sábado, 28 de noviembre de 2015

Carta por si algún día te topas con ella accidentalmente y te acuerdes de mí por tanto tachón

Tanto tiempo, ¿recuerdas? Y mi mejor y más grande caída sigues siendo tú. Cómo empezar esta carta sino dedicándote las mejores sonrisas entre las primeras líneas. El viento de finales de noviembre te hacía sentir triste, no sé por qué, ni siquiera te lo pregunté. Algunas preguntas duelen más que la respuesta, al igual que algunas sonrisas duelen por el mero hecho de usarlas por rutina.

Han pasado varios inviernos desde que ya no nos abrazamos. Lo que me pasa contigo es lo que me pasa cuando me entra miedo si, de repente, se me borran tus fotos del móvil y las conversaciones hasta altas horas de la madrugada. Si de repente sólo tenga que idealizarte, como si nunca hubieses existido. Las cámaras captan la esencia del momento, el corazón capta el sentimiento.

Invierno tras invierno, y no eres tú quien llama a la puerta. Llueve recio al recordarte, porque si llegas a leer esto algún día, que aún tengo la efímera esperanza de que así sea, quiero que sepas que fuiste el amor que caló cada hueso de mi anatomía. Quiero decir: fuiste la tormenta, después de tanta lluvia, que vino a decirme: venga, no vengo a mojarte, vengo a calarte.

Quiero que sepas que aún sigo yendo a esos sitios que solían conocernos, que sigo escuchando esas canciones que solían describirnos, que sigo sintiendo cómo el fuego surge desde la caja torácica y se arma tremendo espectáculo, uno donde nadie disfruta estar. Porque quema. Llega a quemarme por dentro mientras sigo hablándole a la gente de que jamás llegué a conocerte del todo, porque fuiste un misterio que no llegué a resolver con conclusiones finales.

Todavía hay restos de los momentos donde el miedo tuvo que aferrarse a nosotros y nosotros nos aferramos a la vida. Y qué bonito es recordar a la persona que te conoció suicida y también con quien amaste la vida.

Yo amé estar en tus brazos.
Volaba siempre que me los abrías.
Alto.
Tan alto que ni siquiera podrías imaginar la altura a la que te lleva amar de la forma más noble y sincera que existe.

Perdoname si en lugar de sonrisas te puse un montón de motivos para llorar. No era esa mi intención. No intento justificarme, pero hay personas que el amor las hace autodestructivas.

Está claro que no fui el amor de tu vida, pero tú fuiste más que eso.

Qué pasa cuando el día se acaba y no tienes adónde ir. Qué pasa cuando la vida te quita a todos y te quedas literalmente desnudo. Tan propenso al daño. Tan vulnerable. Qué pasa si un día de estos me recuerdas y quieras de inmediato que me esfume tan pronto como una tristeza insuperable. Qué pasa si un día de estos te olvido y quieras que te recuerde por el simple hecho de que te gusta estar en ese lugar tan grande como la memoria.

Posdata: No espero que me digas cosas bonitas, porque simplemente no las merezco. Pero, óyeme, si un día me recuerdas por accidente, por favor, no me dejes ir.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Inmortal

Últimamente la vida la llevo ojerosa, 
ya ni siquiera tararea su canción favorita, 
incluso ya no le da por tiritar cuando está a punto de ser feliz. 

A esta edad, 
ya he sabido más de monstruos que de personas, 
porque a mí siempre me han dado mucho miedo las últimas, 
desde pequeño, digo.
Lo digo por experiencia propia: 
a veces cuando intentas hacer sonreír a alguien
mientras tú no sabes cómo hacerlo, 
lo que pasa es que te clavas más en el pecho 
ese ojalá que nunca acaba de llegar.

Miro al cielo, entonces,
con la vista cansada 
y con los sentimientos quién sabe cómo, 
jamás he sabido ponerle los motivos correctos a la sonrisa, 
siempre, al final, la destrozan las personas a quienes he admirado 
y por las cuales he derribado muros para llegar a ellas.

Porque cuando quiero conseguir algo
cruzo fronteras,
mares, 
millas
Y luego, no sé,
pero cuando lo consigo,
también pierdo algo.
Y me duele. 

Entonces comprendo que para conseguir unas cosas 
tendrás que sacrificar otras.
Y lo jodido es que tú no escoges cuáles perder, 
sino que es la vida quien te las arrebata sin el más mínimo de los afectos. 

La vida, 
la mía,
no me ha sabido tan dulce desde que comencé a entender de qué va el mundo.
Romper cosas cuando intentas dar tu mayor acierto, 
romper personas cuando intentas construir algo bonito, 
romper corazones cuando intentas entrar a ellos
¿Por qué todo, a veces, se resume en romper?
Ojalá sólo lo conjugáramos con las cosas, y no con las personas.

Dicen que con el tiempo uno no olvida, 
sino que aprende a aceptar. 
Y con lo que a mí respecta
ya te he aceptado y me he resignado a ti
porque el mayor error hubiese sido 
no haber coincidido jamás.

Ven, te invito a una noche de recuerdos,
aquí está tu sonrisa.
Y allá, la mía.  

martes, 24 de noviembre de 2015

Hay gente que lo será todo

Siempre va a haber gente que te hará cantar,
bailar,
llorar en la pista de baile,
que te pisará los pies mientras sonríes y te balanceas para darle un beso de despedida,
que te abrazará cuando dices que hace frío,
que te quitará los escalofríos que produce el miedo. 


Siempre va a haber gente así, 
que te levantará cuando tú has decidido caer, 
que te hará ver lo bonito de estar roto, 
te enseñará a soñar con ojos abiertos 
y a creer con los ojos cerrados.
Te protegerá cuando estés de espalda 
y buscará tu espada para que pelees. 

Hay gente que te enseñará a vivir cuando no esté, 
que te dará besos en la frente 
para demostrarte cuánto te quiere 
y cuán dispuesta estaría de meter las manos al fuego 
para que tú no te quemes. 
Porque hay gente que preferirá hacerse cenizas
a verte a ti arder.

Hay gente que será tu verano, 
tus días soleados, 
la brisa veraniega que te hará recordar tus amores fugaces.

Hay gente que te hará sonar como la canción más hermosa
cuando estés roto, 
que te tocará sin siquiera poner sus manos sobre ti, 
que te marcará cuando todos te envían mensajes.
Y te sacará una sonrisa aunque ya no esté.

Hay gente que correrá contigo, 
que será la meta más valiosa que alcanzar, 
que será la cima a la que quieres escalar.

Hay gente que será tu tormenta, 
tu infierno 
y tu utopía.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Humanidad

Qué daño irreparable nos estamos haciendo. Supongo que esa es la forma de decirse hoy en día "te quiero". Pero qué asco. Qué asco me da ver tanta gente intentando hacer infeliz la miserable vida de los demás, que ya de por sí está al borde del precipicio, como para que venga alguien y los empuje. 

Joder, esto es una maldita rutina que se nos está yendo de las manos. El tiempo, dicen, todo lo cura. Y nos la vivimos esperando a que nos sanen, en lugar de hacerlo nosotros mismos y decir con orgullo que fuimos nosotros quienes cicatrizamos esa herida. Porque hacerlo uno, cuesta el doble. Nos falta ser nuestro propio héroe del cómic. De la vida. 

Nos estamos convirtiendo en nuestro propio desgaste de esperanzas y qué falsas son esas personas que dicen que amar es pertenecer a otro. Jamás han sentido qué es el amor en carne propia, porque amar es entregarse al otro sin dejar de ser uno y de uno. Es que el otro nos acepte tal cual nos vestimos, lloramos, sonreímos, caminamos, hablamos, desentonamos canciones, enfadamos, decimos palabrotas, pero que aún así le busque un sentido a cuando nos sentimos quién sabe cómo. Porque nunca hemos sabido cómo sentirnos sino un maquillaje que lo cubre todo, tanto de fuera para dentro como de dentro para fuera. Un completo desastre de ilusiones.

Estamos soltando demasiado fácil lo que nos hizo olvidarnos de nuestra existencia y de que existía un mundo, ahí, afuera, que entre guerra y guerra, sólo firmaban acuerdos de paz que en realidad no servían de nada, en lugar de quemar las armas que tanto hacen llorar al mundo. Y todavía nos seguimos aferrando a lo que nos hace daño, a lo autodestructivo, a quien es enfermizo.

Qué demonios nos está pasando. ¿Acaso ya hemos perdido la esperanza? Como si las estrellas aún no brillasen como queriendo decirnos que todavía queda algo bonito por lo que luchar. Y no dejarse vencer por el miedo.

Desde que se inventó aquello de que si algo está destinado para ti, tarde o temprano, llegará: nos la vivimos con los pies frente con lo que nos estamos volviendo viejos. Esperar. Nos la pasamos esperando, en lugar de actuar, de levantarnos del sofá e ir en busca de nuestro pequeño infinito. Nada vendrá si no lo salimos a buscar.

A veces lloramos por el mundo.
Y otras veces, el mundo llora por nosotros.
Porque nos estamos convirtiendo en una terrible e indescriptible cápsula de fatalidad.
Cada cosa que tocamos, la destruimos.

Ahora es más fácil llevar un disfraz de sonrisa, que llevar la sonrisa puesta porque sí. Porque queremos luchar por serlo, porque nadie nos quite lo único por lo que aún latimos: es decir, los sueños.

Los papeles, hace mucho, que se cambiaron.
Le escribimos a quien se ha ido, en vez de escribirle a quien está.
Lloramos por lo que perdimos, en vez de abrazar lo que está. 
Le sonreímos a quien nos ha disparado y apuñalamos a quien nos ha reformado.

Las palabras son simplemente palabras, pero todos sabemos que tienen fuerza de huracán destructible. Y que cada vez que las recuerdas, sientes cómo las astillas del pasado siguen incrustándose en el corazón. 

Regresamos a los lugares donde sabemos que ya nada pasará, que sólo nos enmudecerán los recuerdos y nos reventarán los lagrimales. Nos encanta añorar, porque somos seres sentimentales. Y nos encanta sufrir, porque somos seres apegados al sufrimiento. 

A ver cuándo va a ser el día en que vuelvan a detenerse y contemplar los atardeceres, 
a ver cuándo va a ser el día en que no haya prisa por llegar tarde al trabajo por quedarse un poquito más con quien quieres, 
a ver cuándo va a ser el día en que se nos acaben las excusas y nos digamos las cosas en la cara, 
a ver cuándo va a ser el día en que dejemos ir trenes por no dejar de abrazar, 
a ver cuándo va a ser el día en que nos convirtamos en humanidad y dejemos de ser simplemente humanos.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Just Another Girl

Ella es sólo otra chica,
le gusta sonreír cuando le abrazo por la espalda,
me muerde los labios siempre que la beso
y se vuelve loca, pero es valiente.
Valiente porque no ha evitado la herida, 

la piedra, 
la caída;
valiente porque llora cuando es necesario y se rinde cuando siente que ya fue suficiente,
porque tiene en claro que hay que saber rendirse en la vida, y no sólo marchar, y caminar, y lograr;
que también hay que detenerse, cerrar los ojos y que al final del día, un atardecer, cure sus heridas. 

Que también hay que fracasar, sentir qué es caer y a qué sabe morder polvo.

Le gusta el helado de pistachos
y los brownies recién hechos.

Los domingos son su día favorito, 
aunque muchas veces se siente sola y triste
y los detesta, tanto como saber que el día siguiente es lunes.
Pero entonces viene y me abraza.
Y la abrazo aún más fuerte. 
Rompiendo todos sus esquemas.

Odia su voz en las grabaciones 
y escoge una fotografía entre mil. 
Quizás no presta atención cuando la escucho como si no hubiese música similar
ni que la miro como la única estrella existente.

Quizá no presta atención (porque es muy despistada) cuando le digo que es preciosa, 
porque la he visto verse en un espejo y no reconocerse con una lágrima que no termina de caer.

Da pláticas motivacionales cuando está herida 
y se pierde cada vez que intenta volar. 

A lo mejor pasa desapercibida, 
pero un día te culpas de haber sido tan ciego
por haberla dejado ir como si nada.

Ella es lo que le falta a la poesía, 
es eso por lo que a los leones los consagraron reyes, 
es más que tu primer pensamiento y tu plan A.
Sobrepasa las barreras de cualquier sonrisa mal puesta
es más de besos, que de versos, 
más de abrazos, que de consejos.

Le gustan las cosas ordinarias
aunque es una chica extraordinaria.
Hace de un detalle, 
el detalle.
Hace de ti 
una mejor persona. 
Hace de tu vida 
un desastre del que no quieres salir jamás.

La verás volar
y te preguntarás por qué vuela tan alto,
la respuesta es porque ha caído no sé cuantos metros bajo el suelo.
Y ha tomado el golpe como su mayor impulso.

Es sólo otra chica: 
tiene días buenos y tiene días en los que quiere que se la trague la tierra, 
tiene momentos de una efímera alegría y también bajones a cualquier hora del día
le gusta sonreírle a los desconocidos, pero no le abre la puerta a cualquiera.

A veces no quiere que la vea ni que intente hallarle la respuesta a esos ojos tristes, 
simplemente quiere que la abrace sin preguntar el cómo te sientes.

Lo que venía a decirte es que ella es sólo otra chica:
la puedes encontrar a mitad de una canción 
o a mitad de un incendio.
Pero ella prefirió que la encontrara
cerrando los ojos. 
En ese lugar en el que sólo hay vacío y atardeceres,
porque solamente pude encontrarla
sintiéndola.