viernes, 31 de julio de 2015

Habrá un amor en tu vida

Y llega un día en el que te cansas de ver tantas personas ir y venir en un lapso muy corto de tiempo, y quieres que de una vez por todas, siquiera alguien, sepa permanecer. Y no huir al ver tus caídas, tus moretones, tus heridas. Que te invite a volar en su cielo, porque en el tuyo hay demasiadas turbulencias como para emprender vuelo. Que no te idealice, sino que te quiera tal y como eres: con las cicatrices en las muñecas y con tu alma cansada. Mira, yo qué sé de la vida, pero ojalá llegue un momento en el que llegue alguien que tenga miedo de perderte a ti y no quiera soltarte la mano cuando ya hayan cruzado la calle. Que te dé más motivos para sonreír, que razones para llorar. Sí, chicos, hay alguien que está dispuesto a dar todo su mundo por verlos sonreír y por poner el suyo cuesta abajo para ser los primeros en ver el amanecer, que tiene las ganas de congelar el tiempo en una fotografía y así no sean tan frías las noches de invierno. Un día sentirás cómo todo comienza a encajar en tu habitación, cómo el viento te trae a ti lo que tanto deseaste y cómo empiezas a olvidarte de quien te hizo daño. Una noche tendrás a alguien que te caliente las manos, que te abrigue con un abrazo y puedas dormir sin que tus pensamientos sean esos hijos de puta que te ahoguen en un profundo mar de lágrimas. Te morderá los labios y te hará sonreír a mitad de un beso, te cantará y tratará de que tú no te cortes de nuevo, acariciará tu piel y la hará suya también. Irán los dos persiguiendo al miedo de frente y te sobará el pelo mientras duermes. Y ese alguien te podrá muchas corazas y te quitará ese peso que llevas en los hombros.

Pero ese alguien será el mismo que te hará llorar cuando deje un vacío imposible de llenar, que te hará temblar de frío al ver sus fotografías. 

Los días pasarán desapercibidos; los meses, incluso los años tendrán ese sabor amargo que suelen dejar los seres que no son de este mundo, porque dudarás hasta de su existencia, pero tendrás unas marcas en tu piel que te recordarán que fueron reales.

Todo se escuchará como la canción más triste. Y entonces cada verso te hará sangrar, porque entenderás y sentirás en carne propia lo que significa la letra de la canción. 

Tus noches pasarán de ser tranquilas, a ser un infierno. Te quemará oír su voz en los mensajes que dejó en el buzón, te quemará leer los libros que te recomendó, te quemará ver las estrellas y recordar cuando decía que algún día sería una de ellas. Y tú tratarás de encontrarle con urgencia, porque le necesitarás como puede necesitar el enfermo, la cura.

Y te parecerá tan irónico que sea su sonrisa la que te hará llorar como ese niño que se le ha escapado su globo de las manos y sabe que nunca más lo volverá a recuperar.

Habrá un amor en tu vida del que no te recuperarás jamás.
Y ese será el amor que te matará y luego andarás muerto en vida.

jueves, 30 de julio de 2015

A(ma)rte

Yo quiero hacer de mi vida una obra de arte y quiero amarte como el primer día del resto de nuestra vida. 

Quiero que seas a lo que llamo poesía: versearte, besarte los huesos, comerte a besos y matarte a risas. 

Quiero lamerte lo que tanto te cuesta cicatrizar, 
eternizar lo fugaz,
olvidar que existe un mañana 
y prometerte un ahora lleno de fuegos artificiales. 

Quiero lo que tú tanto odias 
y quiero odiar lo que nos separe. 

Prometo ser fiel enemigo de lo que te quita la sonrisa y juro buscar hasta por debajo del mar los motivos para que vuelvas a florecer, y volver a ver a esa chica que es el eje de una galaxia desconocida, que pasa desapercibida ante la poesía y no sabe volver dos veces al mismo lugar. Así que tú, no te vayas. Quédate, espero que seas feliz. Muy feliz.

No te prometo "para siempre's" que quizás no pueda cumplir, pero te regalo un infinito en los días que dure. Tampoco "hasta nunca's", porque sé que si algún día no caminamos en el mismo camino ni en la misma dirección, algún día nuestras narices chocarán de nuevo. 

¡Basta ya de tanto futuro, y comencemos a vivir lo que tenemos de una vez por todas! Un día podría ser el más amargo al ver que te la has pasado esquivando lo que ha llegado y se ha acomodado a tu lado. 

Quiero recordarte que si tienes ganas de llorar, llora hasta que ya no tengas lágrimas; 
si quieres huir y dejar todo atrás: vete, toma las llaves del coche y no mires el retrovisor; 
si quieres gritar, grita hasta que la garganta te duela y tengas la boca seca. 
Pero no te quedes con las ganas, porque esas ganas, con el tiempo, se van acumulando, y llega un punto en el que ya no sabes qué hacer con ellas.

Quiero darle la vuelta al mundo para abrazarte por detrás, cogerte de la mano y escapar. Llevarte a conocer mundo, ser turista de tus ruinas, porque a mí ninguna Roma va a decirme de qué alma enamorarme. 

Y quiero que tú 
me hagas extranjero 
de este cuerpo.

Voy a hacer lo imposible para que sepas quién eres, y voy a estar ahí, justo cuando te entre pánico. Y que me aprietes fuerte la mano. Y que salgas corriendo conmigo. Porque lo que yo quiero es que corramos juntos, y que nos corramos a la vez. Recordar noches, olvidarnos de todos los agostos en los que nos hemos sentido miserables. Llevar tus meses favoritos en el bolsillo y sacártelos cuando quieras que sea verano otra vez.

Y que la poesía nos eternice, 
amén.

martes, 28 de julio de 2015

Clima tropical


Pero dime: cómo, en términos reales, iba a olvidarme de tu boca, si es lo que un día me salvó. 

Y ahora mírame, estoy con las alas caídas y la mirada puesta en las estrellas.

A veces pienso que ellas también están cansadas de que tú no las veas. Y que, al final del día, son las que tengan que lidiar con el infierno que es, déjame recordarte: necesitarte y que tú no pienses en mí.

Soy un retazo de lo que un día fui
Y quemé a cuantos estuvieron ahí, por eso lo siento, no fue mi intención hacerte daño, convertirte en piedra ni que anochecieras en tristeza. 
Por eso lo siento, cariño. No quise ser tormenta, pero es que a ti siempre te gustaron los climas tropicales.

Pero, entonces, cómo se quiere a alguien sino abrazando sus partes rotas, aunque eso implique cortarse el cuerpo. Y yo tengo varias cicatrices que enseñarte.

Porque si algo sé hacer bien es quererte hasta que duela, hasta que cada parte que está en su lugar sienta que está perdida, hasta que los pétalos tengan envidia de las espinas.

¿Sabes cuando el cielo está por partirse en dos en medio de un huracán? Así tú y yo, supongo que el nuestro fue a última escala. Cl

“Pero cálame los huesos”, te supliqué mientras te ibas.

Y a ti eso pareció no importarte tanto, puesto que me calaste con el último adiós, y no como soñaba. Pero qué ingenuo fui al siquiera pensar que te quedarías y desempacarías tu ropa.

Yo ya te había ordenado las cosas por dentro para que habitaras, y no te incomodaran esos pequeños defectos que tanto te gustaban.

Coge aire, esto va a tomar tiempo, el amanecer tarda en llegar para aquellos que quieren desaparecer entre tanto escombro.

Mira, el primer rayo de sol es para ti. Te lo regalo.

domingo, 26 de julio de 2015

Claustrofobia

Hoy he vuelto a la rutina, que es echarte de menos.
 
Una suave brisa rozó mi rostro y me sacó un escalofrío muy parecido al de esa canción que tanto me recuerda a ti.
 
Porque,  ¿qué canción quisiese olvidarse de tu voz cuando las tarareabas como si fuesen tuyas? Las abrazabas, y las componías como rompiéndose en sus hombros favoritos.
 
El amor, a veces, camina cuesta abajo.
Con los párpados caídos y con unas ojeras que dicen que la noche anterior mojó la almohada de tanto mar.
 
Parece que fue ayer donde me derretía en tus manos. Porque era un maldito iceberg. 

Antes de dormir se me hace inevitable no acariciar tu silueta del lado izquierdo de la cama. Te busco con urgencia en cada otoño. Y me ahogo al naufragar por tus costas.
 
Nieva fuerte allá afuera y mi corazón se está congelando nuevamente.
 
Cómo te atreves a preguntarme si tengo miedos, cuando sabes de memoria que tengo de sobra. Y toda esa mierda.
 
Y me entra claustrofobia cuando me dicen que huya lejos. Y no sé hacerlo sino hacia adentro. Hacia donde no hay salidas de emergencia, ni ventilación, ni luna que alumbre. Sólo faros de focos descompuestos.
 
No he podido domar a los leones de Cibeles, ni he podido derribar estas malditas inseguridades. Supongo que por eso te fuiste, porque a nadie le gustaría estar con alguien tan inseguro de sí mismo, que se encierra en su mundo, que tiene sueños raros que no comparte con nadie, porque con nadie tiene cosas en común.
 
De niño quise quemar el mundo con música, olvidarme hasta de mi existencia,  bailar con la soledad y escribir canciones tristes, porque fui incapaz de hablar de lo feliz que serían las circunstancias si no me hubiesen conocido.

Y tú sonreías más seguido antes de mí. 

Hazlo, maldice haberte topado con un desastre como el mío, que yo nunca me arrepentiré de haberte conocido.

miércoles, 22 de julio de 2015

Umbral

A veces siento que se nos están cansando las ganas de comernos el mundo. De ir, de venir con las manos llenas de alguien, sin vacíos, con partes rotas que supieron quedarse en nosotros. Pienso que todo, algún día, se resumirá en noches en vela, echando de menos a todo el que el viento se llevó, porque él también suele llevarse lo que más queremos que se quede. Comenzamos a temblar, nuestros labios comienzan a secarse -son un maldito desierto-, las manos comienzan a necesitar recorrer cuerpos y el corazón, al parecer, también se cansa de latir cuando no hay motivos para seguir haciéndolo.

¿Qué es eso? Me dijo asustada
Tranquila, es el amor. Contesté, cogiéndole de la mano

Entonces caminamos por un largo tiempo -sin saber adónde-, sólo caminamos, nos dejamos llevar por las circunstancias y por la vida, y sin darnos cuenta, ya habíamos cruzado el umbral de ambas vidas, nuestros planes comenzaron a ser de dos, nuestros sueños los compartíamos, los miedos los enfrentábamos con la mirada de un guerrero que todavía no se da por vencido. 

A veces pienso que la vida, en resumen, es todo lo que te ha quitado: las sonrisas, por ejemplo. Aunque ahora también existen sonrisas que son iguales, pero su significado es diferente. 

Piensa, ¿cuántos entran en esa sonrisa? 
Y te miro a ti sin pensarlo siquiera. 

Y me miras, también. Y el mundo parece detenerse, el tiempo se congela, el universo sueña con que seamos fugaces una noche de septiembre, donde la luna esté llena y nuestras ganas estén colapsando -como dos cometas- y que de ello surjan estrellas.

No sé, no sé cómo es que en tan poco tiempo, tú, siendo fugaz, te has convertido en eternidad. Aunque en el fondo sé que cuando dejas que alguien entre a tu vida, también estás besando su oscuridad y dejas que te abrigue. Pero eso es extraordinario, piensa en cuántas estrellas serán visibles con la llegada de su oscuridad.

En nuestra vida llegamos a tener dos grandes amores: uno, con el que estás para siempre; y otro, al que recuerdas para siempre. Y yo no sé cuál quiero que seas tú.

martes, 21 de julio de 2015

El amor de mi vida

Léeme a todas horas,
ámame siempre, 
échame de menos en diciembre 
y necesítame cada uno de enero. 

Lo que yo quería era verte sonreír, 
correrte en una risa 
y que te quedaras a desayunar. 

No quise verte llorar, 
abandonarlo todo en medio de la carretera 
ni que te fueses sino con un "¡lo he conseguido!" entre manos. 

Lo que yo quería era verte loca, 
y yo soy ese gato que
te regalaría sus siete vidas intactas 
por verte feliz en alguna de ellas. 

Prenderle fuego a la chimenea, 
calentarte en un abrazo, 
susurrarte al oído que te he buscado toda la vida 
y todavía sigo sin saber quién eres, 
porque eres de esas chicas que las adorna el misterio. 
Y yo quiero encontrarte, 
descifrarte en un verso 
y así poder entender 
que hay chicas -como tú- que sólo pasan una vez en la vida 
y que cuando se van, 
por castigo o por condena, 
las recuerdas para siempre. 

Tomarte de la mano en un paso de cebra, 
cruzar todos los semáforos en rojos, 
tumbarnos en la cama en silencio, 
pintar en tu rincón favorito de Madrid 
tu canción favorita 
y gritar en una plaza abarrotada de gente 
que te quiero. 
Y que me calles, 
que parezco gilipollas, 
pero que me quieres también.

Quise arreglarte las noches, 
los atardeceres, 
las madrugadas de llamadas de urgencia, 
y terminar diciendo "pero te quiero". 

Hay cosas que te toca que descubrir solo, 
pero qué bonito cuando tú quieres descubrirlas conmigo, 
conocer mundo, 
apreciar vistas, 
refugirme en tus brazos 
y no pensar en que algún día terminarás disparando. 
Aunque el amor, en cierto modo, 
es una pistola puesta en las sien 
que siempre está cargada. 
Y sólo buscas quién apriete el gatillo.

Soy ese que te mira, 
aunque tú no lo voltees a ver; 
el que daría todas sus estrellas 
por verte brillar a ti; 
el que no dudaría ni un segundo en saltar
para sacarte del fondo del precipicio, 
aunque después ninguno de los dos sepa cómo salir; 
el que te escribe, 
aunque tú ya le escribas a otro.

Esta es la historia catastrófica del amor de mi vida 
que ya está con el amor de su vida. 
Esto sí podría llamarse un polo opuesto
porque apuesto que ni siquiera me conoce. 

Ni me conocerá

jamás.  

domingo, 19 de julio de 2015

Algún día

Tengo muchos noviembres tachados con las iniciales de tu nombre, pero que en ninguno de ellos decidiste venir a compartir el frío.

Supongo que las ganas se me están volviendo como ese cúmulo de basura con las fotografías que no nos tomamos, con las palabras que no nos dijimos y con las canciones que no nos dedicamos. 

Pero está bien, todo está bien, al menos, quiero creerlo. 

Pero creerlo no es sentirlo. Yo siento que todo se va por la borda cuando, por las noches, te hago un hueco en cada rincón de mi vida y esto es tan inestable cuando tengo que agarrarme fuerte a un recuerdo. A un fantasma.

El tiempo pasa volando y con él nos vamos nosotros también. 

Es simple, a veces, tienes que empezar a escuchar lo que un día te pareció silencio. Y te comienzan a salir grietas en tus orejas y escuchas un gran ruido que te causa dolor de cabeza. Y debes agarrarte de las ramas que todavía se mantienen fuertes y no de las que están secas, pero, por inercia o por estupidez, siempre nos tomamos de las que nos harán caer. No sé si es porque nos gusta la caída, o si es porque esperamos que alguien esté esperándonos al fondo. Lo último -cuando no te espera nadie- suele ser el peor golpe, te rompes todos los huesos y más. 

Mañana hará frío otra vez, mañana el sol se pondrá bajo la nube que tanto le gusta, mañana el recuerdo será polvo o ceniza, qué más da qué sea, si de todos modos, el viento terminará llevándoselo alguna tarde de agosto. 

Yo tengo un plan, al menos está en un plano donde tengo algunas de las salidas de huida que me condenaron a llegar siempre a ti, todos los caminos que posiblemente me sacarían de mi propia Roma, terminaban en tus brazos, y en ellos comprendí que los abrazos son lazos que te atan para siempre a alguien. Y que siempre te van abrazando, así te vayas lejos -muy lejos-. Siempre sentirás ese calor que hace sentirte hogar. 

No me cabe en la cabeza cómo fue que llegamos a estas circunstancias, o fueron las muy hijas de putas las que llegaron a nosotros a destrozarnos las esperanzas y los planos trazados.

Yo todavía recuerdo cuánto te gustaban las noches de verano, las fogatas en la playa, la sandía y el helado de chocolate. 

Soy el peor de tus pesadillas, pienso. Pero ojalá sea parte de tus sueños algún día.

lunes, 13 de julio de 2015

Alas

Como la suave brisa que entra cuando te estoy echando de menos y me recuerda que tú estás en algún rincón del mundo echando de menos al amor de tu vida.
Como ver llover una tarde en el que te tengo café y pan dulce. 
Como reír olvidándome hasta de mi existencia,  porque con tu presencia logras captar la atención hasta de las margaritas. 
Como el sol en un día de grises.
Como los árboles en otoño que me hacen recordar que no dependo de ti, porque hasta ellos mismos tienen que desprender sus hojas para que crezcan nuevas.
Ojalá me crezcan de nuevo las alas, 
porque al irte
me las cortaste con frialdad. 
Y a mí que tanto me daba por elevarte a la décima altura 
de los sentimientos, 
que luego resultaron 
unas jodidas balas, 
un revólver 
que se disparó automáticamente.

Pero es triste, ¿sabes?
Puedes apuntar al futuro 
y caer donde más temías. 
Algo así es este juego absurdo de palabras 
que no tienen rima 
ni lírica, 
pero que tanto me urge tirar.

Bien dicen que el poeta 
no es poeta sin antes haberse roto callando
lo que sonreír.

Ojalá algún te dé por perdonarme y acabes por venir a quemar toda la basura, y quien habla de basura habla de palabras que ya han caducado, de recuerdos que pintan la noche de luz y de corazones que se mantienen en la cuerda floja, porque son demasiado inestables.

Yo,
por ironía,
acabé haciéndome más de esas heridas que tanto me gustaba que tú tocaras, lo hacías con tanta delicadeza que en cierto punto sentía cómo con tu saliva ibas creando piel nueva. Llámalo truco o magia, pero tú sin ser maga, terminaste siendo la mismísima magia. En vivo y a todo color.

Yo creía en ti,
ellos también lo hacían, aunque no hacían tanto ruido como yo,
yo te amaba con ruido,
te sentía con ruido,
te hacía el amor con ruido
e incluso te veía dormir como si la música estuviese durmiendo en mis hombros, después de haber llorado toda la noche.

Hay días como hoy que no sé dónde dejé mis raíces, mis ganas, mis sueños, mis ilusiones, mis "me voy a comer el mundo". Hoy ando cuesta abajo, recorriendo y descubriendo mundo a solas, a secas.

domingo, 12 de julio de 2015

Siempre fuiste tú

Soy ese hijo de puta que rompió corazones, 
que destapó botellas con la soledad, 
que echó a la noche en una copa 
y se la tomó junto con sus antidepresivos.  

El que pensaba que enamorarse era de gilipollas, 
y ahora le da por pensar que es el gilipollas más grande del mundo 
por vender que el amor es una ilusión que termina en decepción.
Es que, mírate, 
apareces tú con ese huracán de sonrisas, 
haciéndole cosquillas a mis miedos 
y haciendo temblar a los monstruos que llevo en las costillas. 
Y es imposible no tambalear desde mis cimientos.

Y pienso que la vida no hace el amor, 
es el amor quien hace la vida 
y tú con ese desencanto de boca, 
lanzas dardos con la mirada 
y terminan en mi pecho
-justo donde me dueles-. 

Y es que, ahora lo entiendo todo, 
siempre fuiste tú, 
en algún estribillo de mi canción favorita
te encontraba por arte de magia 
y el truco era ver las estrellas 
y se ponían más guapas que de costumbre 
y su brillo se parecía mucho al de tus ojos cuando me ves. 

Siempre fuiste tú 
la canción, 
la película 
y el poema 
que todos llegan a odiar en algún punto de su vida 
porque se identifican tanto, que terminan quemando. 

Pero bésame, 
no te detengas. 
Que sin tu sonrisa 
el cielo deja de brillar. 

Y cuando trato de sacarte de mi cabeza, 
apareces quinientas veces más 
y todo se va a la mierda. 
Enséñame a bailar en la pista de la vida, 
porque desde que tengo memoria, 
es ella quien me ha pisado los pies 
y ahora es mi turno de pisártelos a ti. 

Sé mi guía, 
el lugar favorito de mi huida, 
el aprendizaje de mi caída. 
Sé todo, menos algo.

Y como bien dice Loreto:
"Los que entienden de naufragios 
saben que cuando se sale a la superficie, 
es sólo para coger aire. Y volver a hundirse". 
¿Ahora entiendes por qué siempre me ahogo en ti? 
Es por la magia que se supone que une dos corazones 
que saben quemarse hasta ver al sol arder 
y las nubes son el papel que desemboca 
el peor incendio forestal. 

Somos el escape de un suicida, 
la última carta de un enamorado a su prometida, 
la bala perdida entre tanto polvo, 
la "x" que tanto busca la ciencia 
y el atardecer que nos rompe. 

Lo que sé de poesía 
lo aprendí con tu labios, 
con ese sabor a cereza 
y ese vaivén de caderas. 

Quién me iba a decir a mí 
que tú mantenías el secreto de las mariposas bajo la falta 
y que nos hicieron falta muchos veranos para entender que todo se mantenía a flote 
y que el salvavidas fue, en realidad, el iceberg que terminó hundiéndonos. 

La vida y sus formas preciosas de matarme 
a través de ti.

viernes, 10 de julio de 2015

Diana

Es una chica insegura,
duda de todo,
hasta del retrato hablado
donde luce preciosa
con su vestido de estrellas
y su tatuaje en su muñeca izquierda:

livin' on the fucking edge.

Es impuntual,
llega tarde a las oportunidades
y ha perdido varios trenes ya.
Odia los aeropuertos,
pero ama viajar,
conocer mundo,
desconocer gente.

Baila su canción favorita
con el revólver puesto en las sien,
sus vecinos se han quejado con la policía
por el escándalo de una vida que no tiene riendas.

Cada noche prepara cena para dos,
aunque termine teniendo una cita con la soledad,
con las velas quemadas
y la música no se detiene,
sigue,
como sigue ella cuando está herida,
cuando anda con sus alas caídas
y la mirada cuesta abajo.
Sigue como siguen los años -sin nadie-.

La vida la tiene nostálgica,
con ojeras
y sin ánimo.

Por la mañana:
lágrimas,
lluvia, 
café
y pan tostado.

Echa de menos un hogar,
a su madre,
a su padre
y a su hermano pequeño.
Nueva York le es inmensa 
para lo sola que se siente a veces. 
Ciudades llenas, 
gente vacía.

Quiere ser artista,
aparecer en una revista
y luego quemarla.
Así de impredecible.

Quiere ser la musa
de un Picasso
que la retracte sonriendo,
porque quiere volver a verse feliz,
al menos,
recordar cómo era antes de este desastre.

Quiere ser la canción favorita
de un compositor
y sonar como la más triste del mundo.

Cuando abraza,
no es que te componga los cristales rotos,
sino que te rompe hasta las costillas:
tiene una fuerza para hacerlo
como solamente sabe abrazar una chica
que se deja ir por la vida
porque se ha cansado ya
y anda descalza por la ciudad de espinas.

Ha atravesado mares
cuando, en realidad, tenía ganas de ahogarse
y de no salir nunca más a la superficie
y despertar en una isla desierta
donde se vea el crepúsculo
y escuchar cómo el mar se calma mientras anochece.

Su nombre es Diana,
a ver quién tiene la mejor puntería
y le da en su punto débil.

martes, 7 de julio de 2015

Magia y poesía

Pero un día alguien va a aguantarse la mirada al ver tus defectos, esos que intentas ocultar con maquillaje y sonrisa, y le gustarán. Tanto que se quedará.

Se quedará a ver cómo anocheces y cómo nacen las estrellas cuando tú bailas con tantísimos golpes en el pecho y tantas despedidas en ese reloj de arena que no supo detenerse cuando deseaste con las mismas fuerzas de alguien que había vivido su primer momento de felicidad. 

Viene y te invita a pizza.
Toma cerveza mientras te acomoda el pelo en tu oreja.
Y sonríe.
Y le brillan los dientes.
Te mete la mano en ese desorden de vida, pero todo termina mal, porque, de pronto, comienzas a necesitarle con urgencia y a querer saber más de su vida.
De golpe, así fue que entró.
Te caló como la mejor tormenta que jamás te lloverá.

Es invierno,
llueve,
hace frío
y las manos heladas.
Entonces se abrazan como si fuesen uno solo.

Y se acerca a ti, te acaricia la mejilla y te dice que, por mucha seguridad que te transmita, se siente el chico más inestable de un mundo paralelo.

Está triste porque por las noches trata la manera posible de encontrar todas las partes de él que le fueron arrebatadas en el día. 

Y él, sin saberlo, es magia.
Y tú, sin saberlo, eres poesía. 

Y la magia con la poesía van de la mano.

lunes, 6 de julio de 2015

Desde mi cielo

Su canción favorita sonando de fondo y yo me he resistido a sangrar, pero ha sido un intento más que queda en el olvido, porque siempre que la escucho me desangro, mi pulso baja inmediatamente y mi cerebro se vuelve loco poniéndome los momentos que me quemaron contigo.

Me he puesto guapo esta noche, porque he quedado con alguien, pero no me culpes a mí, porque yo también tengo derecho a ser feliz sin ti y esta vez lo he decidido, voy por más de este vacío que me está consumiendo y que me hace sentir cada vez más dentro en ese pozo profundo que es la soledad.

Joder, siento que mi pecho va a estallar un día de estos, porque no sé cómo ni dónde empecé a sentir estas cosas por ti. No son buenas, que quede claro. En mi vida había deseado no despertar al dormir y amanecer en unos labios que me coman las heridas.

Me siento más mío, que de nadie. Por favor, no quemes mi bandera. Ahora estoy entendiendo aquello del amor propio, antes que el amor ajeno.

Entiende, amor. He estado teniendo conversaciones con el que fui, y me ha reprochado y me ha dicho cuánto daño me has hecho. Pero, dime, cómo se puede superar una ausencia con la sala preciosa que dejaste en el lado izquierdo de mi pecho.

Y nos hemos puesto a llorar, yo le he dicho que, por favor, se quede conmigo, que necesito un hombro en el que dejar salir todo el invierno que se desató en mis ojos cuando lo que deseaba es que siempre fuese un intenso verano. Un único y eterno amor de verano.

Si te expones mucho tiempo al sol te salen quemaduras y se te pone la piel roja. Algo así causabas tú con ese incendio que traías entre caderas y ese frenesí que no paraba de tambalear mis cimientos.

Tuve miedo, lo confieso. Tuve miedo de que me dejases las sábanas frías un miércoles cualquiera, que las cortinas estuviesen cerradas y la puerta abierta.

Desde entonces cuando camino, bailo o río sueno a cristales rotos.

Y la gente se aleja, y los comprendo, porque nadie estaría alrededor de algo que les hiciese daño, que les causara cortaduras en los sentimientos.

"Vengo a despertarte todos los días de tu eterna y gloriosa guerra que tienes entre párpados y corazón".

¿Cómo decirle a mi corazón que tú ya no quieres hacerlo latir con esa felicidad que irradiaba los árboles? Incluso los pájaros volaban por tu pelo para saborear la gloria de la eterna juventud. Ellos querían conocer el secreto.

Pero el secreto es que alguien te ame, a tal punto que te deje heridas -muchas heridas, tantas que termines odiándole- huellas y que luego te inmortalice en papel. Que saboreé  lo amargo que es echar de menos a una persona que trajo un mundo nuevo a ti, y a tus pies.

Y yo que sentí más de la cuenta, supongo que por eso terminé con estas heridas que me han hecho poeta clandestino de los recuerdos.

Ya es Julio, y me da vértigo mirar atrás. Voltear a ver las cenizas que guardamos en una caja y que luego tiramos al mar. Dejamos ir, qué fácil se nos dio eso de soltar lo que tanto nos costó encontrar, todo se fue al fondo del océano, quizás por eso siento que a veces me ahogo, porque parte de mí se fue en esa caja.

Hoy he vuelto a sonreír, porque tendré una cita -a ciegas- con tu recuerdo.

Y desde mi cielo te veré volar en otros horizontes. 
Lejos. 
Lejos. 
Lejos de mí.

domingo, 5 de julio de 2015

Monstruos

Te he visto desvestirte las esperanzas y arrojarlas a ese precipicio que tantísimo tú odias. Y es que, a veces, no puedo con ese brillo de tu mirada tan apagado; tan lleno de todo, menos de vida.

Apagas las luces y a tientas te vas hasta la cama, ya quisieras tú a dormir, pero tus pensamientos son vorágines que te impiden cerrar los ojos.

¿Te has fijado? El techo está más bonito por las noches, porque se ve toda la magia que abriga a la oscuridad: los monstruos salen a la superficie y se acuestan a tu lado, te meten sus garras en tu pelo con mucho cuidado y sientes cómo cada vez te vas haciendo más y más pequeña.

Ellos están igual que tú: un día algo o alguien les hizo endurecerse, pero no del todo. Aún guardan su cariño y se lo demuestran a quien acompañan en sus noches de soledad.

Te invitan a una noche llena de fantasmas, de cosas innatas y de recuerdos que fueron quemados en el vacío. Y también a una copa, a dos, o a tres. 

¿Te has preguntado por qué no salen de día? Pues porque le temen a la hipocresía de un mundo que no supo ser verdad. Por eso te esperan debajo de la cama, son tus pequeños monstruos que tienen más humanidad que muchos que conoces.

Te agarran de la mano como nunca nadie supo agarrárselas a ellos. Por eso viven tristes: porque lo quisieron todo con alguien; un futuro que se escribiese a base de caricias, un hogar donde poder acurrucar la cabeza cuando han fracasado muchas veces, un techo que los protegiese del mundo, un abrazo que les hiciese sentir que aún siguen siendo fuertes.

No son los humanos los que les tienen miedo, son los monstruos los que les temen a ellos. Porque las personas a lo que tanto temen es a lo que son y a lo fueron, sin ir más lejos.

Hay inviernos que tienen sabor amargo, Miguel echa de menos a su madre, que se fue demasiado pronto. A veces todavía cree escuchar su risa entre los escombros y le da por llorar.

Julia echa de menos el sabor dulce que solamente sabía dar su padre en una caricia.

Anna echa de menos las ráfagas de viento a finales de agosto que le recuerdan lo bonita que es cuando se ve frente a un espejo. 

Roberto echa de menos la partitura de sus labios, cuando le besaba hasta las tristezas. 

Ernesto echa de menos sentir, de un tiempo para acá, se ha dedicado única y exclusivamente a ser manos heladas, corazón de hielo y mente rota. 

Y por último, Martha echa de menos ser la necesidad, la urgencia en la mirada de alguien, que le diga:

"Ven, vamos a pagar los atardeceres que tenemos pendientes. Y vengo a salvarte de ti".

Monstruos, si supiesen lo preciosos que son cada cual a su manera, esa risa que supo salir de banca rota, ese corazón que todavía quema a quien quiere estar dentro, esos brazos que arropan mucho mejor que un jersey en invierno.

Vamos, chicos.
  
Amen,
echen de menos,
sonríanle a los atardeceres,
rompan cosas,
que no corazones;
dejen recuerdos,
que no pesadillas;
armen,
destruyan,
reconstruyan,
bailen desde las alturas
y cuando la vida los ha tirado,
griten su dolor,
callen si creen que van a herir,
vuélvanse locos,
corran,
viajen,
dediquen canciones,
quemen fotografías,
guarden lo mejor
y olviden lo que duele.

Vamos a intentar ser feli...

No.

¡Vamos a ser felices por una vez en la vida!

sábado, 4 de julio de 2015

Abrazar es otra forma de romper

Cuando estás mucho tiempo sin saber adónde ir, al final lo que pasa es que se te oxidan las ganas. Y te toca que andar sin ningún rumbo en las calles, y entonces la ciudad es menos ciudad. Y comienzas a cuestionarte dónde estás, porque al parecer incluso tus raíces se han olvidado de ti y empiezan a descubrir mundo sin ti. Y van. Y se van lejos. Y te dejan con la libertad de caminar por donde quieras y tú no sabes qué hacer, excepto reír con esa risa nerviosa cuando alguien te pregunta que qué quieres ser en la vida.

Pero tú lo que quieres
es ser la vida de alguien.
Plantar un árbol y escribir un libro que pueda curar sus heridas.
Meter tus manos dentro de su sudadera cuando es invierno.
Besarle cuando sus labios son desierto y tienen sed.
Acostarte a su lado y contarle cuánto echabas de menos estar de vuelta en sus brazos, aun cuando no le habías conocido.
Contarle sus lunares hasta que las estrellas odien el cielo
y prefieran su espalda.

Tú lo que quieres
es que alguien
respire a través de tu piel.
Ser el motivo o la excusa que haga temblar a los "para siempre's" cuando hable sobre la eternidad de tus ojos,
hasta que el futuro tenga miedo porque ambos quieren cruzar los semáforos en rojo de un heavy metal que también llora por las noches.

Y entonces aparece siendo casualidad que termina siendo el accidente de dos vidas que se necesitan y no saben salvarse sino es por mutuo acuerdo. Porque ambos han estado tan perdidos, que el mapa en el que se encuentran no tiene salidas de emergencia. Son coordenadas que tropezaron y su carta de presentación fue un abrazo que rompió todos sus esquemas.

Es que los corazones, a estas alturas, deberían de entender que, si no es en un abrazo, no vale la pena romperse. Y es donde te das cuenta de quién verdaderamente vale todo, porque muchos te romperán de distintas formas, pero ojo con aquel que logre romperte cuando te estés despidiendo por tercera vez consecutiva y no te suelte la mano.