lunes, 10 de marzo de 2014

A veces...

A veces lo único que necesitas es un trago de cualquier botella de vodka que haya sobrado en cualquiera de esas noches de sábado -en las cuales saliste a ahogar los amores y los errores-.

A veces lo único que necesitas es a alguien que deje ir trenes por quedarse a tu lado, acompañándote hasta el amanecer mientras te dice que eres lo mejor que le ha pasado.

A veces lo único que necesitas es romper cualquier rutina impuesta, porque necesitas sentirte libre, aunque sea por una maldita vez.

A veces no necesitas que alguien te seque las lágrimas y te diga palabras de aliento y superación, sino que necesitas a alguien que se acueste a tu lado y se ponga a llorar contigo mientras cuentan estrellas.

A veces lo único que necesitas es estar solo para apreciar la soledad, porque de ella también se aprende y te das cuenta de muchas cosas.

A veces lo único que quieres es gritar a los cuatro vientos lo que de verdad sientes y piensas sobre algo o alguien, sin importar el qué dirán.

A veces lo único que necesitas es a alguien que esté ahí para la caída, no para que te sujete para no caer, sino para que te ayude a levantarte.

A veces las palabras sobran cuando una sonrisa sale en medio de un beso.

A veces las personas no se dan cuenta del daño que ocasionan yéndose sin dejar dirección de encuentro.

A veces los “te quiero” dan tanto asco como las personas que los dicen o como las personas que los creen. No sé quién da más lástima.

A veces lo único que necesitas es encontrar a una persona en la línea final, que te haya esperado todo el tiempo que estuviste corriendo o tropezando para llegar hacia ella.

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