He peleado contra cielo, mar y tierra.
Tengo cicatrices,
las cuales enseño con orgullo, porque representan las guerras que he
ganado. Muchas de ellas contra quien soy.
He sido la
cueva del lobo de la que temen entrar, también he sido el zorro que aúlla ante
las mil lunas llenas en las que dejó todas sus lágrimas cuando le
estalló el invierno en su pecho y estuvo al borde de aquel precipicio,
del cual terminó enamorándose, porque los vacíos tienen muchas historias
en común, por ejemplo, los hundimientos a plena luz del día.
Tengo
recuerdos que me persiguen, vaya a donde vaya, porque yo mismo les doy
la dirección en la que me quemo con la soledad entre los dientes.
Me
han dicho que soy un chico difícil de tratar, porque sólo busco las
cosas que he perdido en otros, si tan sólo supieran que no son cosas,
son partes que me pertenecen y que ahora reclamo. Si tan sólo supieran lo terriblemente jodido que es sentirse incompleto, no por ausencia de
personas, sino por ausencia de uno mismo, me entenderían más y mejor,
aunque no busco que me entiendan jamás.
La vez que me preguntaron quién era, miré a mi mamá; cuando me preguntaron cómo me sentía, volteé a ver a la tormenta. Y
cerré mis ojos, e imaginé lo bonito que sería sentirse tan siquiera una
vez en la vida una hoja en pleno otoño: tan frágil, y tan libre a la
vez.
He sido la chispa que detonó una gran bomba de pensamientos incontrolables y sentimientos torrenciales en un suicida.
Soy
las sombras de un pasado oscuro, las cien cortaduras en las muñecas,
los mil fantasmas detrás de un asesino y la oscuridad del túnel. Y yo
soñé con ser luz, iluminar vidas y callejones; ser la guía de un perdido
sin norte, ser la locura de un cuerdo, y ser la cura de un corazón
roto.
He visto resurgir a un desastre y embellecer el paisaje con su sonrisa.
Izo
mi bandera, porque creo en el pueblo de América, creo en los soñadores
que luchan con capa y espada hasta gastar su última esperanza, creo en
que los atardeceres curan si en verdad crees en ellos, creo en los
huracanes que entran en tu vida y salen sin haber hecho daño, creo en el
amor sin heridas, creo en quien pasa desapercibido porque siento su
grandeza de no querer ser visto.
Ya es hora de partir, de conocer,
de conocerme, de reconocer lo que he desconocido. Es hora de encontrar,
de encontrarme, de reencontrarme con las partes que he perdido en el
camino. Es hora de abrir mis alas, y volar.
Voy a disfrutar este viaje.
Vuelvo, porque volveré,
algún
día.
Te deseo el mejor viaje en esta nueva etapa. Te extraño mucho. Sé feliz todos los días, yo estoy aquí no me he ido. Sabes estas en mi, tu esencia la tengo en cada paso que doy. Te dedico todas y cada una de mis sonrisas. Descuida si no nos vemos por ahora, seguido te sueño. Te quiero QLE.
ResponderEliminarP.D. ya me compré el vestido, se que te gustará. Nos vemos pronto.