viernes, 22 de enero de 2016

Un día me voy a ir


Un día me voy a ir. Voy a llegar a un lugar en el que seré yo y seré de mí, y no seré otro ni de alguien más. Ya no tendré esa necesidad constante de huir, porque estaré donde las estrellas, solas, me acompañarán. Para algunos seré el chico del ayer; para otros seré aire tóxico, dañino para sus pulmones. Y embestiré  el cielo con mi golpe de vuelo y al ras me iré despidiendo de cada uno de los incomprendidos. De esos seres con los que encajé, con los que me sentía a gusto y me tendieron una mano cuando el resto me daba la espalda. Y entonces cuando yo les di la espalda me cosieron las alas para poder volar con mis sueños de la mano, aunque eso implicase no volverlos a ver nunca más.

Un día me voy a ir. Y ya nadie querrá salir a buscarme, porque se darán cuenta de que siempre he sido un caso perdido, que nunca he sabido ser de alguien, sino de ese cielo que se me es ajeno por causas innatas. Soy contradictorio hasta la cabeza, ya muchos me han dicho que soy la ironía personificada.

Un día me voy a ir. Y las cosas en las cuales creí, también dejarán de existir, serán recuerdos que no querré recordarlos porque solamente me provocarán lágrimas y añoranza de volver. Y lo último que querré será volver. Las aves pierden el rumbo, y a veces se desvían de las demás, y toman una dirección que tienen que volar solas. Solas. Perdidas. Y lo único que esperan es llegar a algún lugar estable, al cual bajar. Y así voy yo: queriendo encontrar lugares que no se derrumben con tanta facilidad, en los cuales sonreír mientras algún atardecer triste me dice que algunas cosas se terminan cuando la oscuridad es la que predomina. 

Un día me voy a ir. Llegaré a la cima en la que otros me ponían un imposible sobre ella. Y me voy a reír. Porque el futuro siempre me ha parecido uno de esos lugares que pocos se arriesgan a apostar por ellos. Y es que quizás aún no entienden que a veces hay que perderlo todo para saborear los placeres de la búsqueda y del encuentro. Y mi mayor acierto has sido tú, porque, a pesar de ser una bomba a contrarreloj, me abrazas tan fuerte que me detonas desde dentro. Aunque nadie apueste por mí, yo apuesto todo lo que soy.

Un día me voy a ir. Miraré el mar minutos antes de sumergirme en él y no voy salir a flote jamás, porque desde hace tiempo que vivo ahogado en el mismo vaso medio lleno que nunca termina de colmar la jodida gota. Voy a ser océano para todo aquel que quiera un abrazo. Voy a ser tu día veraniego, y olvidarás todas tus noches de invierno, mi vida.

Un día me voy a ir, y me iré contigo. Me lo prometí.

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