martes, 15 de abril de 2014

El mejor cine es cuando estás en casa con la persona que amas

Está bien, finjamos que no nos queremos, que no nos necesitamos en esas noches en las que el recuerdo se apodera de nosotros y también de nuestros pensamientos, que todo ha acabado en un abrir y cerrar de ojos, que todo terminó antes de que empezara, finjamos que lo hacemos muy bien, si fuésemos actores: Hollywood nos llamaría para ser los protagonistas en una de esas películas taquilleras románticas y que al final ninguno de los dos se encuentra por su orgullo, pero eso no pasará en esta historia, porque aquí hay dos personas con agallas dispuestas a encontrarse las veces que sean necesarias, porque a veces nos desesperamos por encontrarnos y eso es lo bonito del amor: que a pesar de todo, sigue viva la intensidad para juntarnos. Pero a quién queremos engañar, si nos morimos por besarnos para luego acabar en un abrazo estremecedor y que nos haga sentir todos los días que estuvimos separados por nuestras estupideces, que sí, que te quiero, que la silueta que dibujaste con tu cuerpo en mi cama aún está intacta porque ella aún tiene la esperanza de que vuelvas a ocuparla de nuevo. Para mí tú eres mi diosa, la diosa de la curva más hermosa y más peligrosa, cualquiera puede morir en ella, pero tú prefieres que yo me maté ahí, donde tienes cosquillas y cuando toco tu punto G no puedes parar de reír y esa risa contagiosa que tienes, es mi lugar favorito para visitar. Todo ha cambiado desde la última vez que nos miramos, los lunes vuelven a ser aburridos y malos otra vez y los sábados no tienen ningún sentido porque no estás aquí para pasearnos por toda la casa descalzos y en pijama, para luego ver una película juntos mientras comemos palomitas, el mejor cine es cuando estás en casa con la persona que amas.

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