domingo, 2 de octubre de 2016

Para ilógicas, ella

Es una chica ilógica,
carece de sentido
y lleva como bandera sus ruinas.


Te lleva a ver el mar
con vistas a su mirada,
lleva las brújulas enredadas en el pelo
y las flores clavadas en el pecho izquierdo.

Si vieras cómo se desenreda la vida,
te quedarías a contemplarla como a un atardecer,
porque si algo tiene son esos pequeños destellos de magia
que te hacen querer ser mago todas las noches.
Y el truco es verla sonreír mientras cae,
en esos segundos donde no piensa en nada,
sino en alguien.
Para ver si vendrá a salvarla de la irremediable caída.


Es un espectáculo y tú el espectador
de todos y cada uno de sus ajetreos,
los aplausos se los da a sí misma,
también aprendió a saber llorar en público.
Porque está cansada de ocultar,
de ocultarse tras la sombra de la que un día fue.


Es una chica que ríe a pedazos,
que ama sonando a canción triste,
que te abraza cuando ella busca un abrazo,
que te dice “ven” cuando en realidad ya va en camino.


No sé cómo pueden existir chicas como ella,
que son la causa perdida de un imposible,
que son la estrella fugaz de la que el cielo ha pasado buscando,
que son la antítesis de lo normal y lo formal,
que son la primavera descompuesta.
Es que… es preciosa sin intentar parecerlo.


Su mejor maquillaje es cuando se ruboriza
cuando la hacen sonreír con cualquier tontería.
Es la curva más bonita de la que tanto habló Bob.
En la cual estarías dispuesto a morir
una
y otra
y otra vez.
Sabiendo que hay trenes que jamás vuelven:
te arriesgarías el pellejo, la vida, el alma, por detenerlo en la ida.
Es ella el tren que sólo pasa una vez en la vida, y lo sabes.


Tírate a sus vías y déjate arrollar.

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