domingo, 30 de noviembre de 2014

Todo vale la pena, pero no todos valen la pena


Mi abuelo un día me hizo saber que nada de lo que diga estará a la altura de lo que sienta en el momento. Es por eso que a veces callamos y el silencio es la mejor respuesta a cualquier pregunta. O una sonrisa bajando la mirada, como dando a entender que hay algo dentro que hace que nos sintamos tímidamente enloquecidos. O algo así. Yo qué sé.

Tal vez el secreto de la vida está en quererlo todo y abrazarlo fuerte una vez que lo tengas para que nadie te lo quiete. Porque, si de algo estoy seguro, es que los "para siempre" se rompen en el segundo en el que pasa la terrorífica idea de abandonarlo todo; y que los "nunca" llegan en forma de persona. Creo que es una bonita forma de que la vida nos mate a través de las circunstancias, o de las personas.

Esta trama está llena de despedidas y bienvenidas. Cuando alguien sale de nuestra vida, otra persona está terminando de empacar para darse un largo viaje por la nuestra. He pensando que las personas que realmente queremos son aquellas que tomamos fuerte de la mano para cruzar la calle y si vamos delante de ellas, las jalamos de empujón. Porque moriríamos si algo les pasara. 

Todo vale la pena, pero no todos valen la pena.

Hay gente que viene, te marca y se va; gente que viene, hace que creas en ti y se va; gente que viene de empujón y sale destrozado; gente que entra doliendo y nos deja una sonrisa; y gente que entra con el un disfraz -como queriendo obtener algo de nosotros- y después nos deja todo en el suelo, incluyendo las ganas de sonreír.

Nada más bonito que alguien decida embarcarse contigo en el naufragio turbulento. Llevas como bandera: "La resistencia antes que la velocidad". Algo es cierto: Aquí no importa si llegas demasiado lejos o si te quedas corto en el camino, importa la resistencia que tengas para enfrentar todo lo que se te presente durante el trayecto. Quizás a algunos no se le presenten tantos obstáculos como a ti, pero ten por seguro que es para que aprendas a aprender de las situaciones difíciles y para demostrarte a ti mismo de que puedes salir de esta y de las que vengan.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Odiemos el hecho de estar tristes todo el tiempo

Dicen que soy estúpido, entonces si ser estúpido me hace feliz: quiero serlo toda la vida. Algunos piensan que ser tonto -tener esa pequeña fracción de ingenuidad ante las circunstancias- hace a una persona estúpida. Y no, puesto que ser tonto es darse cuenta de lo que pasa y no querer entenderlas, porque en el fondo se sabe que terminará rompiéndonos. No sé, quizás completamente.
Soy feliz, qué más da el porqué. A veces no hay motivos para serlo, simplemente es un estilo de vida que se debe manejar desmedidamente. De no dejar que nadie te quite lo más bonito y valioso que posees: las ganas de sonreír, pase lo que pase, así sea que un tornado haya hecho de nuestra vida el peor desastre jamás existente en la historia de la humanidad, todavía quedarán razones para sonreír frente la tempestad. ¡Sonríe a tus enemigos! Que eso los enfada.
He aprendido a valorar lo que tengo en el presente y a dejar lo que está en el pasado, allí, en el pasado. Eso me lo enseñó un viejo amigo, él me dijo: "Tienes que aprender a dar lo que te dan, incluyendo el valor y la importancia que te dan a ti". Y razón lo le faltaba, porque a veces somos injustos con las personas que nos quieren, ellas pueden estar allí, dándolo todo por nosotros; mientras nosotros seguimos dándolo todo por alguien, cuyas indiferencias, traspasaron nuestra piel.
No me doy por vencido fácilmente, creo que soy una de esas personas necias e insistentes en lo que verdaderamente desean y son felices hasta que lo obtienen. A diferencia, algunos dejan de buscar a la primera: al primer tropiezo, caída o decepción, sin saber que las grandes cosas y las grandes personas son las que tardan más tiempo en llegar a nuestra vida; por eso vale más jugar con el destino, que quedarse sentado esperando a que las cosas caigan del cielo. Y es por eso que terminan con las manos sin saber adónde ir y con el corazón vacío.
Vivamos, 
sonriamos, 
cerremos los paraguas, 
bailemos al ritmo de la lluvia, 
dejemos que las pequeñas cosas nos calen los huesos, 
amemos por encima de todo y de todos, 
odiemos el hecho de estar tristes todo el tiempo, 
tendamos una mano a nuestros enemigos, 
brindemos por lo que tenemos y queremos, 
alimentemos nuestra coraza, 
regalemos terceras oportunidades a quienes las merezcan, 
hablemos de lo bonito de la vida, 
dejemos a un lado el pensar demasiado en lo que hubiese pasado si
y enfoquémonos en lo que podrá pasar si,
follemos con sentimiento hasta el cansancio, 
cantemos hasta que nuestra garganta no pueda más.
En general: ¡Vivamos!

lunes, 24 de noviembre de 2014

Para algunas cosas sí es demasiado tarde


Pareciera que no tuvieses una historia que contar a los demás y entonces parece que la única salida que encuentras es saltar al mar y dejar que te lleve a cualquier isla desierta, esperando que nadie te encuentre, porque te sientes un poco cansada: cansada de la mayor parte de las cosas y de la mayoría de gente, porque, a día de hoy, el sol ha salido para todos, pero no llega a calentar tu hogar.O al menos así le llamas al bucle de emociones repentinas y deseos fugaces.

Sales, caminas un poco por esos lugares donde un día fuiste feliz, sin importar si en un futuro lamentarías no tener cerca a la persona que estuvo allí. Respiras, inhalas nostalgia, entonces el recuerdo se apodera de ti y comienzas a llorarle. Te lamentas por no haber hecho nada para detenerlo cuando un día te dijo que no sabía cuál era su norte, y no hiciste nada porque creíste que lo perderías más; porque ni siquiera tú sabías encontrarte en el mapa que tienes. Aún no le encuentras un significado a las emociones momentáneas y a los sentimientos inestables.

Levantas la frente, ves a las estrellas y pareciera que desde que se fue, han perdido el brillo tan peculiar que las caracterizaba cuando las observabas cuando todavía creías en ti; cuando todavía tenías esperanza de tener una historia digna que contar a tus hijos y señalarles quién fue el amor de tu vida.

Conoces a otra persona con la que te sientes bien, se ve buena gente: entonces comienzan a salir y a mandarse mensajes de texto. Comienzan a dedicarse canciones y a recitarse poemas. Van al cine y ven una película con una trama no tan buena, pero con buenos actores. 

Pasan los días, las semanas, los meses, incluso los años. Llegas a conocer del todo a esa persona y te pide matrimonio. Aceptas con lágrimas en los ojos, aunque no sabe que esas lágrimas no son por emoción, sino por resignación a la persona con la que un día planeaste un futuro.

Llega el día de tu boda, caminas al altar con una sonrisa disfrazada de tanta soledad; se escucha un estremecedor "sí" al "aceptas amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe". Todos se levantan, aplauden y se produce un eco en la iglesia.

Te duermes todas las noches junto a alguien tan diferente al que soñaste desde pequeña; él duerme, pero tú sufres de insomnio, porque tu vida no es la que planificaste. Una lágrima cae y moja la almohada. Sueñas despierta. Duermes y tus sueños son tristes. Lo echas de menos, lo amas con locura a pesar del tiempo, todavía sigues emocionándote con la idea de que algún día puedas encontrarlo de nuevo. Te sientes culpable, no quieres hacerle daño a la persona con la que duermes cada noche, porque tus pensamientos vuelan lejos de ese lugar, muy lejos: tratando de encontrar de una razón para seguir en el camino, para no caer en el mismo tormento.

La vida los ha llevado a lugares diferentes con personas desiguales. Se echan de menos, se necesitan con una intensidad que rompe los números de la física. Sus pensamientos se chocan y se entrelazan nuevamente, saben que ahora se convirtieron en el fruto prohibido, no pueden hacer nada, excepto romperle el corazón a quienes están allí. Y prefieren seguir con una mentira. Sin saber que es una bomba que va creciendo con el tiempo.

Te dan la mejor noticia de tu vida: estás embarazada.

Tienes hijos, los miras como aquel ciego que vio por primera vez. Sonríes y ahora se han convertido en el sentido de tu vida, juegas todo el día con ellos, haces las tareas por las noches, les cantas una canción de cuna antes de dormirse, rezas porque sean felices en esta vida. Y ahora estás dispuesta a dar la vida por alguno de ellos.

Crecen, llegan a la universidad y se gradúan. Te mencionan en las palabras de agradecimiento y se te hace inevitable no llorar porque se han realizado como profesionales. Te sientes orgullosa de ellos, tus ojos te brillan y las arrugas salen. Tu pelo ahora es blanco ceniza.

Se van casando, uno por uno.

Finalmente se casa el último, lloras de felicidad, porque tus hijos están gozando a plenitud de la vida y se han realizado como personas. Lo que siempre deseaste para ellos: lo mejor de este mundo.

Pasa el tiempo, mucho tiempo. Sigues allí, quieta, sin mover ni siquiera los labios, porque sabes que si dices algo, terminarás por romperte el corazón.

No aguantas más, rompes el silencio.
El divorcio está en trámite.
Legalmente divorciados.
Lo buscas por toda la ciudad, te dan la dirección de uno de sus hijos.
Te da malas noticias: ha muerto.
Vas al cementerio, le llevas rosas rojas -como él solía llevarte-.
Le hablas y le dices cuánto lo amas.
Das el último suspiro antes de irte.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Cicatrices

Decidió besarme por última vez. Recuerdo aquella tarde de abril como si fuese ayer. El verano llegaba, pero todo parecía que el invierno de mi vida había llegado.

Caminé por un buen rato mientras trataba de resignarme a lo que no quiere permanecer, pero se me hizo tan imposible lograrlo, que terminé con vértigo. Y con las manos frías y con las ganas de no saber adónde ir. Creo que estaba jodido. Mucho, diría yo.


Cuando llegué, estaban las maletas en el taxi, ella me lanzó una mirada triste. Yo le dije que fuese feliz, aunque por dentro me moría.

Cuando entré, todo estaba ordenado, menos los sentimientos, porque por los muy hijos de puta he terminado con muchas heridas, pero es bonito mientras duró. 

Pasaron varios días antes de darme cuenta de que sobre la mesa estaba una carta, que decía lo siguiente:

"Querido Ben, sé que no existen palabras para explicar una despedida, sé que ni siquiera el tiempo logrará cicatrizar tus heridas y que llegará un día en que te cansarás de tenerlas siempre abiertas y lo harás por cuenta propia.

Créeme cuando te digo que traté la manera posible de dejar un buen recuerdo en ti, pero, por desgracia, al final del día, terminamos siendo una cicatriz más en la colección de la vida. Cuando tratamos de ser un buen recuerdo, en realidad, lo que hacemos es que inconscientemente le hacemos daño a las personas que más queremos. 

Quizás nunca entenderemos a la vida, ni ella logrará entendernos a nosotros, pero ¿no crees que el sentido de la vida es recordar solamente lo que nos hace sonreír en nuestros peores momentos, y olvidar todo aquello que nos quita la sonrisa? Quiero decir: a veces la solución y lo mejor que podemos hacer es seguir en el camino, sin dejar de recordar lo que nos mantiene de pie y quitarnos de encima todo lo que nos pesa, por ejemplo, los malos recuerdos. Eso pesa demasiado y no nos sirve para nada, excepto para torturarnos con lo mismo cada minuto de nuestra existencia.

Más allá de lo que quiera o no, quería hacerte saber que me quedaría por siempre a tu lado, lastimosamente las circunstancias, o la propia vida, nos separan de un abismo y de otro. En este caso, somos abismos que se encontraron cuando el río era nuestra unión, pero llega un día donde lo único que nos une son las extensas raíces de los árboles, y, por más que pase el tiempo, quedan allí, aunque estén secas.

Me despido, pero ya sabes: la vida nos hizo tener algo en común, lo cual recordaremos para siempre. No todo lo malo es malo, ni todo lo bueno es bueno. Tenemos tantas cosas bonitas por recordar, así discúlpame por haber dejado una cicatriz en ti."

Luego entendí las razones por las que la gente se va, no todas se van porque quieren, algunas lo hacen haciéndonos saber que se quedarían toda su vida a nuestro lado. Y es bonito.

No tuvo por qué disculparse, puesto que quizás yo también soy una cicatriz en ella. Y las cicatrices siempre estarán allí y tienes que aprender a vivir con ellas.

martes, 18 de noviembre de 2014

Chica precipicio

La vi y lo primero que se me vino a la mente fue un precipicio, no me preguntes por qué, porque ni siquiera yo sé la respuesta. La vi sonreír y vi mucha tristeza detrás de esa lúcida y desafiante sonrisa. Y la vi llorar en medio de la noche, cuando los pájaros cantaban un poco tristes, a sabiendas de que ella se ponía peor al escucharlos cantar con ese tono de voz. La vi enloquecer en sus momentos de tranquilidad y la vi tranquilizarse en donde la locura parecía ser la única solución a todo lo demás. La escuché y sus notas vocales me parecieron la melodía más preciosa que ninguna orquesta ha tocado jamás. Es preciosa, sólo basta verla a lo lejos y escuchar su voz cerquita del oído para darse cuenta de que es la chica que se queda para siempre, incluso cuando el vuelo la llevó lejos de aquí. Es una bonita forma de estar sin estarlo, ¿sabes? Está loca, tanto como puede y es feliz. No le importa lo que la gente pueda decir de ella, lo único que quiere es sentirse libre, haciendo lo que su corazón le dicta, y casi siempre es la eterna enemiga de lo que es correcto. El sol no es nada si lo comparo con el brillo que tienen sus ojos cuando habla de sus sentimientos. Es que las palabras no le llegan ni a la punta de los talones, tienes que verla cuando sonríe secretamente y tapándose la boca. Y se sonroja.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Algo muy personal

Anoche sufrí insomnio por estar analizando a la gente que en estos momentos conozco y de las que conozco desde hace mucho. Y he llegado a la conclusión de que algunas sólo te buscan cuando quieren algo de ti. Hay muchos demonios disfrazados con piel de oveja. Gente con cara de "yo no rompo un plato". Esas son las peores, lo digo por experiencia propia. No tengo mucha ropa, cuando voy a la universidad repito y no me avergüenza decirlo. ¿Por qué tendría? No tengo el mejor cerebro, soy difícil aprendiéndome los folletos y los libros para los parciales y para los exámenes finales. Cuando paso a exponer, en frente de todos mis compañeros, tengo el problema de que me tiemblan hasta los labios, por eso tartamudeo casi siempre y comienzo a sudar. Es algo que no puedo controlar. Es algo que no está en mis manos. He pasado muchas noches, entre lágrimas, por la misma razón. Culpándome a mí mismo por ello. Me he fijado que algunos de mis compañeros se ríen por la misma razón, se burlan de mí cuando es mi turno. Ellos quizás piensan que yo no me doy cuenta, pero sí lo hago. Y quisiera no hacerlo, para no joderme todas las noches preguntándome lo mismo: ¿Por qué? Puedo pasar semanas estudiando, pero cuando es el momento se me olvida y decido leer. Muchas veces me he sentido ignorado por muchos de ellos y no saben qué sentimiento más asqueroso.
No soy el mejor estudiante, ni la mejor persona. Tal vez ni siquiera sea el mejor amigo y a veces me digo a mí mismo de que no merezco ciertas personas ni ciertas cosas. Muchos me preguntan de por qué me he refugiado en la Internet. Y mi respuesta es la misma de siempre: porque en Internet he encontrado mejores personas de las que nunca he conocido en la vida real. A mí siempre me ha gustado la idea de pasar, aunque sea un día con esas personas virtuales que me comprenden y que cuando estoy mal, se preocupan y me mandan mensajes para que esté mejor. Sé que a veces no ayudan las palabras, sino los abrazos.
Ayer comprendí que hay personas a las que uno les importa una mierda, que te buscan, como dije anteriormente, para obtener algo de ti. Yo siempre he pensado que las personas nunca debería de creerse, de llevárselas de tener mucho dinero. Al final, uno termina donde todos acabaremos un día: en el cementerio, compartiendo terreno.
También he conocido a religiosos que se la llevan de alabar mucho a Dios e ir a iglesias todos los días. Luego ignoran al prójimo y hacen de menos al pobre. He conocido a gente que cuando se junta con otra gente se aleja de ti, que incluso llegan a burlarse después de ti. Nunca debes de darle, en su totalidad, la confianza a alguien. Porque un día utilizarán todo lo que les cuentes a su favor.
De ahora en adelante trataré a la gente como me traten a mí, después no vayan a estar diciendo de que cambié, porque es así como me tratan. Sentirán cómo duelen sus personalidad tan asquerosas, que provocan nauseas y dan ganas de ir a vomitar al baño. Ya no más, ya no más de tanta mierda. El que conocían ya no existe, murió. Desde hoy soy alguien muy diferente.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Qué es la vida?


Un día alguien me preguntó que qué era la vida. No tuve una respuesta en ese momento. Yendo a mi casa, traté de encontrarle varias respuestas a la misma pregunta. No puedo hablar en general, porque cada persona tiene un concepto en sí sobre lo que es la vida, esto varía de lo que ha vivido y de las experiencias que ha tenido. 

Unos pensarán que la vida es nacer, crecer, estudiar, entrar a la universidad, conseguir un buen empleo, casarse, tener hijos y morir de la mejor manera. Otros dirán que es comer, ir al baño, dormir, sobrevivir de una manera digna y finalmente morir. Están los que seguirán la teoría de la humanidad: nacer, reproducirse y morir. 

Para mí la vida no tiene un concepto en sí. La vida es una oportunidad para experimentar una serie de eventos, lo importante aquí son las personas que conocemos en el camino, aquí no importa el final de la vida, sino el camino que estamos caminando. Si miramos hacia atrás nos daremos cuenta de lo mucho que hemos avanzado, pero si miramos hacia adelante nos daremos cuenta de lo poco que nos queda por vivir. Lo que importa es lo que hemos recorrido, a quien hemos conocido, las elecciones que hemos tomado (sin importar si fueron buenas o malas), aquí se trata de aprender de lo poco que vivimos. 

La vida es la mejor escuela, te enseña a través de los peores momentos, en donde aleja a todos para demostrarte a ti mismo de cuán eres capaz de sobrepasar una situación de esa magnitud. Y sin importar cuán alto estés, ella te empuja intencionalmente sólo para ver si te levantas o si te quedas tirado. 

La vida es una lección, se trata de ir aprendiendo de cada situación. No te olvides de dejar las mejores cicatrices en aquellas personas que se van quedando en el camino, porque tu recuerdo dependerá de cuánto las hayas marcado (asegúrate de no dejar cicatrices dolorosas, asegúrate de ser una de esas cicatrices que te gusta quitar la costra, sólo para que sangren de nuevo y sentirlas otra vez). De eso se trata, de ir dejando las mejores cicatrices en las personas correctas. Que llegará el día en que mirarás hacia atrás y verás una larga fila detrás de ti, será tu historia. Trata de que sea la mejor posible. 

Y por más que trates de quitar a alguien de tu vida, no podrás, porque una vez que alguien haya entrado en tu vida, ya no podrá salir de ella, aunque se vaya. ¿Cuántas veces te ha pasado que quieres olvidar a alguien y no puedes? ¿Ves a lo que me refiero? Las personas no se van del todo de tu vida, se quedan para siempre, acompañándote en formato recuerdo.

La vida es el cortometraje más largo, de nosotros depende ponerle música de fondo a los momentos. Hay drama, dolor, soledad, alegría, muertes, nacimientos, angustias, problemas, éxito, fracaso, lágrimas, sonrisas, caídas, tropiezos, procedimientos que nos llevan a un resultado, resultados que se ven conforme a lo que hacemos, hacemos lo que amamos, amamos lo que queremos, queremos lo que deseamos, deseamos lo que anhelamos, anhelamos lo que un día soñamos y soñamos porque la vida es mejor así, porque la vida es un sueño de alguien más. 

En la vida hay que cometer los mejores errores y las mejores locuras, al final eso es lo que te hará reír de viejo. Y es lo único que nos llevaremos de este mundo: cómo nos hicieron sentir las personas. La vida es nuestra película y la veremos completa el día que fallezcamos.

Tal vez la vida no sea una máquina de cumplir deseos, pero sí una oportunidad para alcanzar nuestros sueños. No se trata de superar a alguien, sino de llegar más alto que nuestras expectativas. Lastimosamente los soñadores están en peligro de extinción, cada vez son menos las personas que sueñan y creen que sus sueños se harán realidad, son pocas las que aún creen en las estrellas fugaces. La excusa que más he escuchado es “La vida mató mis sueños”, pero en realidad, la vida los mató a través de ellos. Porque nosotros tenemos en nuestras manos el poder para hacerlo.

La vida es un sentimiento abstracto: puedes tocarlo, vivirlo, sentirlo, gozarlo.

La vida es uno de esos regalos inexplicables, que les das vuelta, y vuelta, y no le encuentras un sentido, pero un día se lo encuentras.

martes, 4 de noviembre de 2014

El amor a veces mata, en otras ocasiones es nuestro salvavidas

Mi abuela siempre decía que las personas que quieran estar en tu vida, lo estarán sin ningún tipo de presión. Que los infinitos no están sólo por estar, están para llegar a ellos. Y que los imposibles están para alcanzarlos, sin importar cuánto tiempo nos tome hacerlo. El amor a veces mata, en otras ocasiones es nuestro salvavidas. Así como puede llevarnos a la superficie, también puede hacerlo hasta tocar fondo. Amamos porque somos seres emocionales y lloramos porque es el mayor signo de vida desde que nacemos. No somos conscientes de lo que hacemos, nos equivocamos como puede equivocarse alguien que ya saltó desde el puente más alto, pero éste ya no tiene vuelta atrás. Podemos equivocarnos y luego pensar en que hemos actuado de una manera equivocada e ir a disculparnos, y esto significará que has crecido como persona. Todavía recuerdo las palabras de una maestra: “Los problemas se acaban en el cementerio”. Y razón no le faltaba, el cementerio está lleno de cuerpos vacíos, porque sus almas ya se encuentran en un lugar mejor. Vivamos cada día como si fuese el primer día del resto de nuestra vida, aprendamos a perdonar a quien nos ha traicionado, a dejar ir a todo aquel que no quiere quedarse y a darle una oportunidad a la vida, porque es demasiado corta como para quejarse la mayor parte del tiempo, sin ni siquiera pensar que a otras personas ya no les queda nada, sin pensar que otras personas están más jodidas que nosotros y que todavía, muy en el fondo, todavía les quedan ganas. Así que no me digas que no, porque haré hasta lo imposible para sacarte el sí.