jueves, 15 de septiembre de 2016

Milenio



Qué bonito es amarse, sin excusas ni pretextos. Abrazando la calamidad del otro, aferrándose a su mal tiempo. Soportando la tormenta a su lado, bailando desde la mala hierba que crece desde su caja torácica. Viviendo una vida sin principios ni moral, sin prejuicios ni ataduras que rompan lo que los unió desde el principio. Confesándose humanos al momento de tropezar mil ciento cuarenta con la misma canción que lo llevó a sus cuatro minutos de compenetración total. Quedarse hasta la madrugada entre conversaciones profundas y de la vez que tocaron fondo. Hay ciertas cosas que pasan cada milenio, también hay personas que pasan cada cierta época. Puedes pasarte la vida esperándolas por mucho y, de repente, aparecen de la noche a la mañana para salvarte de una noche de soledades descompuestas. No tienes el por qué a la mano, pero tienes el me quedaría a tu lado para siempre en la punta de la lengua. Sentirse como se sienten los segundos que marcan y se recuerdan toda la vida. Atarse de corazón y de tiempo completo. Decirse con la mirada lo que aún el lector no ha leído en su libro favorito, lo que aún la poesía no ha hecho con las musas. Encarcelarse con la mirada y, así transcurra el tiempo, estarás en una celda en la que escribirás mucho y por mucho tiempo. 

A veces pasa que, cuando no estás buscando las cosas, no es que no lleguen, sino que esperan por ti en algún rincón de esta soledad infinita de miradas perdidas y voces rotas. Quiérete, después quiérele. Sonreírse de madrugada por encontrar mensajes en el buzón y ser el primero en decirle buenos días. Y créeme, no es lo que escribes, es quien lo manda lo que te compone la vida.

No conocer de límite, porque el amor no sabe de velocidades ni frenos. Se quiere de un día para otro, a veces es una mirada la que delata; otras veces la sonrisa, el temblar de las piernas, la voz nerviosa cuando se acerca demasiado. 

Se quiere de un día para otro, pero no se olvida de un día para otro. No se olvidan sus manías cerrando los  ojos y despertando fingiendo que jamás lo conociste. En un parpadeo no puedes olvidar cómo te hizo sentir, de cómo era cuando se apagaban las luces y el mundo dejaba de importar, de las veces que te hizo sentir que tú eras la cima de su mundo. El amor es una libertad preciosa; un cielo azul, el cual surcar siempre; una montaña en la que haces alpinismo y alguien te detiene en la caída; pero también es una cárcel de miradas, sonrisas, sentimientos, es una celda en la cual escribes toda tu vida sobre alguien que pasa una vez cada milenio.

2 comentarios:

  1. Hermoso texto, eres una persona de sentimientos muy bonitos.
    Me encantas ♡

    ResponderEliminar
  2. Hermoso texto, eres una persona de sentimientos muy bonitos.
    Me encantas ♡

    ResponderEliminar