Su nombre es Revolución
y hace dormir cualquier guerra
que intente naufragar bajo sus
costas.
La he visto desprenderse de lo
que se aferraba,
la he visto hacerse pedazos por
lo que quería,
la vi adormecerse con todo aquello
que
vino, la destrozó y se fue.
Se fue como una tormenta,
como una vorágine que jamás
vino
y le hizo daño.
Hay ciertas guerras donde uno
tiene que ser guerrero
y no esperar a que un ejército
venga a pelear contigo.
Tienes que enfrentarlas solas,
vivirlas solas,
sangrarlas desde lo más
profundo.
Todo el mundo piensa que amar
es pertenecer al otro,
sin embargo, ella piensa que
amar tiene más que ver consigo mismo
que con nadie.
Recolecta brújulas,
porque tiene la manía de pensar
que a perdido todo,
incluyendo su norte.
Lo peor del caso
es que no hace caso omiso a lo
que la gente piensa;
le presta atención a lo que
debería de ignorar.
Tiene un arma sujetada, puesta
sobre la sien,
que en cualquier momento,
alguien que la conoce a fondo.
jalará el gatillo:
y ese alguien, es ella.
Se suicidó un día,
las emociones la llevaron al
borde del colapso,
la llevaron al abismo de la
locura
y saltó pensando, creyendo que
era un ángel,
permíteme decirte cuán
desorientada estaba:
ella es mucho más,
ella es ese cielo con el cual
uno sueña con algún día estar,
sentir qué es vivir,
sentir qué es la caída,
sentir qué es emprender vuelo,
sentir qué es empacar y
quedarse a vivir en el otro
sin dejar de ser de uno mismo.
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