jueves, 14 de julio de 2016

Baila, baila, baila

Ojalá no sea aquel a quien le hemos cosido sus alas, el que termine rompiéndonos las nuestras. Pero, al final, quien nos rompe el corazón es a quien le hemos permitido entrar y no cerrar la puerta. Mira que nos merecemos mucho más que este desorden de poesía y más que este desastre de vida, porque hemos sido lo suficientemente valientes como para poseer cicatrices donde otros intentan ocultar lo que tanto les costó la sonrisa. Heridas, eso somos. Un conjunto de heridas que sonríen a pesar del dolor, porque lo hacen al recordar que, cuando tuvieron la oportunidad, lo dieron todo por el otro, aunque eso significase quedarse sin nada y que él se llevase todo lo que somos. Más allá de si seremos felices en un futuro, lo que deberíamos empezar a hacer son las cosas en el ahora y no esperar hasta mañana para darnos cuenta de lo que pudo haber sido y no fue. No andar cabizbajos, alzar la vista al infinito y más allá, menos muros y más puentes para que entren. Cruza océanos si es necesario para llegar, no te conformes con saltar charcos: ve por el tú feliz, porque al final del día es lo que te mereces y a lo que has venido a esta dimensión. Vamos, vive una vida para recordar. 

¿Cómo quieres que te recuerden si mañana mueres? Yo, por mi parte, quiero que me recuerden como alguien que, teniendo todas las posibilidades, cambió un mundo en llamas. Que no me dejé a la primera, porque para mí no solamente había un plan B, sino un plan Z. Y más allá de eso, tuve que inventar más letras al abecedario cuando gasté todas las posibilidades, porque darme por vencido no estaba en mis planes, como tampoco pasarme toda la vida recordando lo que jamás fue: aquel que se armó de valor y tuvo los suficientes cojones para darle un vuelco a su vida en una fracción de segundo y ser feliz. Quiero que me recuerden como aquel loco que edificó todas y cada una de las veces que le dijeron no puedes no se quedó con eso en su cabeza, sino que escaló montañas y desde la cima los saludó.

Es que los seres humanos hemos venido a bailar dentro de una pista de turbulencias. Más que admirar aquel que se cae, se levanta y sigue bailando; admiro aquel que, aun estando en el suelo, jamás detuvo su baile. Baila, baila, baila. No esperes a que suene tu canción favorita para hacerlo, hazlo con la que suena de fondo ahora mismo. Ese es el secreto de la vida. Hay canciones para todo tipo de circunstancias, lo único que tienes que hacer es prestar atención y jamás detenerte, porque suena aquí y ahora, allá y en cualquier lugar.

Te pregunto,

¿cómo quieres que te recuerden si mañana la música se detiene?

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