lunes, 16 de febrero de 2015

Jodidamente loca

Pero entonces un día un rayo de luz choca contra tu oscuridad, te abraza por la espalda como queriéndote decir que no hay mundo más bonito que estar entre los brazos de alguien, arropándote las esperanzas y alimentando lo que ha estado desnutrido por tanto tiempo. Lloras toda tu vida en su hombro y te soba el pelo con tanta delicadeza como lo haría un padre con su hija de siete años que está a punto de quedarse dormida. Sientes esa tranquilidad en un terreno donde solamente ha existido guerra. Le das las gracias, no sabes por qué, pero sientes que tienes la obligación de hacerle saber que si no fuese por él, las cosas seguirían con el mismo ritmo, pero él vino a enseñarte a amarte a  ti misma. Ese es el regalo más precioso que alguien puede regalarle a otra persona: el amor propio antes del amor a los demás. Y te das cuenta que le has dado el mayor "gracias" que has dicho jamás por haber hecho que tú misma te dieras cuenta que no necesitas de nadie para salvarte de ti misma, que tú tienes en tus manos el poder para pararte frente a un espejo y ver más allá de un abismo, de ver todo ese amor que guardan tus ojeras por haber esperado un mensaje hasta la madrugada de alguien que echas de menos, de todas esas estrellas fugaces que recorren el cielo de tus ojos. Y te quedas ahí, mirándote, examinándote de pies a cabeza y miras que cada pulgada de ti es jodidamente perfecta. Y sonríes como una loca que quiere destruir el mundo, comienzas a reírte fuerte y tus vecinos te observan por la ventana. Y no te importa, joder, no te importa, por una vez en la vida dejas que el mundo hable lo que quiera, porque tú no estás echa de opiniones ni de críticas destructivas. Te desenredas el pelo y comienzas a bailar de puntillas por la calle. Y gritas a los cuatro vientos: "Estoy jodidamente loca".

No hay comentarios:

Publicar un comentario