jueves, 4 de diciembre de 2014

Sólo alguien que está igual de roto que tú puede entender cuánto duele estar así

La vida no es que sea dura, es que nos hace duros con el tiempo. Ya sea por voluntad propia o porque nos obliga a serlo. Y gracias por ello, ¿no? Que si no fuera por los tiempos difíciles seríamos inexpertos en todos los sentidos. No aprenderíamos a elegir a las mejores personas, a saber cuál es nuestro amigo y cuál nuestro enemigo, a saber diferenciar entre alguien que nos ama completamente y alguien que lo hace a medias. 

Hay que ser, pero bien despistado, como para tratar a alguien como una necesidad cuando éste te trata como algo momentáneo. Hay que elegir a quien nos quiera para un café por las mañanas y una despeinada por las noches, no para ratos, sí para toda la vida. 

A ver, dime, ¿te preparo los labios o me preparo tristeza?

Aunque si me das a elegir, entre una cosa y la otra, siempre te preparé mis besos, porque el besar es la conexión más cercana que podrás tener con alguien, independientemente de dónde estaremos mañana. Tú aquí y yo perdido. Y ojalá tengas las ganas de buscarme cuando no sepa cuál es mi norte ni mi sur. Ojalá no me equivoque al dedicarte mi tiempo, que es algo que no podré comprar en ninguna tienda. Dicen que es lo más valioso que le das a alguien, aunque para mí lo más valioso, más que el tiempo, es tu vida. Dedicarle tu vida tiene mucho más peso que el dedicarle tus horas a alguien. Y al igual que el tiempo; la vida tampoco se puede recuperar una vez perdida.

Por eso debemos valorar a todo aquel que se a quedado a nuestro lado a pesar de nuestros momentos insoportables y de nuestra inestabilidad sentimental y financiera; a los que permanecen aun sabiendo cuántas cicatrices cargamos en la conciencia; a quien no duda ni por un segundo en matar monstruos con nosotros y a prenderle fuego a las telarañas mentales.

Nuestra mirada perdida no es más que el deseo de ver a alguien justo en ese rincón (en ese que con el tiempo se convirtió en el favorito de nuestra mirada, porque hay algo allí invisible que nos ata la vista) para contemplarle por mucho tiempo, sin importar si se nos dilatan las pupilas. Dicen que las mejores vistas se tienen al lado de alguien, pues no sé a qué estamos esperando para ir a buscar a alguien que tenga las suficientes ganas para verlas a nuestro lado, quizás lo mejor que nos pueda pasar es encontrar a alguien que esté igual o más roto que nosotros. Los dos sabremos curarnos las heridas mutuamente y remendarnos por partes, porque ambos sabremos cuánto ha dolido y cuánto duele estar así.

2 comentarios:

  1. “Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos…” Benedetti.

    ResponderEliminar