viernes, 12 de agosto de 2016

Corazón de piedra

Somos perfectos a nuestra manera e imperfectos ante unos ojos que no nos han visto brillar ni oscurecer. Las cicatrices que llevamos, las alzamos en cada amanecer para demostrarnos que una simple herida no nos va hacer retroceder, ni siquiera nos va cambiar la forma en que miramos el futuro. Tenemos sueños que son más grandes que eso, más brillantes que toda la oscuridad que nos envuelve por las noches. Y cuando no nos demos cuenta, es que en vedad estaremos haciendo lo imposible. Lo inimaginable. Los no puedes. Y qué bonito es sentir no una, sino todas la veces que lo intentamos, eso de cuando se llena un corazón de piedra con lava. Y vuelve a latir. A salir. A nacer. A quemar. Estamos aquí porque una vez estuvimos allá, somos lo que somos por lo que fuimos. Uno jamás debe de dejar de tocar puertas, de derribarlas, de entrar por las ventanas. Algunos podrán decirnos que pronto la tormenta llegará, pero donde unos miran devastación, otros edificamos un hogar. Eso que con tanta urgencia buscamos y queremos encontrar. Por lo menos, algún día. No todos son estables, ni seguros, ni valientes. Unos son inestables, inseguros, temerosos; pero a pesar de ello, han aprendido a bailar desde donde están. Y de eso va vivir: de no dejarse la música para después, porque tengo un presente y un futuro en el que pocos creen, pero que alguien creyó firmemente en ello. Y ese alguien, soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario