parecen que no tendrán una despedida de mi mente. Abarcas la mayor parte de mi vida, por no decir de mi tiempo. Quiero que esto se termine. Quiero ya no tener que pensarte tantas veces al día, ya no repetirme a cada hora tu nombre en mi cabeza como si tratase de recordar algo que tengo miedo de olvidar. Ojalá un día sin darme cuenta esté tarareando tu nombre como si empezara el final de ti en mí. Aquella vez me dijiste que las personas son lo que te hacen sentir cuando se van. Tú provocas una serie de eventos inesperados en mi vida. Supongo que te amé con la misma intensidad con la que ahora dueles. Lo tuyo fue tropezar conmigo hasta quedar alguno de los dos malherido y con raspaduras en las rodillas de tanto suplicar una estancia duradera. Ahora ya se sabe quién de los dos se quedó con las manos llenas de no saber adónde ir.

martes, 28 de octubre de 2014

Vida, tiempo

Nunca me gustaron las despedidas, nunca seguí aquello de “Deja ir, ya vendrá alguien mejor”. Dejar ir no es nada fácil, es una de las cosas más difíciles. A veces ni siquiera se puede pronunciar esa palabra que surge cuando alguien se va para siempre de tu vida, dejando en el suelo lo que un día mantuvo de pie. Casi siempre son las lágrimas las que terminan hablando por nosotros, porque la garganta se cierra, impidiendo decir el adiós, porque de hacerlo terminaríamos peor. Fácil se le hace a la persona que se va, pero se le hace tan difícil a quien se queda viendo cómo se va haciendo como una fotografía en el horizonte. Un día se tienen los ojos hinchados de tanto llorar riendo; al otro se tienen hinchados de solamente llorar, así, sin más. Así cambia la vida de rápido, de un instante a otro. El color rojo de tus ojos es la expresión de estar destrozado tanto por dentro como por fuera. Cada una de las promesas quedan en el olvido, también son las que provocan en ti los peores insomnios al saber que no se hicieron realidad, que sólo fueron eso: palabras. Que luego se las llevó el viento, dejando un vacío inexistente. Así como hay historias con finales trágicos y felices, también las hay con puntos suspensivos. No existe peor tortura que esperar a alguien que ya tiene planes de ir a visitar otro continente con otra persona. Queriendo evitar a toda costa toparse de nuevo contigo. Finge que no te conoce, que no tienen una historia en común. Tienes su número aún guardado en el móvil y no llamas por el simple hecho de no molestar, para no sentirte como una gran molestia. A veces la vida pasa para algunas personas, pero para otras simplemente pasa el tiempo.

viernes, 24 de octubre de 2014

Vacíos

Es extraño ver cómo, de un momento a otro, la gente que conoces de toda la vida se convierte en gente desconocida. Y no hay nada que puedas hacer, excepto ver cómo se aleja de ti. Y duele mucho. Así como una vez te calaron hasta los huesos de una forma bonita, también lo hacen ahora, aunque de distinta manera: siendo indiferentes, incluso piensas que es una broma de mal gusto. Tiempo después descartas esta teoría. Tu mundo da un giro inesperado de 180 grados, tristemente hacia un lugar donde tienes que conformarte con tocar y mirar fotografías. Y ¿quién dice que en pleno verano no puede caer una gran tormenta? Trayendo consigo a todos aquellos que se fueron demasiado pronto y a aquellos que echas de menos. La lluvia es un poquito así, trae consigo nostalgia y un par de recuerdos tristes. Huele a todas y a cada una de las despedidas. Pero la vida continúa, ¿cierto? Recoges tus cosas, las metes en la maleta y te propones a comenzar desde cero. Colocas las fotos en el baúl de los recuerdos. Lo cierras con candado, porque tienes miedo de perder lo poco que todavía te queda. Tratas de sonreír como si no tuvieses unas cuantas lágrimas detrás de esa brillante sonrisa que logra opacar hasta al sol. Conoces gente nueva y logra llenar algunos vacíos causados por las ausencias, pero sientes que todavía no es suficiente, entonces comprendes que hay vacíos que no los puede llenar ninguna otra persona.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Algo que no podrás sustituir

Y entonces miras a los lados, ves que no está quien solía estar y, de repente, un escalofrío sacude tu cuerpo y te entra una especie de nostalgia repentina. Tratas de llorar, pero has olvidado que tus ojos están secos, porque hubo un tiempo en el que derramaste toda el agua salada, como si fuese el mar cayendo por un acantilado sin fondo. Sientes ese vacío de cuando has perdido algo que no podrás sustituir, algo que no encontraras en otro lugar ni con otra persona. Caminas con tu mente arrugada, como si fuesen los recuerdos quienes están tratando de salir de nuevo. Entonces hueles un perfume y te transporta a ese lugar al cual echas de menos y al cual tanto anhelas regresar. Dicen que tenemos un hilo que nos conecta con otros sitios, a otras personas, que al otro extremo encontraremos la respuesta a todas las preguntas que nos hacemos por las noches y que tanto insomnio nos causan. Un hilo que no se puede cortar. Yo a ese hilo lo he llamado “recuerdos”, porque son a prueba de todo y de todos, siempre están presentes en nuestros momentos de felicidad y en nuestros momentos de tristeza. Son esa conexión que tienes con otra persona. Nadie podrá borrarlos, posiblemente el que trate de hacerlo estará creando su propio recuerdo, sin embargo, hay recuerdos que nacen de lo más puro que alguien posee: cuando el corazón tiene ataques de locura y se conmueve al saber que hay vida después de los instantes en los que mueres durante el día. Que hay un motivo por el cual todavía sigue prendida la estrella de la felicidad, porque todavía no ha terminado la historia, todavía queda mucho por vivir.

domingo, 19 de octubre de 2014

Querida Ana

     Querida Ana, recuerdo aquella vez en la que me contaste que le tenías miedo a las alturas y que el amor para ti significaba dolor, que nunca habías tratado de entablar una conversación formal con la felicidad, que nunca habías hecho tratos para que se alejaran de ti esos pensamientos que te atormentaban todas las noches, a un punto que perdías la cabeza y gritabas hasta quedar afónica. Y yo te respondí que ojalá un día te quedaras afónica de tanto cantar, que te cansaras pero de tanta felicidad, que el único color rojo de tus ojos fuese el de tanto llorar riendo.

     Querida Ana, tu recuerdo aún sigue viviendo dentro de mí, tú para mí no estás muerta, estás aquí, al lado del corazón, donde suelen estar los recuerdos más preciados de esta puta vida. Hoy no he podido dejar de pensar en ti, de cómo la gente fue tan cruel para hacerte sentir esos sentimientos. Estoy triste, Ana, me duele que no estés aquí, compartiendo conmigo el día a día. Echo de menos llamarte cada noche para decirte que eres la mejor persona que nunca he encontrado en ningún otro lugar. Echo de menos todo lo que un día fuiste, todo lo que me hiciste sentir, esas conversaciones de madrugada hablando sobre lo dura que es la vida y motivándonos mutuamente para seguir adelante. Una noche me confesaste que tenías miedo de que el nudo en la garganta terminara de ahorcarte y no tener tiempo para realizar tus sueños. Ahora me parto al leer las antiguas conversaciones que tuvimos desde que intercambiamos los números de teléfono. Yo te pregunté que cuál era tu mayor sueño que tenías y tú me respondiste que era mudarte a Nueva York y ser la estrella de Broadway. Ahora me rompo al leer cada uno de tus mensajes, aún guardo tu número, no sé por qué tengo miedo de borrarlo.

     Querida Ana, nos faltaron muchas cosas por hacer juntos. Nos faltó ir a California, saltar de un avión, subirnos a la montaña rusa de la que tanto habíamos hablado, porque querías vencer el miedo a las alturas y yo te dije que estaba dispuesto a vencerlo contigo. Nos faltó, entre muchas cosas, vernos triunfar en el mundo, ya no estás aquí para ver el día en que mis sueños se hagan realidad y yo tristemente no alcancé a verte en Broadway. Es triste hablar de ti en tiempo pasado. Escribo tu historia con el único propósito de transmitir el mensaje por el que tanto he luchado: “Piensa antes de hablar, porque las palabras son asesinas”.

     Querida Ana, nos separa un abismo y nos une nuestra historia. Ese puente que construimos para que pudiésemos pasar siempre que nos sintiéramos solos, hoy me siento así, por eso estoy escribiéndote. Hasta el día de hoy no he sabido vivir sin tu presencia, no he podido acostumbrarme a vivir con tu ausencia. Las noches son frías y solitarias, los días han perdido ese toque de luz que tenían cuando te veía sonreír, aunque fueron pocas las veces en las que te vi sonreír de felicidad, las demás veces eran un disfraz para engañar al resto.

     Querida Ana, un día llegaste llorando y me abrazaste, dijiste que no eras un estándar de belleza y yo te dije que esta sociedad de mierda no está lo suficientemente humanizada para hablar de belleza. Que tú eras preciosa, por encima de cualquier comentario absurdo. Que tú merecías el cielo y a sus estrellas. Que tú eras la estrella más brillante de todo mi cielo.

     Y un día decidiste ser fugaz.

martes, 14 de octubre de 2014

El paso más importante que he dado en mi vida

Recordarte y no echarte de menos ha sido hasta el día de hoy el tercer paso más importante que he dado en mi vida. Recuerdo la curva de tu sonrisa, el color miel de tus ojos y tu manía de hacer complicada la conversación. Recordarte y no necesitarte de vuelta ha sido el segundo paso más importante. Contigo la vida cogía sentido, incluso el invierno no era tan triste. Sin ti la vida tiene sentido casi siempre, incluso las canciones tristes no duelen tanto, y no como lo hacen cuando estás escuchándolas solo, y tiempo atrás las escuchaste compartiendo auricular. Te estoy recordando sin que duelas y ese ha sido el paso más importante que he dado en mi vida. Durante mucho tiempo no supe qué hacer con todas las cosas que nos faltaron por hacer juntos, hasta que finalmente encontré una manera de deshacerme de todas las promesas: tirándolas a la basura, como tú lo hiciste cuando te dije que te amaba. Sí, te amaba, ya no más. Hablo de ti en tiempo pasado, porque de hoy en adelante eres solamente una fotografía en el álbum de sueños rotos. Desarrugo las fotos donde apareces tú, porque entendí que la vida, contigo o sin ti, continúa. Contigo o sin ti, un día tendré que darme explicaciones sobre qué he hecho de mi vida. Y no quiero tener que disculparme por no haber pasado página a tiempo. Continúo escribiendo las páginas en blanco, no quiero que al final de mis días queden muchas cosas por hacer. Ya no me importa tanto tener muchos tachones en mi historia, puesto que aprendí que los errores son los que nos hacen felices. Sin duda, hay muchos pasos importantes, pero a veces los que no se dan son los que de algún modo nos hubiesen cambiado la vida.

lunes, 13 de octubre de 2014

Vengo a cambiarte la vida

Pueden sucederte muchas cosas en un mismo día, miles durante el año, y aún así ninguna llega a marcarte. Entonces aparece una persona y, de una forma u otra, te dice: “Vengo a cambiarte la vida”. Tu vida da un giro inesperado de 180 grados. No te sucede una cosa, pero sí una persona. Pero no es cualquier persona. Es la que ocupa la mayor parte de tus pensamientos, de tus insomnios, de tus largas noches preguntándote a ti mismo ¿Pensará en mí? Viene sin paraguas y te saca a bailar en medio de la tormenta. ¿Sabes? La vida está llena de momentos perfectos, pero que en el instante no nos damos cuenta de que lo son. La vida tiene momentos únicos. Esa clase de momentos que no cambiarías ni por todo el oro del mundo. Lugares que han sido testigos de segundos de perfección y después es inevitable volver a ellos, por el simple hecho de sentir lo que te quemó allí. Puede pasar el invierno, el otoño, la primavera, el verano sin que nos percatemos de ello. Y en una fracción de tiempo alguien nos hace sentir como si todas las estaciones estuvieran en determinada hora y nos hace visitar mundos. Adónde, no sé. Lo que sí sé es que las vistas al lado de alguien son preciosas. Y te importa una mierda la física, la química o lo que diga que no es posible esto. Y un día comprendes que lo que hace únicos a los momentos no es el lugar donde estás, sino con quién estás. Recuerda: Tenemos la mirada llena de momentos fugaces que nos marcaron la existencia.

domingo, 12 de octubre de 2014

Hay lugares donde mi corazón se conmueve

Hay lugares donde paso por casualidad y me entra una especie de nostalgia y de querer regresar a la época donde era feliz y no me percataba de cuánto. Hay lugares donde mi corazón se conmueve y se suelta una risa entre lágrimas, como queriendo decir: “Qué bonito lo que viví allí y qué triste cómo el tiempo cambió las cosas y cómo las personas se alejaron, al punto de convertirme en un total desconocido para ellas”. Lo cierto es que algunos lugares fueron testigos de cómo me quemé tomado de las manos de otra persona, fueron testigos de cómo la felicidad se encendió de golpe y alumbró la oscuridad que emanaba de mi interior. Es triste ver cómo la gente que un día llenó cada hueco de ti, es la misma que se lleva todo cuando se va. Como el peor de los tornados. O como cuando alguien te quema de calor y tiempo después te quema de frialdad. Lo cierto también es que decidí no cerrar algunas de mis heridas. Hoy en día respiro por ellas. Son mi oxígeno. Un día comprendí que hay heridas que dan más vida que las que tiene un gato. Es jodidamente doloroso tener que respirar por donde un día te hicieron daño, pero es la única alternativa que encuentras. Y al mismo tiempo esa herida también es la causante de tus mejores sonrisas en medio de tanta mierda.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Pequeños


Desde pequeños nos hicieron creer que cada persona tiene su media naranja. Se olvidaron decirnos que no necesitamos a nadie para ser felices, que buscar ser feliz con alguien es como tirarse del puente más alto y ser consciente del catastrófico final. El peor desenlace que se puede tener en esta vida es sentirse completo al lado de alguien. Nacimos completos, ¿por qué tenemos que buscar a alguien que terminará destruyéndonos? Parte por parte. Y quedaremos incompletos y con los huesos rotos. También se olvidaron decirnos que la vida vale la pena sólo si tenemos esas ganas de luchar por lo que nos hace felices y ese deseo de llegar cada vez más lejos. De superarnos con cada caída. Burlándonos así de los que nos ponen límites. No, señores. Es absurdo pasarse toda una vida buscando a una persona que quizás ya esté con otra, porque tuvo miedo de que nadie la llevara a conocer nuevos mundos. Y terminamos siendo infelices por querer ser felices con lo que nos dijeron que teníamos que hacer. Es más por obligación, que por querer hacer las cosas.

La vida es muy corta como para pasarse años enteros intentando crear finales felices. Mucha gente se casa por obligación y no por amor. A eso me refiero. Que la gente ya no sigue lo que desea, se ata a compromisos que no le gustan. Yo te digo a ti, que me estás leyendo, sigue por lo que sientas y no por lo que pienses. Porque llegará un día en que el corazón le dirá a la razón: ¡Te lo dije! Entonces sí sabrás lo que es ser infeliz. Yo no quiero que sientas eso, nunca. Aunque no te conozco, sé que a ti te gustas muchas cosas, entre ellas: el amor. Yo no estoy diciendo que el amor sea malo, aunque a veces es sin sentido, pero es precioso. Yo no te estoy diciendo que no te enamores, te estoy diciendo que para ser felices, primero debemos de casarnos con nosotros mismos y repetirnos “Te seré fiel ante todo y todos” cada día. Cuando quieras estar con alguien, que sea porque quieres y no porque, como dice aquel dicho estúpido “Se quedó soltero”. Yo quiero que seas feliz, más que cualquier persona, contigo mismo. Yo te deseo de todo corazón que logres eso que te llena de lágrimas cuando alguien te dice “no puedes”.

domingo, 5 de octubre de 2014

La vida no es tan hija de puta si la enfrentas con las manos llenas de alguien


Nos acostumbramos a llegar tarde, a poner excusas para no hacer las cosas, a decir palabras feas a la gente que nos da importancia y valor, a decir que no nos ha dolido la puñalada por detrás. Todos nos ven por la sonrisa, casi nadie ve cuántos cuchillos llevamos clavados en la espalda, de todas esas veces en las que creímos en alguien y ese alguien fue quien nos traicionó de la peor manera: por detrás. Por eso a veces nos comportamos como seres fríos y sin sentimientos. Nos ocultamos en una sombra para que nadie nos vea las cicatrices que llevamos en la boca. Hablamos poco, porque tenemos miedo de que la gente nos escuche la voz entre cortante y los labios temblorosos. Tartamudos, porque nos da miedo la respuesta de la pregunta que andamos buscando en otras camas. Ojalá un día aprendamos a no disfrazarnos la cara siempre, porque hacerlo también cansa y agota más que cualquier rutina. Cuando la noche cae, ya nadie se acuerda de que también ahí necesitamos que alguien esté abrigándonos con unos brazos para no sentir tanto frío. Que nos rodeé y que sea un hogar en el cual sentirnos seguros y no querer huir a ninguna otra parte. Porque a día de hoy ya no confiamos en cualquier persona que nos trata bien. Ahora entran precauciones de alerta cuando alguien quiere entrar a nuestra vida.

Esos mensajes que hacen magia e iluminan nuestra noche. Ya nadie habla de ellos, ya nadie habla de la magia que tienen unas cuantas palabras correctas en cualquier momento, porque quien hace perfecto el momento es la persona que tenemos al lado. Esa que nos abraza cuando tenemos un mal día y nos hace sentir que es sólo eso: un mal día. Y no una mala vida. Porque hay personas a las que no les llegan las estaciones a tiempo y tienen que soportar, más de lo que se puede, el infierno de no saber qué esperar. Sólo desean reencontrarse a sí mismas y ser felices tan siquiera por una puta vez con esa persona. Al final del día, esa persona terminó siendo quien nos apuñaló. Y desde entonces estamos tristes.

Y también pienso que la vida no es tan hija de puta si la enfrentas con las manos llenas de alguien.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Gravedad

Mi extraña manía de romper todo lo que amo, de destruir a quien abrazo y de hundir a quien intenta salvarme. Corre lo más rápido posible de mí, soy una especie de destrucción continua. Llegaré a lastimarte con la misma intensidad con que te quiero. 


Un día descubrí que hay personas que te llevan a pasear por todo el tiempo en que estuviste sin saber a dónde ir ni cómo llegar. Nos transportan a islas desconocidas, a países lejanos, a visitar todos los continentes en un pestañeo, a naufragar por Oceanía. A ser la gota de agua en medio del desierto, a ser ese cálido abrazo en invierno, a ser ese motivo que nos salva la vida cuando pendemos de un hilo en un abismo muy profundo. Hacen magia con sus manos, te elevan por el cielo sin ser gravedad. Hacen magia, sin saber ningún truco y sin querer ser magos. El amor cuando es verdadero, la distancia no es una excusa, porque el amor verdadero une continentes, que sirven como puentes para dos personas que se necesitan y se desean con la misma intensidad con que se echan de menos. Viajar es uno de los mayores placeres, pero viajar con quien amas, no sé cómo explicarte que es un sentimiento inexplicable. Inexplicable, como todo lo bonito. Todavía no entiendo cómo dos personas que tienen tanto en común, una historia preciosa, momentos y lugares que fueron testigos de la perfección, no tengan el más mínimo interés en volverse a ver. Ya sabemos que las historias tienen sus altas y sus bajas, pero siempre he dicho que sólo se debe de recordar lo que te hace sonreír en medio de una noche fría de Abril. Lo demás sólo sirve para quitarnos la sonrisa. Eso se desecha. Al final lo único que recordamos es cómo nos hicieron sentir. Y eso es lo que realmente cuenta.

El amor no es bajarle la luna a alguien, es encontrarle un sentido. Un sentido que, a pesar de todo, esté iluminando ambas vidas, sin importar cuántos kilómetros las separen. Un sentido de carne y hueso. Uno que te haga recordar quién eres en esos días en los que no sabes ni siquiera quién eres y que te caliente las manos en esos días en donde el sol parece ser un refrigerador gigante. Como bien dicen: “La distancia separa cuerpos, pero no almas”. Las almas siempre buscan una manera de encontrarse, aunque sea por medio de los sueños o por medio del hilo que une a las personas.

Las mejores personas son aquellas que nos cuidan como lo hace un padre con su hijo; que nos hacen reír como si las heridas no doliesen; que nos hacen sentir cosas que un día juramos nunca sentir por alguien, porque nos hicieron daño; que hacen de nuestros días una especie de vivir al límite; que hacen que volvamos a creer en nosotros; que nos hacen sentir tan felices que podríamos morir en el instante. Porque al final, uno quiere morir por alguien que sepa lo que tiene en el momento y no cuando esté en frente de un cuerpo sin alma. En esta vida no se muere una vez, cada día es una forma de morir. Cuando uno dejar de respirar, por ciencia uno está muerto. Pero nadie habla de aquellas veces en las que uno se siente más para allá, que para acá. En las que caminamos, pero nuestra alma divaga por otros rincones, buscando ilusiones para regresar al cuerpo. Alguien o algo que le dé un sentido a los latidos del corazón, y que no sólo bombeé sangre.