miércoles, 29 de octubre de 2014

Turismo emocional

Sé que amarte y echarte de menos al mismo tiempo ha dejado todas estas cicatrices en mi corazón. He arriesgado por ti de lo que nunca he arriesgado por nadie. Me he fallado por no fallarte. Me hice una herida con la forma de tu sonrisa observando el crepúsculo de tus ojos reflejado en los míos. No puedo dejar de pensar en ti como si nada hubiese pasado y como si las cicatrices no sangraran de nueva cuenta cuando sin quererlo te recuerdo, tomando un respiro por las grietas causadas por la resequedad de mis labios y ésta provocada por la necesidad de tus labios rozando los míos. Tienes costumbre de hacer turismo emocional por las noches, porque sabes que es por esas horas donde sueles doler más, con una intensidad que termina de tirarme al suelo. Estos veranos que tuve a tu lado parecen que no tendrán una despedida de mi mente. Abarcas la mayor parte de mi vida, por no decir de mi tiempo. Quiero que esto se termine. Quiero ya no tener que pensarte tantas veces al día, ya no repetirme a cada hora tu nombre en mi cabeza como si tratase de recordar algo que tengo miedo de olvidar. Ojalá un día sin darme cuenta esté tarareando tu nombre como si empezara el final de ti en mí. Aquella vez me dijiste que las personas son lo que te hacen sentir cuando se van. Tú provocas una serie de eventos inesperados en mi vida. Supongo que te amé con la misma intensidad con la que ahora dueles. Lo tuyo fue tropezar conmigo hasta quedar alguno de los dos malherido y con raspaduras en las rodillas de tanto suplicar una estancia duradera. Ahora ya se sabe quién de los dos se quedó con las manos llenas de no saber adónde ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario