Está bien, finjamos que no nos queremos, que no nos
necesitamos en esas noches en las que el recuerdo se apodera de nosotros y
también de nuestros pensamientos, que todo ha acabado en un abrir y cerrar de
ojos, que todo terminó antes de que empezara, finjamos que lo hacemos muy bien,
si fuésemos actores: Hollywood nos llamaría para ser los protagonistas en una
de esas películas taquilleras románticas y que al final ninguno de los dos se
encuentra por su orgullo, pero eso no pasará en esta historia, porque aquí hay
dos personas con agallas dispuestas a encontrarse las veces que sean
necesarias, porque a veces nos desesperamos por encontrarnos y eso es lo bonito
del amor: que a pesar de todo, sigue viva la intensidad para juntarnos. Pero a quién queremos
engañar, si nos morimos por besarnos para luego acabar en un abrazo
estremecedor y que nos haga sentir todos los días que estuvimos separados por
nuestras estupideces, que sí, que te quiero, que la silueta que dibujaste con
tu cuerpo en mi cama aún está intacta porque ella aún tiene la esperanza de que
vuelvas a ocuparla de nuevo. Para mí tú eres mi diosa, la diosa de la curva más
hermosa y más peligrosa, cualquiera puede morir en ella, pero tú prefieres que
yo me maté ahí, donde tienes cosquillas y cuando toco tu punto G no puedes
parar de reír y esa risa contagiosa que tienes, es mi lugar favorito para
visitar. Todo ha cambiado desde la última vez que nos miramos, los lunes
vuelven a ser aburridos y malos otra vez y los sábados no tienen ningún sentido
porque no estás aquí para pasearnos por toda la casa descalzos y en pijama,
para luego ver una película juntos mientras comemos palomitas, el mejor cine es
cuando estás en casa con la persona que amas.
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