domingo, 10 de julio de 2016

Días impares

Quiero que me conozcas y que no te vayas al ver que traigo un incendio debajo de la ropa, y que por mucho tiempo que pase, no habrá ningún invierno que apague toda esta utopía. Te invito a una noche donde tú y yo seremos a quienes las estrellas pidan sus deseos y que no te sorprenda que muchas de ellas pidan lo mismo: que te quedes sólo por esta noche. Y que no haya más noches por delante, porque de lo contrario me veré en la obligación de violar toda regla puesta sobre el universo para que no te quemes.

No comprendas nada, mejor ven a darme un abrazo tan inmenso y tan letal que sea medicina y destrucción a la vez, porque morir en tus brazos ha de ser de lo que me ha venido hablando la vida todo este tiempo, que no quiero que me sueltes, que lo que yo quiero es prenderle fuego a tus miedos y congelar el tiempo cuando estoy contigo.

Les señalo tu boca siempre que me preguntan que si alguna vez he tocado el cielo, porque para mí tú eres mi infinito, eres la galaxia aún no descubierta que tanto busca encontrar la NASA y la isla que el mar no quiere enseñarle a nadie. Y es que sin ti el año sólo tendría días, ni estaciones, ni risas, ni miradas bonitas ni nada de eso. Tú eres la razón, el motivo y la circunstancia que me empujó a hacer todo esto y a ser este desastre de chico. Eres ese magnetismo que atrae a los polos opuestos. 

No más días tristes, pido más días grises a tu lado. Más canciones que nos hagan no querer irnos nunca, y menos estaciones que van de prisa con un único propósito: que se termine la primavera. La verdad es que siempre le he tenido miedo a los días impares, porque me recuerdan que a veces toca que andar solo por la vida y mira que de eso sé mucho. Pero un día vienes a mí y me haces dudar hasta de mi existencia, me haces no querer morir nunca cuando antes de ti la soga era mi único aliado, me haces darme cuanta de qué puente quemar porque separa y cuál cruzar para llegar a mi meta, que siempre has sido tú.

Apareces de la nada y te conviertes en indispensable de un día para otro. Yo no creía en las casualidades antes de ti, hoy comienzo a creer que aquel tropiezo en realidad no fue un accidente, fue la más bonita de mis casualidades.

Es indiscutible debatir sobre lo que ya se sabe: has venido para quedarte, porque cuando has conocido a más gente que viene para irse, sabes cuando alguien ha venido para hacerte sonreír mucho, pero mucho y por mucho.

No sé qué te has creído tú, pero por favor no dejes de mirarme de esa forma. Ni siquiera sé qué has traído con tu ritmo de caderas, pero por favor no te lo lleves como se lleva la marea las palabras.

Esta vida sólo se vive una vez y yo espero gastarla contigo hasta el último aliento. Tómame a mal, a bien, a medias, a pedazos; pero quiéreme de la única forma en que se puede querer a alguien: ni a medias, ni a pedazos, sino aceptando al otro tal cual es, con sus imperfecciones, sus desviaciones, sus insoportabilidades y las probabilidades de perderlo algún día. Yo estaré ahí de aquí para siempre. Para ti.

Yo sólo sé que he querido hacer contigo lo que no me atreví con nadie más.

Pelear con gigantes es mi meta por sacarte tan siquiera una media sonrisa, cuando tu mirada la lleves por los suelos y no encuentres más paisaje para reflexionar sobre tus heridas. Eres de esas chicas que no las cura el tiempo, más bien, el tiempo se cura de ellas.

2 comentarios: