jueves, 2 de junio de 2016

21 Balas

Salió corriendo porque algo comenzó a dolerle justo donde le prometieron que jamás se le haría tarde. Las promesas comenzaron a ser fantasmas y volver se convirtió en una rutina autodestructiva. Hay cosas que te hacen irte más veces de las que vuelves con una sonrisa o como cuando lo haces sólo para abrazar un poquito más lo que echas de menos. Y ahí estaba ella, en el punto intermedio de irse para siempre o de echar raíces en un lugar que solamente tenía vistas tristes.

Alguien, la razón por la que está huyendo, un día le amuebló todo el vacío que poseía dentro. Y la poesía desde entonces hace turismo en su cama y las noches bailan al ritmo de sus pupilas. 

"Hoy quiero bailar hasta que me duela algo más que los pies, quiero ser feliz hasta tal punto que la vida se quede sin lágrimas", decía mientras se acomodaba la mirada perdida y la dirigía hacia él.

Es una chica auténtica, ríe aunque esté sola y llora aunque tenga los ojos del mundo en su dirección. No guarda nada dentro, porque tiene miedo de intoxicar a las pocas mariposas que aún revolotean y que le hacen sentir que aún queda algo bonito por lo que latir.

A veces su vida va en la página 300 y ella salta hasta la 710, porque dice guarda páginas para personas especiales. Y quiere un ayer lleno de cosas bonitas y personas que le recuerden un poco de sus atardeceres.

Es la chica que Sabina olvidó en la noche 500 y la sonrisa por la que en la noche 501 no resistió y salió a buscarla con esa urgencia de no encontrarla nunca más, porque es letal y necesaria.

"Esta noche quiero ser una chica dispuesta a dejarse amar e indispuesta a ser dañina. Quiero ser una chica 21 balas o que me despiertes cuando Septiembre termine".

La mano con la que acaricias el rosal, es la misma con la que cortas la rosa.

Te amo.
—¿Qué?
—Voy a destruirte.

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