lunes, 25 de abril de 2016

Balas, habitación 76, Hotel California

Llevo en las entrañas tu recuerdo,
cada que repito tu nombre
la oscuridad me susurra que no volverás.
Y me entristezco a medida que la noche avanza
y sigo sin apartar la vista de la ventana
con la suicida esperanza de que toques de nuevo la puerta.
Y que me toques,
y que me hagas sentir extranjero,
y que me digas que vienes para quedarte.
Que desde que no me salvas
has encontrado el naufragio perfecto
para hundirte en mi fotografía.

Pero no,
eres mi idealización perfecta, 
¿sabes lo que significa, cierto?
Que cada vez que te pienso
se vuelven a disparar las balas.
Se vuelve a escuchar en el noticiero
de un asesinato en el mismo hotel
y en la misma habitación.
Se vuelve a repetir la escena del crimen.
Tú quien dispara y yo quien se queda quieto.

Aún guardo en el cajón el arma con la que me disparaste.
Muero desde entonces.
Muero en cada suspiro.
En cada latido.
En cada pensar.

Ya he perdido tus motivos en algún bar,
ya he perdido tu aroma en otras camas,
he perdido el norte porque tú eras mi sur.

Sé que me quieres, o al menos, me quisiste. Qué poco te duró amarme. Y qué eterno será mi olvido. Espero no pesarte en los hombros, porque yo siempre amé verte volar, jamás busqué ser el peso que te impidiera hacerlo.

Ya no me guardo nada para después
si mañana será otro día sin ti.
El sol podrá salir,
pero no volverá a calentar.
Al menos, eso lo tienes claro.
Que tardará bastante tiempo
para que vuelva a darme otra oportunidad.

Quiero que me mires y me digas:
por qué no soy yo lo que buscas con tanta urgencia,
por qué no soy yo al que llamas pasada la medianoche cuando no puedes más con tu vida,
por qué no soy yo a quien, pasado algunos años, recordarás con una sonrisa.

Volvamos a amarnos,
a odiarnos,
a quemarnos,
a consumirnos.
Volvamos a sentirnos.
Dime, por qué no volvemos.
Quememos el maldito asfalto,
dejemos la piel en el otro,
arranquémonos las excusas
y el sinsentido de no querer hacerlo.

Pero no:
aquí estaré yo
y allá estarás tú.

Y me dirás bajito:
valió la pena.
Y no sabré si es interrogativa o afirmación.

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