Quiero
empezar con una dedicatoria:
Antes de
ser quien soy, todos me hacían daño de una u otra forma, pero ahora quiero agradecerles,
porque me han hecho más fuerte y más hijo de puta.
Me hicieron
sentir que no valía nada y decían que el mejor favor que le haría al mundo
sería acabar con mi vida, si no lo hacía era un cobarde, lo fui. Sus palabras me
hacían sentir derrotado y sin fuerzas para continuar en pie de lucha, luchando
para sobrevivir de la mejor manera, porque la vida se trata de eso: de ver
quién sobrevive más tiempo en el desastre. Comenzaba a creer en todo lo que gritaban, verlos era el peor miedo
que poseía para entonces, no podía mirarlos directo a los ojos, toda mi vida
caminé por la calle con la frente caída. Pero llegó un día en que dije “no
más”, tome mis cosas y levanté mi frente, me había cansado de seguir viviendo
de la misma forma en que lo había hecho durante todo ese tiempo. ¿Y sabes qué
es lo mejor de esto? Que quiero vivir toda mi vida con la frente en alto porque
me ha gustado y no pienso rendirme. Todavía me persiguen sus pesadas palabras
en mi cabeza, pero déjenme decirles que estoy sobre el cielo y sus palabras no
me harán caer, porque por mucho tiempo estuve encerrado en una habitación,
privándome a mí mismo de la libertad. He ganado todas las guerras desde aquel día
en que comencé a cambiar, sabía que si quería seguir viviendo tenía que
hacerlo, tenía que cambiar. Y lo hice. Y
lo logré. Y ahora estoy aquí. Dejé de ser aquel niño indefenso y lleno de inseguridades,
para convertirme en aquel hombre que si le disparan una vez, aprieta el gatillo
dos veces.