viernes, 27 de febrero de 2015

19 días y 500 noches

Yo quería que nos quedáramos
a compartir desastre,
vida, cama, sofá, chimenea, película e historia.
Yo no podría construirte un hogar,
tampoco sabría hablarte sobre lo bonito del mundo,
pero lo intentaría si es por ti:
escarbaría hasta encontrar respuestas,
me quemaría en el fuego con tal de encontrar evidencias.

Por favor, quédate a mi lado
sin preguntas ni dudas,
duda de todo lo existente, menos de mi manía de quererte.
Que yo te querré sin mirar relojes y te escucharé sin prisa,
puede que la primavera dure un segundo,
pero el invierno puede durar meses e incluso años antes de ver el arco iris.
Te querré cerrando los ojos,
no te querré con la mirada, sino con el alma.
Y entonces decirte bajito que tengo muchos miedos
y que estoy dispuesto a vencerlos con tu sonrisa;
y mil lunas llenas para vaciarlas en tu mirada.

Conocerte, eso quería,
independientemente de cuánto duráramos
e independientemente adónde nos llevase la vida.
Te gustaban los colores del atardecer,
el chocolate y la pizza;
las bandas de los 90s
y las películas de amor-odio;
beber ron por las tardes
y después ir a jugar con la nieve.

19 días y 500 noches me llevó olvidarte,
19 días y 500 noches me sangró tu ausencia.
Me duró más olvidarte, que conocerte.

jueves, 26 de febrero de 2015

Manhattan

A veces sólo se necesita creer en alguien o en algo,
en finales felices,
en salidas de emergencia a todo este caos sentimental,
en tijeras capaces de cortar nudos en la garganta desde adentro,
en los pájaros sobrevolando el cielo gris,
no sé,
es triste ver cuando las golondrinas cantan y vuelan bajo,
avisando que pronto llegará la lluvia
y con ella los recuerdos que dejé en el pasado.
A mí el invierno siempre me ha parecido demasiado triste,
a lo mejor es porque con él me identifico los 365 días al año.
Lluevo hacia adentro,
grito hacia adentro,
siento hacia adentro,
hacia donde no tengo agujeros para que salga toda esa tristeza,
por eso me inundo hasta la coronilla
y después no sé cómo salir de ese naufragio.

A veces sólo se necesita sentarse a leer un libro de poesía
mientras miras el vaho de la ventana
intentando escribir con la mirada nombres de personas que echas de menos,
de gente que querías eternizar en más páginas en este libro llamado vida,
es muy triste mirar años atrás y darse cuenta de que ya no somos los mismos,
de que todo ahora es un poquito más opaco,
que incluso nuestra mirada ya no tiene el mismo brillo al momento de disparar al futuro
y que la manta nos queda demasiado pequeña para protegernos del frío.
Crecimos y lo hicimos tratando de sobrevivir en un mundo donde el plan era vivir.
Es tan doloroso ver fotografías y darse el portazo más grande contra la vida,
toparse un día con viejos amigos
y hablar sobre lo que nos hemos hecho en todo este tiempo 
y ver que ellos supieron salir adelante
cuando nosotros estamos a punto de darnos por vencidos
mientras miramos al cielo esperando respuestas.
A veces la vida es un reflejo de lo que nunca podré vivir.
"Espera, no te vayas", recuerdo que le dije a alguien mientras se iba,
recuerdo perfectamente el sonido que produje al momento de romperme,
fue como el más fuerte estruendo que culmina la tormenta,
aunque en ese momento se desató en mi vida.

A veces sólo se necesita poner una canción triste en el reproductor
y dejar que los versos sangren por la historia de detrás de ellos,
dejarse llevar por la melodía a cualquier lugar del recuerdo
e imaginar lo que nos faltó por vivir con determinadas personas.
Ojalá cerrando los ojos se solucionara la mayor parte de nuestros problemas,
que son, déjame recordarte, por culpa nuestra.
No supe decir las cosas en el momento,
las grité cuando ya nadie me escuchaba.
Y entonces ahí, en ese preciso instante,
lo único que quedaba en mi ciudad eran ruinas.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Alguien, en algún lugar del mundo, piensa en ti

Por un segundo detente y ponte a pensar que, quizás, al otro lado del mundo, alguien se está preguntando sobre tu existencia. Y sonríe al pensar que sí. Y tiene esa ilusión de algún día encontrarte y compartir, entre muchas cosas, lo que la vida les ha quitado. La felicidad, por ejemplo; las ganas de sonreír, las ilusiones, las esperanzas, las ojeras, los desvelos con alguien contándole lo dura que ha sido la vida en los últimos años, lo bonito de detrás de una risa bien puesta, las mariposas en el estómago, pensar en lo increíble que puede ser estar con alguien que, no teniendo los mismos gustos musicales que tú, se ponga a bailar contigo tus canciones favoritas. Esos días en los que sentirse bien es sólo cuestión de tener a alguien al lado o depende del estado de ánimo del otro. Sentarse en una banca del parque y ver cuán rápido se pasa el tiempo. Darse cuenta que, las horas son, en realidad, minutos contados en la compañía correcta. Y entonces en medio de la noche se dice que ojalá un día conozca a alguien como tú, porque te está soñando: eres un sueño para alguien. Una fantasía, tal vez, una fantasía oscura. Y le tiemblan las piernas al pensarte y en la idea de que, buscando otras cosas, te encuentre como se encuentra lo mejor: con un poco de miedo. Dos personas desconocidas que sienten que se conocen, o que se han buscando por mucho tiempo, no podríamos llamarles desconocidas, sino, más bien, almas gemelas que se han buscando con desesperación entre los escombros. Y entonces sí, comienzas a creer en la felicidad de al final de un arco iris. Y qué importan ya los finales.

lunes, 23 de febrero de 2015

Estrella

He vuelto a recordarte en la esquina de aquel portal,
a donde íbamos a celebrar nuestras derrotas,
porque a nosotros nos gustaba celebrar nuestras caídas.
Bebíamos,
fumábamos, 
nos enredábamos las manos
y te veía subir por las escaleras mientras te quitabas las bragas.
El viento levantaba tu falda
y tú reías y sonreías y te sonrojabas a cada momento.
Cuando despertaba de un sueño que tuve contigo,
te veía ahí:
al otro lado de la cama,
desnuda y con pétalos en las sábanas,
no era necesario que usaras perfume,
ya tu piel tenía aroma:
olías a tierra mojada,
a lluvia recién terminada.

Te ponías frente al espejo
y yo te observaba desde la cama
cuando peleabas por ver qué vestido te ponías, 
sin embargo, eras más bonita desnuda
y con el pelo alborotado,
cuando andabas los domingos solamente con una camisa mía,
descalza por toda la casa
pintando la primavera con tu sonrisa
y haciendo café para dos,
mientras yo te preparaba la vida.

Trasnochábamos entre copa y copa,
quejándonos de lo mierda que puede llegar a ser la vida
cuando buscas a alguien que no te está esperando;
es decir,
cuando reúnes las ganas para ir a buscarle
pero ya estando afuera decide no abrirte la puerta.
Ni la vida.
Ni las esperanzas.

Podría pasarme toda la noche pensando en ti,
en tu lado salvaje cuando gritabas que estabas loca,
que tú no eras preciosa como las demás,
que tú eras hermosa como ninguna.
Con tu forma de mirarme me hacías extranjero de mí,
levitaba por tu lunar que tenías al costado del hombro derecho,
que las pecas en tu espalda hacían de ella una constelación de estrellas.

Hoy, por accidente, ha sonado tu canción favorita:
cada verso es un puñal,
una cicatriz,
aunque siento que aún es herida.
Esta maldita canción es una herida que aún sangra.

En el último segundo que estuve a punto de olvidarte
pasó tu sonrisa en frente de mí
y se me hizo tan imposible no recordar
a la chica que le gustaba mojarse bajo la lluvia,
que le gustaba andar de puntillas cuando el suelo estaba frío
y que se ponía carmín en los labios para comerse el mundo.
"Esta es mi hora de brillar", me decía,
supongo que yo era su oscuridad
y por eso decidió irse justo cuando comencé a abrazarla seguido,
tenía miedo de que un día se acercara a mí y me dijera:
"Lo siento mucho, tengo que ir a buscar mi lugar en el cielo".
Ahora alzo la vista tratando de encontrarla entre las estrellas
y es la que más brilla,
no puedo estar más orgulloso de ella:
está brillando como una vez soñó.

domingo, 22 de febrero de 2015

Labios

Hay finales que, a pesar de todo, terminan siendo un principio. Ella era un final que me sabía al más precioso punto de reencuentro entre dos personas que se necesitan con una gran fuerza y necesidad. Peleábamos y nos reconciliábamos segundos después; discutíamos, pero un beso era nuestro callabocas favorito. Era el que siempre le callaba la boca cuando estaba enfadaba, luego ella me decía "imbécil" y me sonreía. Nuestro pasatiempo era quedarnos fijos, esperando a ver quien perdía riendo, a mí me encantaba hacerla reír, sacarle sus mayores carcajadas. Su voz me causaba un orgasmo en mí. Tenía la más bonita de las pestañas, eran largas y negras, sus ojeras eran su complemento perfecto. Yo sólo quería decirles que me sé de memoria todas sus cicatrices, me las memoricé un 14 de marzo, donde estábamos viendo el mar y mirábamos las dos partes de una puesta de sol: la triste y la bonita. Escuchábamos a las olas chocando contra las rocas. Nos encantaba escuchar el viento queriéndose llevar a las palmeras consigo. Siempre que se lanzaba a mí con un beso me hacía un poquito más adicto a ella, su boca le sabía a cereza. A veces se ponía de carmín los labios y se los mordía, me provocaba la mayor parte del tiempo. Llegué a poner en duda la carnosidad de sus labios, siempre tuve la teoría de que eran nubes invitándome a morderlas. Y a mí siempre me ha dado por querer comerme el cielo.

viernes, 20 de febrero de 2015

Soñaba con ser una sirena

Tenía muchas pecas en la espalda, ella parecía la noche y ellas, sus estrellas. Me imagino que por eso me gustaba tanto soñar junto a ella, eran las horas más mágicas de mi vida: verla dormir era algo así como un poeta siendo inspirado por su musa. La veía tranquila y, joder, era igual de preciosa que verla loca durante el día. En alta mar bailaba y soñaba con ser una sirena. Quería ser la reina del mundo acuático. Sin embargo, dudo tanto que nunca se dio cuenta que en mi mundo lo era, reinaba en mí. Nunca le puse detrás de "amor" el "mi", porque no hay nada más bonito que brindarle toda su libertad a alguien. Si quiere quedarse, que se quede; si quiere irse, que se vaya. Nunca estuvo en mis planes que se quedara, porque sabía que las personas no pertenecen a ningún lugar, tienen almas viajeras. Simplemente llega un punto en el que es necesario marcharse, tanto para no herir a la otra persona, ni para herirse a sí mismas. Pasa que la gente cuando está atada a donde no quiere estar, comienza el terrible proceso de verla apagarse. Y yo no quería eso. Quería verla con toda su luz, brillando como el sol en pleno verano. Por supuesto, me dolió verla partir, pero me hubiese dolido más verla apagarse ante mis ojos. No quería atarla a mí, quería que fuese libre. Que volara alto y en otros cielos, que viese vistas de otros atardeceres, que se prendiera un cigarro cuando estuviese triste, que nunca le faltase el "voy a intentarlo" en la boca. Recuerdo, era una tarde de agosto, las hojas caían de los árboles, el otoño parecía haber llegado con maletas. Le pedí algo aquella tarde: "Nunca me pidas que me vaya", por eso ella decidió irse primero.

jueves, 19 de febrero de 2015

Brooklyn

Mírala, por fuera pareciera que nada le pasara, pero por dentro pelea contra sus demonios, sobrevive a vorágines y lucha por salir a la superficie de su naufragio. Brooklyn, se llamaba. No sabes cuánta tristeza le cabe en los ojos, ha tenido que ser testigo de las peores catástrofes de su vida, llora su felicidad y sonríe su dolor, esa es su forma de convertirse en una chica de otro mundo. Es triste con instintos suicidas, tiene en sus muñecas líneas horizontales y verticales que dan por cierto aquello que dice la gente: que está llena de cicatrices. 

Por las noches se convierte en una chica muy diferente a la te sonríe en el día, se jode, se hunde con sus pensamientos, no sabe cómo sobrellevar la situación, así que prefiere reproducir música y dejar que hable por ella. Se pone un arma en las cien, se balancea sobre la silla y dejar salir el último aliento a la oscuridad. 

El frío la abriga.

Tiene la mirada perdida en el infierno del ayer, es pasado pero ella aún no supera tanta realidad, le cuesta mucho digerirla. No todos tienen la misma fuerza para enfrentarse a sí mismos con los que fueron. Ella fue ingenua, se dejó engañar fácilmente, le rompieron el corazón, no una ni dos, sino las suficientes para que se convirtiera en la chica que ahora es. No sabe amar de otra forma que no sea rompiendo, lastimando, incluso si ella no quiere, lo hace involuntariamente, ya no sabe cómo amar sin hacer daño. Le han pintado tantas fantasías en el lado oscuro del cielo, ahora ya no cree en las promesas, ya no cree en las palabras, tampoco en lo hechos. Ella simplemente se está dejando llevar por el viento, sin esperar nada del destino, ella se deja arrastrar como en otoño lo haría una hoja seca. Está seca por dentro, sus flores están marchitas y sus raíces están ahí, siempre estarán las raíces que la ataran desgraciadamente a otras personas.

Tanto desastre para una chica que solamente quería ser feliz, 
tanta realidad para una chica que tenía fijados muchos sueños. 
Tiene cicatrices, es cierto, pero cicatrices de realidad.

Es la chica que, en lugar de que le rompan el corazón, es la que lo rompe primero.

martes, 17 de febrero de 2015

Maldito Septiembre

Maldito Septiembre. Me has quitado la sonrisa muchas veces, me has robado las ganas de seguir intentándolo, pero, sin embargo, aún sigo luchando con las manos heridas y con las rodillas débiles. Mis pies desgastados me han dicho "Espera, no podemos más", pero me hice de oídos sordos y me di cuenta de cuán cansados estaban aquella vez en la que caí porque ya no tenía fuerzas, ni siquiera para levantarme.

Maldito seas, Septiembre. Maldito tú y tu manía de traer este viento tan triste que me da por escribir sobre situaciones pasadas. Joderme, es tu especialidad. Tu frío me hace recordar tanto y tanto que se me hace imposible no poner música triste para sentirme peor. Más peor, no sé; un poquito menos, quizá. La mayoría de las cosas que nos pasan terminan siendo las que nos rompen al recordarlas cuando han terminado. Terminó un 17 de Septiembre, marchaban las 4:50pm en el reloj, le dio por irse de la noche a la mañana. No la detuve, porque simple y sencillamente no se puede retener por mucho a alguien que su verdadero lugar está al lado de otra persona. Confundí las agujetas del reloj con los trozos que estaban cayendo provenientes de mi futuro. Me quedé viendo fijamente mientras se iba, cerró la puerta, pero quería ver con mis propios ojos cómo la vida se me hacía añicos. Así que salí y lo que más me dolió fue que no volteará a verme para darme a entender que si por ella fuera, se quedaba a mi lado para siempre; pero no fue así, se fue apresurada, desde entonces los atardeceres sólo me recuerdan que están igual de tristes que yo.

Cerré los ojos, quería imaginar un mundo sin ella y se me hizo imposible hacerlo, ahora no sé qué cosas hacer sino es con ella aquí, poniendo sus ojos en blanco cuando la enfadaba por cosas absurdas, sólo porque me gustaba cómo se enfadaba. Amor, tal vez lo nuestro no era estar juntos para siempre, quizás fue que estábamos igual de rotos que no supimos cómo construir algo juntos.

Debí advertirte que lo nuestro no iba a durar toda la vida, que íbamos a vivir por partes, que no de corrido. Que sí por las partes que recogimos en aquel verano, con todos los momentos vividos, con todas las palabras gastadas, con todos los suspiros que nos faltaron sacarnos, con todos los recuerdos.

Maldito Septiembre, 
maldito tú y tu forma de destrozarme por las noches.

lunes, 16 de febrero de 2015

Jodidamente loca

Pero entonces un día un rayo de luz choca contra tu oscuridad, te abraza por la espalda como queriéndote decir que no hay mundo más bonito que estar entre los brazos de alguien, arropándote las esperanzas y alimentando lo que ha estado desnutrido por tanto tiempo. Lloras toda tu vida en su hombro y te soba el pelo con tanta delicadeza como lo haría un padre con su hija de siete años que está a punto de quedarse dormida. Sientes esa tranquilidad en un terreno donde solamente ha existido guerra. Le das las gracias, no sabes por qué, pero sientes que tienes la obligación de hacerle saber que si no fuese por él, las cosas seguirían con el mismo ritmo, pero él vino a enseñarte a amarte a  ti misma. Ese es el regalo más precioso que alguien puede regalarle a otra persona: el amor propio antes del amor a los demás. Y te das cuenta que le has dado el mayor "gracias" que has dicho jamás por haber hecho que tú misma te dieras cuenta que no necesitas de nadie para salvarte de ti misma, que tú tienes en tus manos el poder para pararte frente a un espejo y ver más allá de un abismo, de ver todo ese amor que guardan tus ojeras por haber esperado un mensaje hasta la madrugada de alguien que echas de menos, de todas esas estrellas fugaces que recorren el cielo de tus ojos. Y te quedas ahí, mirándote, examinándote de pies a cabeza y miras que cada pulgada de ti es jodidamente perfecta. Y sonríes como una loca que quiere destruir el mundo, comienzas a reírte fuerte y tus vecinos te observan por la ventana. Y no te importa, joder, no te importa, por una vez en la vida dejas que el mundo hable lo que quiera, porque tú no estás echa de opiniones ni de críticas destructivas. Te desenredas el pelo y comienzas a bailar de puntillas por la calle. Y gritas a los cuatro vientos: "Estoy jodidamente loca".

martes, 10 de febrero de 2015

Desconocida

No te conozco aún, no sé qué sabor de helado te gusta, si te gusta la limonada o no, no sé si prefieres un domingo por la tarde pasarte tirada en el sofá con alguien viendo una película o si prefieres estar todo el día en cama. No lo sé, como tampoco sé si tú también estarás escribiéndole a un chico, que ojalá terminase siendo yo, pero eso tampoco lo sé. La gente le escribe a alguien que le inspira y que conoce, pero hoy yo he roto la rutina, te escribo a ti, que no sé absolutamente nada de ti, no sé de qué nacionalidad eres, si eres de un rincón de América o si traspasas las fronteras y eres de otro continente. No sé tu nombre ni tu edad. Tú tampoco me conoces, no sabes nada acerca de mí, no sabes de mi manía de escribir y de cantar por las madrugas mientras me prendo un cigarrillo. Si algo he aprendido es que una persona perdida y un amanecer no hacen buena compañía. No pretendo que tropecemos con la misma piedra, tampoco sé si algún día llegaremos a la misma biblioteca y mientras buscamos un libro, nuestras narices se rozarán. Y luego te invitaré a comer pizza y a ver series por las noches. Escucharemos canciones que aún nos duelen y nos reiremos, luego las pondremos en el soundtrack de nuestra vida. Caminaremos e iremos de vez en cuando al parque a contarnos cómo nos fue, si tuvimos un día de mierda o si fue uno no tan malo. Te mentiré y segundos después te morderé los labios y te diré la única verdad que ya conoces: que te quiero. Que te quiero como nunca he odiado a alguien, con una intensidad que supera mis expectativas, que incluso esta persona rota que soy se sorprenderá de sí misma.

Después te veré de reojo mientras pasas con otro chico, por fuera actuaré como si no me importase, pero en realidad por dentro me estaré desgarrando el alma. Teniendo una batalla conmigo mismo que espero ganar, pero al final, veré un atardecer y me recordará a ti: a tus colores favoritos, que son los que tiene el crepúsculo minutos antes de que las estrellas aparezcan. Y entonces la noche me llamará idiota. Y lo creeré. Y no sabré hacer otra cosa que volver a leer nuevamente las conversaciones que tuvimos tiempo atrás. Soy una persona que se acostumbra demasiado rápido. Me acostumbraré a ti y después no sabré qué cosas hacer sin ti que no sea echarte de menos y necesitarte cada segundo de mi vida. Te sonreiré temblando, pero en realidad, eso sólo significará que estoy a punto de desbordarme.

Todas las cosas que nos diremos nos advertirán que después nos dolerán al recordarlas y que por las noches lloraremos porque todo no fue como creíamos, todo será un poco gris, opaco. Que duró un breve instante.

jueves, 5 de febrero de 2015

Hilo y aguja, por favor

Hilo y aguja, por favor.

Hoy voy a coserme las heridas, me cansé de esperar que el tiempo las cicatrice. Hay heridas que solamente sanan cuando tú quieres cerrarlas, y hoy he decidido cerrar las mías yo mismo. Una herida me recuerda aquella ocasión en la que me miró y pensé por un momento que tenía toda la clorofila dentro, sus ojos eran verdes como la naturaleza, como cuando llueve y después las hojas de los árboles están limpias y brillantes. Pienso que tú sabes lo mucho que me dueles ahora, pero ten por seguro, cariño, que esto no fue idea tuya, fue idea del destino, de los cosmos, del universo en sí. Así que no te sientas culpable por los platos rotos que otro tiene que pagar. 

Para serte sincero, todavía sueño contigo por las noches. Todavía me quitas el insomnio. Nunca pude olvidarte del todo, traté la manera de hacerte a un lado como tú lo hiciste, pero pensé que sería un poco egoísta al privarme del derecho de ser feliz, aunque sea aferrarme a un recuerdo, enamorarme cada vez más de un recuerdo. La gente me dice que te deje ir, pero cómo demonios dejar ir a quien quieres que nunca se vaya de tu lado, cómo le dices "adiós" a quien te dio tanto para recordar. Como si dejar de echar de menos fuera tan fácil como enamorarse de la noche a la mañana. Tu recuerdo aún brilla. Todavía está vivo y creo que lo estará por mucho tiempo más. Todavía me acaricia en esas noches en las que he tenido un día mierda. 

¿Sabes? Suena nuestra canción favorita por la madrugada mientras me prendo un cigarro y veo lo triste de un amanecer, luego giro la cabeza hacia la cama y veo que todavía está intacta tu silueta. Y se me hace tan inevitable no sentir un escalofrío que sacude mi cuerpo, un día comprobé que los escalofríos más hijos de puta los provocan las personas ausentes. Su recuerdo. Su aroma. Su todo.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Abriles

Guardo el desastre que compartí contigo.
Pasa el tiempo; la vida, también.
Pierdo en esta monotonía.
Rompo las rutinas.
Me rompo también.
Saco las fotografías empolvadas del viejo baúl de los recuerdos. 
Mas que fotos, veo momentos.
No sé si felices
o tristes,
no lo sé,
pero entonces no importaba tanto, sólo importaba estar ahí.
Tomados de la mano, aferrándonos a la vida.
Te amé,
me amaste:
hoy en día sonamos mejor en tiempo pasado.
Somos desconocidos que se conocen hasta las cicatrices no visibles.
El pronóstico dice que lloverá.
Llueve. 
La lluvia cae al compás de mis lágrimas.
Las gotas se resbalan por la ventana.
Tengo la mirada perdida con muchos ojalás y quizás.
Estoy lleno de imposibles.
Suena una canción muy triste que me hace sentir mejor.
La lluvia huele a muchas ausencias. A nostalgia. A personas. A "te echo de menos". A distancia.
El cielo se rompe con los estruendos.
Ruge como el rey león.
Recuerdo.
Me pierdo y me enamoro otra vez de los recuerdos.
Tropiezo con el mismo recuerdo de siempre.
Así todos los abriles desde que duermo en una cama para dos.

domingo, 1 de febrero de 2015

El amor

Es duro, porque esperas muchas cosas de la vida y con el tiempo te vas dando cuenta que se van alejando de ti cada vez más. Que todo lo que soñaste se está desvaneciendo como la arena de un reloj y tú no puedes hacer nada. Como las ilusiones que un día tuviste puestas en las manos de alguien, que un brazos fueron capaces de juntar todo el desastre en el instante en el que te sujetaron el alma y el pecho contra el muro. Entonces todo se vino abajo, como si fuese un derrumbe de todos tus muros, que los tenías para ver quién era capaz de derribarlos para ir a buscarte al otro lado. Intentas dibujar un mundo en tu mente, fuerzas la imaginación, pero decaes a un mundo terrible lleno de cosas reales, aunque tú no quieres que sean así, lo son, algún día terriblemente te acostumbras a toda esa mierda y te das por muerto, con todo y cada uno de tus sueños y qué triste que tengas que conformarte con las miserias que te da la vida, cuando tienes todo lo necesario para ir detrás del miedo y darle unos cuantos puñetazos. Pero llega un día en el que ya no esperas nada y entonces llega una persona para que lo quieras todo, te sonríe y todo parece ir bien, las cicatrices finalmente están cosidas. Te quitas los puntos de la boca y empiezas a darle sentido en forma de sonrisa, desde hace mucho que ya habías olvidado cómo se hace quererle comer la boca a otro. Por tanto tiempo que estuviste sin saber adónde ir, ahora ya no quieres ir tampoco a ningún lado, sólo quieres quedarte al lado de esa persona que te hace ver mundo a través de sus ojos, que las vistas junto a ella son más bonitas. Tus ojos te brillan con ese brillo que tienen cuando alcanzas la cima que te dijeron que nunca llegarías a lo más alto de ella. Como un águila, tan fuerte y tan ágil, de tantos tropiezos aprendiste a volar y a aterrizar con estilo, y si caes, también lo haces con estilo. Dándote en toda la hostia. Te toma de la mano y te recita un poema de Shakespeare, entonces las estrellas comienzan a brillar nuevamente, antes tu cielo era solamente oscuridad, pero ahora está lleno de ellas, de luceros, de planetas. Te ama, tú le amas también. Y qué bonito, porque como dice Woody Allen, quizás los poetas tienen la razón, tal vez el amor es la única respuesta. Y sí, Woody no se equivocó, el amor transforma el desastre en una mirada de esperanza en él. El amor hace eso con las personas, hace que vuelvan a creer nuevamente.