martes, 7 de abril de 2015

Ojalá

Canciones que te salvan del naufragio, que te invitan a pasar cuando todas las puertas se te cerraron de golpe. 

Caricias que te derritieron hasta el hielo más oculto, que te dieron calor y una urgencia innata de no querer que esas manos te apuñalaran jamás. 

Abrazos que construyen puentes, que levantan muros y les llegan luz a las partes que pensaste que estaban muertas. 
Florecen los capullos en campo de guerra, 
el sol sale entre las montañas, 
el cielo parece sonreír
vistiéndose de azul veraniego,
y tú, 
tú sigues, 
solamente. 
Cómo, no sé.
Como puedes, tal vez. 
Recoges las fuerzas que aún te quedan, 
y tú sigues.

Enemigos que se disfrazaron de piel de amigo para descubrir tu lado oscuro y después burlarse a escondidas.

Voces que llegan a calarte el alma, y almas que llegan a enredarte los pensamientos. 

Corazones a prueba de bala, que se deshacen con el más sincero beso. 

Despedidas que, por lo contrario, terminaron por ser la pieza que te ayudó a levantarte, que te dieron la mano en el último segundo antes de caer al pozo sin fondo. Y se dijeron a sí mismos: "Esto debí hacerlo hace mucho, debí irme cuando sentí que se me estaba haciendo demasiado tarde para ir a cualquier parte, pero lejos de aquí".

Golpes de la vida que saben a caricia; en cambio, hay caricias que saben a traición, a "lo siento, mis manos prefieren otro cuerpo", a hipocresía disfrazada con una sonrisa. 

Tiempo congelado ante un acto de sinceridad profunda y relojes que se aceleran para volver a ver a alguien. 

Sonrisas que lloran, 
lágrimas que reflejan la felicidad tan esperada. 

No te vayas, tengo miedo de quedarme en este otoño y que alguien venga a deshojarme, y no seas tú quien se pregunte si te quiero o no, con la esperanza de que sí. 

Yo buscaba una alternativa, dudo tanto que no me expliqué bien, quería una que no implicase que ninguno de los dos partiera, que no estuviésemos en polos opuestos, en lugares equivocados, porque entre un aquí y un allá existe mucha distancia. La vida, como siempre, lo entiende todo mal, la hija de puta. 

Ojalá un día, no sé qué ni quién, ni dónde ni cómo, pero ojalá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario