domingo, 31 de agosto de 2014

Diálogo: Alicia y Bruno

—¿Sabes qué voy a hacer?
—¿Qué?
—Voy a limpiarme estas lágrimas, voy a fingir que todo es perfecto, porque al final del día eso es lo que la gente quiere ver, nadie se enamoraría de alguien que está tan roto por dentro y aún así lo muestre físicamente.
—¿Pero eso te dolerá, no?
—Puede ser, pero no duele tanto si lo comparo con todas las veces en que he fingido que no me importa alguien, sólo por el hecho de que cuando se acerca a mí, entro en modo de precaución. Porque en un tiempo, en otras circunstancias y con otras personas, hubo algo que hizo que tuviera miedo de volver a confiar en alguien, miedo de que alguien se acerque a mí y salga herido. O muerto. Si quieres salir vivo de mí, aléjate lo más lejos posible. No quiero hacerte daño.
—Ya entiendo. Desde entonces comenzaste a tener cuidado en quién confías, porque confiar hizo que tuvieras miedo, pero el miedo tarde o temprano termina por matarte, y lo sabes.
—No hay peor muerte que la que tiene aquel que nunca se ha arriesgado y ha salido, por lo menos, con una cicatriz.
—Toda persona con cicatrices es signo de ser humano, a ser verdad: también he pensado que incluso los seres que no pertenecen a la Tierra tienen cicatrices. Es algo loco de pensar, pero si aquí existe el dolor, lo más lógico es que en otros lugares fuera de nuestra galaxia o dentro, también exista.
—Por favor, escúchame: Aléjate de mí, no quiero que sangres por mi culpa. No quiero ser aquella cicatriz que al tocarla sangra de nuevo. No es un consejo, es una advertencia.

Entonces Bruno besó a Alicia. Algo brilló en aquella noche, y no precisamente fueron las estrellas.

jueves, 28 de agosto de 2014

La luz detrás de tus ojos


Cuando echas un vistazo al pasado y ves que nada es como lo era antes, justo cuando suplicabas que se quedaran, porque no podrías vivir sin ellos, pero no les importó, no les importó cuánto doliera su ausencia. Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces y aprendiste a vivir con el único recuerdo que dejaron: las heridas, que conforme al tiempo se fueron cerrando, pero no por completo, están entreabiertas y están propensas a abrirse de nuevo en el menor descuido. Estás rimando el recuerdo con el olvido, pero al parecer son el agua y el aceite de los sentimientos, nunca serán homogéneos. Entre la razón y el corazón, no sabes a cuál seguir: por un lado la razón te dice que debes aceptar que no volverán y por el otro el corazón insiste en esperar, es irónico, porque él más que nadie sabe lo que es estar roto y sangrar por las grietas. La luz detrás de tus ojos es el reflejo del mar que nunca supiste llorar.

Y cómo le haces saber a la gente que tu fuerte risa no es de felicidad, sino porque años atrás hubo algo que la silenció por mucho tiempo y ya era hora de volver a funcionarla con más intensidad.

domingo, 24 de agosto de 2014

De aquel lugar no salimos enteros

De aquel lugar no salimos enteros, algo quedó dentro, porque hay lugares a los que se entra completo y se sale roto; encierran las cenizas de un amor que se quemó por partes, abrazos que se forjaron a otros cuerpos y besos que se asemejaron a lo más cercano de vivir. Ya no somos los mismos, ni lo seremos nunca, porque en cada lugar dejamos un poco de nosotros; somos aquel rompecabezas con piezas incompletas, no porque no vinieran incluidas en la caja, sino porque con el tiempo las terminamos perdiendo y a algunas ya olvidamos dónde. Nos terminamos perdiendo en el laberinto que tenemos como mapa. Nuestros pensamientos son la soga que termina de ahorcarnos. Gritamos hacia dentro, pero las palabras siempre se encuentran gracias al eco que provoca el vacío que tenemos internamente. 

Muchos no sabrán lo que es ir por la vida queriendo tropezar con alguien que nos cure hasta las raspaduras, por tantas veces que la vida nos empujó hacia el abismo y no supimos estar dentro, tampoco supimos convivir con nuestros fantasmas interiores. No sabrán lo que es querer que pasen muchas cosas, así sea algo místico, pero tristemente lo único que pasa es la vida. Corremos en direcciones opuestas, porque en la dirección que íbamos no nos llevaba a ninguna parte, excepto al mismo sitio de siempre (como si eso fuese llegar a algún lado). Nos cansamos de seguir lo mismo, de las rutinas, de los sentimientos, de tratar de encontrarle un sentido a la vida, nos cansamos de amar, de darlo todo y quedarnos con nada. Ya no caminamos; corremos en polos opuestos con la esperanza de que en alguno de ellos podamos echar nuestras raíces.


Así que miramos al cielo nocturno y esperamos a que las estrellas nos guíen durante el camino. Entonces nos quedamos quietos, muy quietos, sin hacer ruido, esperando a que la soledad venga a hacernos compañía y a abrazarnos por la espalda, porque si vamos a derrumbarnos, por lo menos queremos estar alejados de todo lo que queremos, para no causar ningún tipo de daño.

viernes, 22 de agosto de 2014

La persona exacta en el momento perfecto

Y un día alguien viene y te saca a bailar mientras los cristales rotos suenan, pero esta vez no te importa que se escuchen. El mundo puede detenerse, que tú seguirás tomándole de la mano. Los pequeños momentos están hechos para personas extraordinarias, que sean capaces de tomar unos segundos y convertirlos en suspiros continuos. Ya no te importa nadie, porque estás bailando frente a frente con alguien que, de una forma u otra, encontró la manera de llegar a ti. Das gracias, no sabes a quién, pero estás agradecida. Te toma por la cintura y te susurra al oído “Te busqué por cielo, mar y tierra, pero nadie está a tu altura”. Y sonríes como nunca lo habías hecho, sonrojándote a más no poder. Luego tú le susurras “Estás haciendo que mi locura ascienda a niveles incontrolables”. Y cuando está a punto de terminar la canción, te besa. Y mientras bailas deseas que la canción sea eterna, porque quieres vivir por siempre en esos tres minutos. Por primera vez sientes que por un instante el ama se sale y te entra al cuerpo en cuestión de un beso. Y por primera vez deseas que una canción no te lleve a ninguna otra parte ni al lado de otra persona, tienes todo lo que habías soñado en una pista de baile, con la persona exacta en el momento perfecto.

martes, 19 de agosto de 2014

Estación

Eran las 4:40 a. m. de aquel 16 de septiembre y su ausencia brillaba como la más diminuta estrella, mientras la luna estaba ausente. Nunca le dije que su boca me sabía como la mejor copa de vino y que gloria era el sabor de sus labios, que sabían como la mayor obra de arte. E hizo que le jurara amor eterno en aquella primavera, la llamé: "Rosa hiriente", preciosa y con espinas. Y ahora cómo le digo a estas ganas que nunca vendrás, porque ya estás perdiendo trenes por esperar a alguien más. Y a medida que el tiempo avanza, esta estación se llena cada vez más de personas con sentimientos ausentes. Estamos esperando al próximo tren, pero desde hace mucho que no pasa uno por aquí. E inventamos cualquier excusa para quedarnos entre la multitud, para así no sentirnos tan solos y decimos que vamos a alguna parte, pero en realidad queremos ir a investigar en los escombros de otra persona, para ver cuán rota está por dentro, medir sus partes rotas y saber si encajan con las nuestras. En esta estación siempre llueve, por eso son indispensables unos brazos que nos abracen y nos calienten las manos frías y nos curen el alma rota. Nunca supe despedirme de la gente que quiero y creo que nunca se está preparado para despedirse de una persona con la cual un día construiste puentes que te unían a ella. No te echo de menos en este momento, te echo de menos desde el día en que empacaste lo poco que tenías y te lanzaste al precipicio más cercano. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Termina de irte de una vez

Cómo te digo que estas ganas no son para que regreses, sino para que te vayas de una vez. Nunca te fuiste por completo, nunca terminaste de hacerle las maletas a la vida, tus ganas de permanecer se quedaron tomándome de la mano mientras le encontraba un significado diferente a cada atardecer. No, estas ganas ya no son para correr en tu dirección e irte a buscar, incluso si me dijeras que me echas de menos, ya no tomaría ningún tren para ir a tu ciudad; aprendí a no dedicarte mis insomnios, tampoco mi tiempo. Yo creía en la vida antes de ti; antes de que acabaras con lo más bonito que alguien puede poseer: las ganas de intentarlo. Ya no, cariño. Ya no es a ti a quien llamo cuando mi cerebro no funciona, es decir, cuando estoy borracho y mi cerebro sólo es capaz de pensar en una sola persona. Cuándo te darás cuenta de que un día alguien te amó con las entrañas, con cada parte de sí, con cada ilusión. Sé que algunas personas no están destinadas a suceder y nosotros no somos la excepción en esta ocasión. Me dejaste mal herido, desangrándome. El suelo está lleno de todas las promesas que rompiste, de todas las palabras vacías que dijiste y de todas las acciones sin sentimiento que hiciste. Pero esta noche quiero sentirme libre, no quiero sentirme atado a nadie, devuélveme mi libertad y termina de irte de una vez.

viernes, 15 de agosto de 2014

Un café para dos

Me quedé esperando un café para dos, poco a poco, va perdiendo la cafeína y se convierte en una bebida sin sabor, aunque está tan amarga como el saber que nunca vendrás. Es una pérdida de tiempo esperar a gente que nunca se decide a ir por lo que quiere, mientras el otro está reuniendo las ganas para ir a buscarle. Es absolutamente contradictorio estar con alguien que no pueda soportar la tormenta estando al lado de una persona que lo único que hace es tratarle de la mejor manera posible, es decir, con todo lo que posee en los momentos donde parece que la vida le ha arrebatado todo lo que poseía y lo único que le ha quedado son unas cuantas fotografías arrugadas, que únicamente sirven de sostén cuando está a punto de caer al precipicio y parece que nadie vendrá a salvarle, porque mira a los lados y ve que todo está como si hubiese pasado el peor tornado que haya enfrentado jamás. Tú quizás estés preparando comida para dos (para alguien que no soy yo), mientras yo sigo preparándote la vida para cuando tomes el coraje y las agallas para venir y enfrentar los cristales rotos que dejaste en mi risa. Quedaron muchas preguntas sin respuestas, a algunas les he cogido miedo, si bien: he aprendido a no cuestionar sobre situaciones de las que preferiría no haberme enterado jamás, es mejor enfrentar la realidad con la mejor de las caras, aunque eso implique que se abran de nuevo algunas heridas.

miércoles, 13 de agosto de 2014

La razón principal de mis sonrisas

Te conocí en lo que parecía el invierno de mi vida. “¿Cómo estás?”, preguntaste; “Bien, porque estás tú aquí”, respondí. Y sonreíste como aquella chica que el viento le ha levantado la falda a finales de febrero. Te encontré cuando no estaba buscando nada y pronto comprendí que la vida es un poquito así: cuando parece que es el final de tu vida, aparece por arte de magia y te pone una persona en tu camino para que sea el nuevo comienzo de algo indescriptible, al final no es tan hija de puta como parece, sólo tienes que verla a través de los ojos de alguien para saber que es preciosa. Y yo a ti te quiero tener mientras nos dure la magia de dos desconocidos que se conocen por casualidad y dentro de sí mismos se repiten mil veces “Encontré lo que necesitaba, ojalá no le pierda jamás”. Nunca te lo he dicho, pero tus besos son mi mejor medicina a cualquier hora de día, no me importa acabar con una sobredosis médica. Mira: Yo era ese medio vaso que nadie podía llenar, pero luego apareciste tú y lo rebalsaste con toda la primavera que cargabas encima de ti. Qué me importa a mí la química, si contigo puedo experimentarla, despacio y sin prisa, recorriendo tu piel con mis labios y mis manos descubriendo cada centímetro de tu cuerpo. Eres la razón principal de mis sonrisas y de mis más oscuras fantasías. “Te eché de menos”, te dije aquella tarde; bueno, tal vez no, a lo mejor lo pensé muy bajo para que no te dieras cuenta de que te había esperado toda una vida, incluso cuando no te conocía, pero sabía que tarde o temprano llegarías, no me importó tanto si llegabas tarde, porque con el tiempo comprendí que las personas que llegan pronto, pronto se van.

Sigo esperando trenes que ya han pasado

Sigo esperando trenes que ya han pasado, personas que un día estuvieron y cosas que terminé perdiendo; pero que al final terminaron sin ser mías. No sé qué camino tomaré para llegar a no sé dónde, pero llegaré, de eso estoy cien por ciento seguro. Creo que soy la persona más indecisa que existe, pero la más fiel, a cuanto a sus sueños se refiere. Suelo pasar intencionalmente por esos lugares donde un día fui feliz y me sentí libre completamente e irónicamente la libertad la encontré al lado de otra persona, atada a otros momentos (que un día fueron míos), a otras almas, a otras camas, a otros cuerpos, a otra piel. Y puedo decir que es la libertad más preciosa, sólo después de aquella donde besas unos labios que te llevan al cielo. Voy por la vida haciendo y deshaciendo fotografías, destruyendo y construyendo recuerdos, esclavizándome con mis palabras y enredándome con mis pensamientos, equivocándome en mis decisiones y remendando mis errores, hiriendo a personas por las cuales estaría dispuesto a morir y metiendo las manos al fuego por personas que no valen la pena. Por las noches las canciones cobran vida y mi habitación se llena de personas ausentes. Me abrazan fuertemente y no es necesario decirles cuánto las echo de menos durante el día, como lo hace el sol con las estrellas en el cielo de la mañana. Estoy perdido, muy perdido. No puedo ni siquiera encontrarme en el mapa que yo mismo tracé un par de años atrás. Aún sigo teniéndoles miedo a las personas que me tratan bien, no porque sean malas, sino porque muchas veces me han lastimado y tengo miedo de caer de nuevo a ese abismo del que tanto me costó salir. 

lunes, 11 de agosto de 2014

Felicidad por tiempo indefinido

Hola, soy yo, una vez más. Estoy dándome cuenta de cómo el tiempo conduce tan deprisa y cómo pasa las curvas sin causar ningún tipo de daño. La primavera, el verano, el otoño, el invierno; las estaciones son sólo unas cuantas semanas, el año pronto terminará. Yo sólo quería invitarlos a intentar ser felices, a no dejar ir nuestra vida, porque sólo es una y nunca vuelve. A intentar olvidar todo aquello que nos duele, que nos provoca lágrimas, que nos asfixia por las noches y que nos causa insomnio. A renacer sobre nuestras cenizas y a hacernos fuertes con nuestras debilidades. A sonreírle a los amaneceres, a dejar ir a todo aquello que no quiere estar a nuestro lado y a resignarnos a lo que hemos perdido. Hay que aprender a sonreírle a cualquier persona que miremos por la calle, porque nuestra sonrisa puede ser el principal motivo para que siga viviendo, por aquello de que las sonrisas también tienen oxigeno. La felicidad es un motor de vida. Hay que apreciar a nuestro alrededor, quizás un día ya no tengamos lo que tenemos, luego nos lamentaremos y tarde nos daremos cuenta de que un día, sin darnos cuenta, tuvimos al mundo abrazándonos por las noches y haciéndonos sentir protegidos en los brazos de alguien. Aprendamos a darnos todas las oportunidades posibles a nosotros mismos, porque nos hemos fallado más veces a nosotros, que a cualquier persona. Hemos caído mil veces, pero supimos levantarnos mil y una. Y, bueno, sólo quería decirles que la vida es preciosa, lo que a veces no son muy gratas son las situaciones que vivimos, pero lo bueno es que son pasajeras. Amemos cada mañana en la cual abrimos los ojos, porque hay gente que ya no los abre de nuevo. El simple hecho de respirar es un motivo para estar agradecido. Un motivo para soñar, para creer, para convertirte en la persona en la que siempre has querido ser. No tengas miedo de ser tú, piensa que por un instante nadie te está mirando, harías lo que siempre has amado y lo sabes. El mundo está necesitado de gente que sueñe y que crea en sí misma. ¿Cómo sería el mundo si todos nos tomáramos de la mano por un segundo y fuéramos uno solo? Los invito a ser felices, no por ratos, sino por tiempo indefinido. 

viernes, 8 de agosto de 2014

Te estaré esperando

¿Y a quién no le gustaría regresar al comienzo de algo? ¿A quién no le gustaría regresar a aquellos lugares donde por primera vez el tiempo se detuvo y el mundo se concentró en un solo punto, en alguien? Por lo menos a mí me gustaría volver al comienzo de aquella noche donde estabas más preciosa que de costumbre, tal vez no te lo dije, pero lo pensé tan alto que no fue necesario decírtelo. Luego, sin razón, te dí las gracias por estar en mi vida, en el fondo sabía que esa iba a ser nuestra última cena. Después me diste un beso, esa clase de beso que te hace sentir como si nunca hubieras besado a nadie anteriormente, como el comienzo del final. Duró el tiempo necesario para convertirse en el recuerdo más precioso que puede dejar alguien en la vida de otra persona, precisamente hablo sobre aquellos que al recordarlos, sin importar donde ni con quien estés, te hacen sentir mejor. Nos sentamos y platicamos sobre cómo la vida puede cambiarnos de la noche a la mañana, sobre los amaneces que tuvimos a finales de Abril, donde salir de la cama era un peligro de alto riesgo. Pero nada más peligroso que una persona que te haga sentir mundos dentro de ti y te haga estrenar sentimientos, porque el secreto está en quedarse con una persona que te haga sentir como si nunca hubieras estado con alguien más, tanto en la cama como fuera de ella. Pero te has marchado, ahora la cama es grande y fría. Ya no me quedo hasta la madrugada platicando esas cosas sin sentido, pero a ti te parecían las cosas más interesantes y graciosas. Y si algún día quieres volver, te estaré esperando. Tienes las llaves para abrir la puerta.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Tú fuiste mi mayor caída

Tú eras tan especial para mí, que nunca te lo dije. Quizá fui egoísta al pensar que sólo serías para mí, que no habrían otros labios a los que besarías con desesperación para olvidar a otros labios. A veces somos tan ingenuos cuando estamos enamorados, que no nos damos cuenta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, de las cosas que están pasando, preferimos abrirle la puerta al otoño y dejar que su viento tire nuestros sentimientos a la basura, porque han caducado. La vida, poco a poco, va sacando las garras y nos va mostrando un sinnúmero de caídas, entre ellas se encuentra el amor. Y tú fuiste mi mayor caída a ese precipicio que es el de sentir cosas bonitas por alguien, aunque para ser sincero nunca he sentido mariposas en el estómago, yo siempre he sentido pirañas dentro de mí, comiéndome las partes muertas. Porque si vas a amar a alguien, tienes que volver a amar desde el principio, eso implica dejar todo lo demás atrás. Todo este tiempo me ha sido inevitable no sonreír al recordar tu sonrisa, es contagiosa, ¿lo sabías? Como cuando llegaba cada estación y cambiabas de tonalidad. A mí se me olvidó decirte que el color más encendido que conozco es el de tu sonrisa, sin importar cuán difíciles estén los días, con sólo recordarla ilumina mi vida. 

lunes, 4 de agosto de 2014

Tristemente las cosas no pasan como en las películas

Ya no espero a que me respondas con un “te amo” entre los labios, tampoco a que me contestes el móvil cuando estoy borracho en cualquier bar de la ciudad, sólo para recordarte lo mucho que te quiero y lo mucho que me importas. Y cariño, no es falta de interés, simplemente entendí que no me necesitas en tu vida, aunque tú en la mía seas indispensable. Estoy jodido, lo sé. Pero debo dejarte ir, independientemente de lo que quiera e independientemente de lo que sienta. “Quédate tranquilo”, me dices mientras el mundo se cae a pedazos. “Corre”, me dice la razón; “quédate, vamos a intentarlo una vez más”, me dice el corazón desangrándose por cada agujero causado por balas ajenas. Suelo seguir al corazón, pero llega el día en que te cansas de tanto dolor y prefieres seguir a la razón, aunque a ser verdad: termina doliendo de igual manera cuando quieres que alguien te ame con la misma intensidad con la que lo haces tú, pero tristemente las cosas no pasan como en las películas, por desgracia, no decidimos con quien complicarnos la vida. Y lo mejor que puedes hacer es dejarlo ir, porque su felicidad está en otro lugar y al lado de alguien más, aunque hacerlo implique que las noches sean más oscuras, que el invierno sea un poco más frío y que tengas que compartir insomnios con la soledad. Que tengas que dedicarle silencios, porque es una de las muchas formas de querer. Y es que no hay nada más triste que despedirte de la persona con la que un día planeaste un futuro, sin importar un final feliz o uno desastroso, porque la muerte es tentadora cuando la relacionamos con el amor, pero al final terminamos muriéndonos con la soledad entre los dedos y la incertidumbre de no saber cuántas veces tendremos que morir para encontrar a una persona con la cual morir valga la pena.

domingo, 3 de agosto de 2014

Posdata: Nunca te olvidé

Quiero convencerme a mí mismo de que te he olvidado, de que ya eres parte de mi pasado, de que eres un recuerdo más en esta colección de cicatrices. Pero todas las veces que lo he intentado han sido un intento fallido, no logro sacarte de mi presente, aunque tú estés ausente, aunque para ti yo ya esté muerto y aunque ya estés con alguien más, no logro sacarte de mi mente. La gente dice que no tengo en claro lo que quiero, pero yo sí tengo muy en claro qué es lo que cometería otra vez y qué tal vez sí. Y yo a ti te quiero cometer las veces que sean necesarias para que seamos, no partes medias, porque contigo lo quiero todo y eso implica lamernos las heridas hasta que cicatricen, besarnos la esperanza para que no se acabe y prenderle una vela al amor diariamente. Yo contigo quiero ver más amaneceres en cama, que atardeceres con peleas; verte vestirte, que desvestirte. Que me recuerdes que estoy loco y que esperas que nunca encuentren la cura a esta enfermedad provocada por el amor. Y que si estás perdida, yo seré una vía para que te encuentres, aunque yo tampoco sepa qué dirección tomar, pero lo haré. Por las noches nos contáremos las veces que tuvimos que caer para ser quien somos y todos los tropiezos que sufrimos para suceder.

Cariño, quizá no sea el tipo de chico con el que quisieses envejecer, ni con el que te gustaría caminar de la mano cuando el tiempo nos haya hecho arrugas. ¿Recuerdas aquella vez que te conté que le tenía miedo a los días en que todo parece estar perfecto, porque así como puede ser un gran día, también puede ser el peor? Por aquello de que las personas buscan el día perfecto para marcharse. Todavía tengo la sensación de que estás en ese último beso que me diste aquella tarde de Septiembre y acto seguido el abrazo que terminó por romper las partes que estaban pendientes a desmoronarse. Pues sí, el día perfecto para ti fue el peor día para mí. Y me dijiste: “Soy sólo una chica más, ya encontrarás a otra que te haga feliz”. E irónicamente eres tú la que me hace feliz, la razón por la cual me levanto cada mañana con la ilusión de encontrarte. Es cierto, me rompiste el corazón en mil pedazos, pero al menos supiste hacerlo; es más, eres la que mejor lo ha hecho. ¿Recuerdas el día en que por primera vez nuestras miradas se rozaron nuestros latidos acelerados? En ese momento supe que era a ti a quien yo había buscado toda mi vida, te vi como aquel ciego que miró por primera vez y comprobó que la perfección sí existe, no necesité una lupa para ver lo grande que eras. Nunca lo olvides: eres terriblemente inmensa. Una noche me dijiste que el olvido era tu mayor miedo. Pero puedes estar tranquila, yo sigo y seguiré recordándote. Tu recuerdo está seguro conmigo. Una vez me dijiste que le tenías miedo a la oscuridad, ahora sólo espero ser aquel recuerdo que ilumine un poquito tu vida y te haga sentir mejor.

Nunca dejé de amarte, mis ganas de encontrarte se incrementan con los días, no suelo ser conformista, pero esta vez me conformo con tan sólo mirarte una vez más. Esta es una carta sin dirección, porque no sé dónde te encuentras, lo último que supe de ti fue que te habías mudado a otra ciudad, pero espero que algún día la leas. No sé si será en unos días, meses o incluso años. Sólo quiero que sepas que yo te seguí amando cuando tú dejaste de hacerlo, yo te seguí esperando cuando tú ya estabas esperando a alguien más. Nunca supe dejar de hacerlo, porque tus huellas se han convertido en mi forma de vivir, en mi rutina. Has dejado huellas indelebles, nunca nadie ha podido borrarlas. He conocido a muchas personas, pero ninguna ha sabido hacerme reír como lo hacías tú y ninguna me ha hecho llorar como lo he hecho por ti. Y no sé, quizá en otra vida sucedamos otra vez, pero todavía tengo esa esperanza encendida para que en esta vida sucedamos nuevamente. Y si en algunos años llego a verte, no correré para saludarte ni para decirte lo mucho que te eché de menos, cuando te vea sólo te veré y te recordaré con una sonrisa. Luego me iré de aquel lugar sin dejar rastros de mi existencia, pero ten por seguro que esta vida no me es suficiente para amarte.

Posdata: Nunca te olvidé