Y no sé,
quizá necesitamos a alguien que nos haga saber que no salimos tan mal en las
fotografías y que el invierno no es tan triste como parece, pero al final es con el invierno con quien más nos identificamos, porque es agua acumulada en nubes; como nosotros acumulamos lágrimas por dentro y caen cuando ya no soportamos el
peso. Y quizá nos hemos acostumbrado a pensar que todo irá de mal en peor y que
la última llave no nos llevará a ningún lado. Y que muchas veces tenemos esa
necesidad de querer que alguien entre a nuestra vida accidentalmente y cure
nuestras heridas que por mucho tiempo han estado abiertas, que amortigüe la
caída cuando decidimos saltar de nuestros miedos y que sane nuestras
inseguridades con cada mimo. Es que lo inesperado es lo mejor que nos puede
suceder, porque sucede lo mejor. Y lo mejor no es una cosa, sino una persona que nos dibuje una sonrisa en ese cielo gris, que por años enteros ha estado
lloviendo sin parar y ha inundado nuestros pensamientos. Tenemos la esperanza
de que en cualquier momento aparecerá: con una sonrisa tan blanca como la leche
y tan brillante como la luz del sol en verano. Y cuando menos lo esperemos,
cuando todas las posibilidades se agoten para encontrar a la persona que tanto
deseamos que llegue, cuando ya no creamos en la magia del amor, entrará a nuestra vida de la forma menos imaginada para hacer que
volvamos a creer en alguien.
lunes, 24 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
A veces...
A veces lo único que
necesitas es un trago de cualquier botella de vodka que haya sobrado en
cualquiera de esas noches de sábado -en las cuales saliste a ahogar los amores
y los errores-.
A veces lo único que
necesitas es a alguien que deje ir trenes por quedarse a tu lado, acompañándote
hasta el amanecer mientras te dice que eres lo mejor que le ha pasado.
A veces lo único que
necesitas es romper cualquier rutina impuesta, porque necesitas sentirte libre,
aunque sea por una maldita vez.
A veces no necesitas que
alguien te seque las lágrimas y te diga palabras de aliento y superación, sino
que necesitas a alguien que se acueste a tu lado y se ponga a llorar contigo
mientras cuentan estrellas.
A veces lo único que
necesitas es estar solo para apreciar la soledad, porque de ella también se
aprende y te das cuenta de muchas cosas.
A veces lo único que
quieres es gritar a los cuatro vientos lo que de verdad sientes y piensas sobre
algo o alguien, sin importar el qué dirán.
A veces lo único que
necesitas es a alguien que esté ahí para la caída, no para que te sujete para
no caer, sino para que te ayude a levantarte.
A veces las palabras
sobran cuando una sonrisa sale en medio de un beso.
A veces las personas no
se dan cuenta del daño que ocasionan yéndose sin dejar dirección de encuentro.
A veces los “te quiero”
dan tanto asco como las personas que los dicen o como las personas que los
creen. No sé quién da más lástima.
A veces lo único que
necesitas es encontrar a una persona en la línea final, que te haya esperado
todo el tiempo que estuviste corriendo o tropezando para llegar hacia ella.
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