Quiero convencerme a mí mismo de que
te he olvidado, de que ya eres parte de mi pasado, de que eres un recuerdo más
en esta colección de cicatrices. Pero todas las veces que lo he intentado han
sido un intento fallido, no logro sacarte de mi presente, aunque tú estés
ausente, aunque para ti yo ya esté muerto y aunque ya estés con alguien más, no
logro sacarte de mi mente. La gente dice que no tengo en claro lo que quiero, pero
yo sí tengo muy en claro qué es lo que cometería otra vez y qué tal vez sí. Y yo a
ti te quiero cometer las veces que sean necesarias para que seamos, no partes
medias, porque contigo lo quiero todo y eso implica lamernos las heridas hasta
que cicatricen, besarnos la esperanza para que no se acabe y prenderle una vela
al amor diariamente. Yo contigo quiero ver más amaneceres en cama, que
atardeceres con peleas; verte vestirte, que desvestirte. Que me recuerdes que
estoy loco y que esperas que nunca encuentren la cura a esta enfermedad
provocada por el amor. Y que si estás perdida, yo seré una vía para que te encuentres,
aunque yo tampoco sepa qué dirección tomar, pero lo haré. Por las noches nos contáremos
las veces que tuvimos que caer para ser quien somos y todos los tropiezos que sufrimos
para suceder.
Cariño, quizá no sea el tipo de chico
con el que quisieses envejecer, ni con el que te gustaría caminar de la mano
cuando el tiempo nos haya hecho arrugas. ¿Recuerdas aquella vez que te conté que
le tenía miedo a los días en que todo parece estar perfecto, porque así como
puede ser un gran día, también puede ser el peor? Por aquello de que las
personas buscan el día perfecto para marcharse. Todavía tengo la sensación de que
estás en ese último beso que me diste aquella tarde de Septiembre y acto
seguido el abrazo que terminó por romper las partes que estaban pendientes a
desmoronarse. Pues sí, el día perfecto para ti fue el peor día para mí. Y me
dijiste: “Soy sólo una chica más, ya encontrarás a otra que te haga feliz”. E irónicamente
eres tú la que me hace feliz, la razón por la cual me levanto cada mañana con la ilusión de encontrarte. Es
cierto, me rompiste el corazón en mil pedazos, pero al menos supiste hacerlo; es
más, eres la que mejor lo ha hecho. ¿Recuerdas el día en que por primera vez
nuestras miradas se rozaron nuestros latidos acelerados? En ese momento supe
que era a ti a quien yo había buscado toda mi vida, te vi como aquel ciego que
miró por primera vez y comprobó que la perfección sí existe, no necesité una
lupa para ver lo grande que eras. Nunca lo olvides: eres terriblemente inmensa.
Una noche me dijiste que el olvido era tu mayor miedo. Pero puedes estar
tranquila, yo sigo y seguiré recordándote. Tu recuerdo está seguro conmigo. Una
vez me dijiste que le tenías miedo a la oscuridad, ahora sólo espero ser aquel
recuerdo que ilumine un poquito tu vida y te haga sentir mejor.
Nunca dejé de amarte, mis ganas de
encontrarte se incrementan con los días, no suelo ser conformista, pero esta
vez me conformo con tan sólo mirarte una vez más. Esta es una carta sin
dirección, porque no sé dónde te encuentras, lo último que supe de ti fue
que te habías mudado a otra ciudad, pero espero que algún día la leas. No sé si
será en unos días, meses o incluso años. Sólo quiero que sepas que yo te seguí
amando cuando tú dejaste de hacerlo, yo te seguí esperando cuando tú ya estabas
esperando a alguien más. Nunca supe dejar de hacerlo, porque tus huellas se han
convertido en mi forma de vivir, en mi rutina. Has dejado huellas indelebles,
nunca nadie ha podido borrarlas. He conocido a muchas personas, pero ninguna ha
sabido hacerme reír como lo hacías tú y ninguna me ha hecho llorar como lo he
hecho por ti. Y no sé, quizá en otra vida sucedamos otra vez, pero todavía tengo
esa esperanza encendida para que en esta vida sucedamos nuevamente. Y si en
algunos años llego a verte, no correré para saludarte ni para decirte lo mucho
que te eché de menos, cuando te vea sólo te veré y te recordaré con una
sonrisa. Luego me iré de aquel lugar sin dejar rastros de mi existencia, pero ten por seguro que esta vida no me es suficiente para amarte.
Posdata:
Nunca te olvidé