miércoles, 22 de julio de 2015

Umbral

A veces siento que se nos están cansando las ganas de comernos el mundo. De ir, de venir con las manos llenas de alguien, sin vacíos, con partes rotas que supieron quedarse en nosotros. Pienso que todo, algún día, se resumirá en noches en vela, echando de menos a todo el que el viento se llevó, porque él también suele llevarse lo que más queremos que se quede. Comenzamos a temblar, nuestros labios comienzan a secarse -son un maldito desierto-, las manos comienzan a necesitar recorrer cuerpos y el corazón, al parecer, también se cansa de latir cuando no hay motivos para seguir haciéndolo.

¿Qué es eso? Me dijo asustada
Tranquila, es el amor. Contesté, cogiéndole de la mano

Entonces caminamos por un largo tiempo -sin saber adónde-, sólo caminamos, nos dejamos llevar por las circunstancias y por la vida, y sin darnos cuenta, ya habíamos cruzado el umbral de ambas vidas, nuestros planes comenzaron a ser de dos, nuestros sueños los compartíamos, los miedos los enfrentábamos con la mirada de un guerrero que todavía no se da por vencido. 

A veces pienso que la vida, en resumen, es todo lo que te ha quitado: las sonrisas, por ejemplo. Aunque ahora también existen sonrisas que son iguales, pero su significado es diferente. 

Piensa, ¿cuántos entran en esa sonrisa? 
Y te miro a ti sin pensarlo siquiera. 

Y me miras, también. Y el mundo parece detenerse, el tiempo se congela, el universo sueña con que seamos fugaces una noche de septiembre, donde la luna esté llena y nuestras ganas estén colapsando -como dos cometas- y que de ello surjan estrellas.

No sé, no sé cómo es que en tan poco tiempo, tú, siendo fugaz, te has convertido en eternidad. Aunque en el fondo sé que cuando dejas que alguien entre a tu vida, también estás besando su oscuridad y dejas que te abrigue. Pero eso es extraordinario, piensa en cuántas estrellas serán visibles con la llegada de su oscuridad.

En nuestra vida llegamos a tener dos grandes amores: uno, con el que estás para siempre; y otro, al que recuerdas para siempre. Y yo no sé cuál quiero que seas tú.

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