Qué bonito es amarse, sin
excusas ni pretextos. Abrazando la calamidad del otro, aferrándose a su mal
tiempo. Soportando la tormenta a su lado, bailando desde la mala hierba que
crece desde su caja torácica. Viviendo una vida sin principios ni moral, sin
prejuicios ni ataduras que rompan lo que los unió desde el principio. Confesándose
humanos al momento de tropezar mil ciento cuarenta con la misma canción que lo
llevó a sus cuatro minutos de compenetración total. Quedarse hasta la madrugada
entre conversaciones profundas y de la vez que tocaron fondo. Hay ciertas cosas
que pasan cada milenio, también hay personas que pasan cada cierta época.
Puedes pasarte la vida esperándolas por mucho y, de repente, aparecen de la
noche a la mañana para salvarte de una noche de soledades descompuestas. No
tienes el por qué a la mano, pero tienes el me
quedaría a tu lado para siempre en la punta de la lengua. Sentirse como se
sienten los segundos que marcan y se recuerdan toda la vida. Atarse de corazón
y de tiempo completo. Decirse con la mirada lo que aún el lector no ha leído en
su libro favorito, lo que aún la poesía no ha hecho con las musas. Encarcelarse
con la mirada y, así transcurra el tiempo, estarás en una celda en la que
escribirás mucho y por mucho tiempo.
A veces pasa que, cuando no
estás buscando las cosas, no es que no lleguen, sino que esperan por ti en
algún rincón de esta soledad infinita de miradas perdidas y voces rotas.
Quiérete, después quiérele. Sonreírse de madrugada por encontrar mensajes en el
buzón y ser el primero en decirle buenos
días. Y créeme, no es lo que escribes, es quien lo manda lo que te compone
la vida.
No conocer de límite, porque el
amor no sabe de velocidades ni frenos. Se quiere de un día para otro, a veces
es una mirada la que delata; otras veces la sonrisa, el temblar de las piernas,
la voz nerviosa cuando se acerca demasiado.
Se quiere de un día para otro,
pero no se olvida de un día para otro. No se olvidan sus manías cerrando
los ojos y despertando fingiendo que
jamás lo conociste. En un parpadeo no puedes olvidar cómo te hizo sentir, de
cómo era cuando se apagaban las luces y el mundo dejaba de importar, de las
veces que te hizo sentir que tú eras la cima de su mundo. El amor es una
libertad preciosa; un cielo azul, el cual surcar siempre; una montaña en la que
haces alpinismo y alguien te detiene en la caída; pero también es una cárcel de
miradas, sonrisas, sentimientos, es una celda en la cual escribes toda tu vida
sobre alguien que pasa una vez cada milenio.
Hermoso texto, eres una persona de sentimientos muy bonitos.
ResponderEliminarMe encantas ♡
Hermoso texto, eres una persona de sentimientos muy bonitos.
ResponderEliminarMe encantas ♡