No soy prototipo ni
estereotipo,
ni una figura a la que moldear
ni una cara bonita ni fea,
ni un cuerpo gordo ni delgado,
ni unos granitos ni unas
arrugas,
ni unos tenis Nike,
ni una talla
ni un qué bonita te queda esa camisa.
No soy tu apunte de dedo ni tu
murmureo,
ni tu comentario ni tu crítica,
ni tu ideal ni tu realismo,
ni tu pasado ni tu presente ni
quizá tu futuro.
No soy un Marlboro entre dedos,
ni una bala atorada en el
pecho,
ni los puñales que llevo
clavados en la espalda,
ni la forma en que me comporto
ni en la que pienso
ni en la que siento.
No soy los adioses que he dicho
ni las apretadas de mano que he
dado,
ni las palabras que me he
tragado,
ni los silencios que he
reproducido,
ni los infiernos en los que he
ardido.
No soy el desborde de ningún
río
ni el desemboque a ningún mar.
No soy el chico de mis sueños,
ni qué pesadilla de chico,
ni el se ve buena persona,
ni el ojalá se quisiera un poco más.
No soy los colores que visto,
ni la vulnerabilidad de las
madrugadas,
ni los inviernos anhelando
volver atrás,
ni la sinfonía de una plena ni
caótica.
NO SOY TUS CONCEPTOS,
NI LOS MÍOS:
SOY. ASÍ. SIN MÁS.
DEL VERBO SER.
Y QUÉ BONITO.
Y QUÉ TERRIBLE. PARA TI, DIGO.
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