viernes, 3 de abril de 2015

La respuesta del tiempo

Era un tormento ser yo, la gente me miraba como si yo fuese una enfermedad contagiosa, escuchaba cosas como "Alejémonos, ahí viene el raro". Tuve pensamientos suicidas a una temprana edad, creo que exactamente comencé a experimentar esta clase de tortura a los 8 años, fue realmente horrible porque yo amaba la vida, pero conforme fui creciendo la fui odiando, a un punto que todo esto se tornó demasiado oscuro y sin salida, fui encerrándome demasiado en mí hasta que después no supe cómo salir. Odiaba ser como era, me ponía frente al espejo y sólo veía mucha grasa, aunque los huesos, según los demás, estaban atravesando mi piel. Recuerdo que, en más de alguna ocasión, llegaba llorando a mi casa, me encerraba en mi cuarto y ponía música alta y entonces gritaba, era mi único espacio de libertad en donde podía decir las cosas que me dolían, pero sin que los demás se dieran cuenta, porque la música se las tragaba, no dejaba que pasaran a oídos de los demás. La música fue mi único y mi más fuerte refugio; día, tarde y noche, me dormía llorando y amanecía con miedo de ir a la escuela, los maestros fueron demasiado crueles conmigo también, lo sabía, ellos lo sabían y no hicieron nada para detenerlos. Todo el mundo parecía estar en contra de mí, en contra de un niño que solamente quería ser feliz, pero que una maldita y sucia sociedad impidió que lo fuera. Yo moriría por decir que mi infancia fue jodidamente increíble, pero no fue así, realmente fue un maldito tornado que me arrebató todas las posibilidades de ser feliz. 

No entendí el porqué en el momento, pero el tiempo me dio la mejor de las respuestas: era diferente, mientras que ellos tenían una lucha constante por dejar de ser iguales.

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