miércoles, 28 de octubre de 2015

Mal tiempo

En este momento, creo más en las canciones, que en las personas. He comprendido que tienes que ser tú mismo el héroe de tus noches, de tus reproches, de tus malos días, de las despedidas por las que apostaste todo, jurando que jamás llegarían.

Últimamente soy el autor de los finales caóticos, no sé por qué tengo la costumbre de pensar tanto en ellos y en la tristeza ensordecedora que viene después de dicho huracán. A lo mejor es porque soy un chico de finales, que de comienzos. Siempre encontré la manera de quemar las historias que otros me prometían en papel, porque sé, de antemano, que las promesas, al igual que las ilusiones y las esperanzas, son desilusiones y decepciones silenciosas que te carcomen el alma a medida que crees en ellas.

He visto sonreír a otros desde la herida, y sólo entonces comprendí lo que era madurar; es decir, no se trata de cicatrizar la herida, sino de ser feliz con ella. Porque tienes que saber que eres acreedor de tus heridas y que ningún tipo de saliva podrá remediar el ardor y el dolor que proviene desde adentro.

He visto vidas oscurecerse cuando los demás han visto una luz cegadora. Y también hay de aquellas que se apagan de golpe cuando pasan desapercibidas.

El amor es una promesa que luego el viento se la termina llevando. Cuánto enferma enamorarse de quien no puede ser, y cuánto salva enamorarse de quien ve en ti un paisaje digno de contemplar.

Dicen que debemos bailar bajo la tormenta, pero nadie nos dice que también debemos bailar mientras la esperamos, porque de nada sirve bailar bajo la lluvia si no hemos aprendido a sonreír cuando, cada noche hasta la madrugada, mojamos nuestra almohada. 

Cuántas personas se lleva el viento.
Cuántas muertes trae el recuerdo.

Me pregunto, ¿a cuántas personas llevamos sepultadas en el corazón?

Yo he sido víctima de mi propio calvario, la esclavitud que de mis pensamientos arraiga es la misma que me ha puesto en libertad. Soy el guionista del rodaje de la película de mi vida, el captador de las mejores y de las peores escenas.

Y entonces, un día termina pasando.  
Las sonrisas empiezan a florecer, 
las lágrimas se comienzan a diluir con la lluvia 
y las miradas comienzan a tomar ese brillo bonito que las caracteriza.

El mal tiempo no es el pronóstico del tiempo,
el mal tiempo es el diagnóstico de cómo nos sentimos a veces.

3 comentarios:


  1. Dias en los que echas tanto de menos
    Odio estar arraiga a una galaxia en la otra astronauta esta descubriendo. Me da pena porque se que descubrir otro mundo siempre es interesante pero bueno cada galaxia con su tema y cada cabeza con su corazon. Me da rabia porque no quiero seguir pensando en viajes pasados a la luna porque ahora se que no merecen la pena. La luna cada vez esta mas lejos de mi. Estoy harta no se si es por este dia o por el.

    ResponderEliminar
  2. Dicen que debemos bailar bajo la tormenta, pero nadie nos dice que también debemos bailar mientras la esperamos...

    ResponderEliminar
  3. He visto sonreír a otros desde la herida, y sólo entonces comprendí lo que era madurar; es decir, no se trata de cicatrizar la herida, sino de ser feliz con ella. Porque tienes que saber que eres acreedor de tus heridas y que ningún tipo de saliva podrá remediar el ardor y el dolor que proviene desde adentro. QLE mientras sonrío te veo. Tq amig@ mi@

    ResponderEliminar