viernes, 24 de octubre de 2014

Vacíos

Es extraño ver cómo, de un momento a otro, la gente que conoces de toda la vida se convierte en gente desconocida. Y no hay nada que puedas hacer, excepto ver cómo se aleja de ti. Y duele mucho. Así como una vez te calaron hasta los huesos de una forma bonita, también lo hacen ahora, aunque de distinta manera: siendo indiferentes, incluso piensas que es una broma de mal gusto. Tiempo después descartas esta teoría. Tu mundo da un giro inesperado de 180 grados, tristemente hacia un lugar donde tienes que conformarte con tocar y mirar fotografías. Y ¿quién dice que en pleno verano no puede caer una gran tormenta? Trayendo consigo a todos aquellos que se fueron demasiado pronto y a aquellos que echas de menos. La lluvia es un poquito así, trae consigo nostalgia y un par de recuerdos tristes. Huele a todas y a cada una de las despedidas. Pero la vida continúa, ¿cierto? Recoges tus cosas, las metes en la maleta y te propones a comenzar desde cero. Colocas las fotos en el baúl de los recuerdos. Lo cierras con candado, porque tienes miedo de perder lo poco que todavía te queda. Tratas de sonreír como si no tuvieses unas cuantas lágrimas detrás de esa brillante sonrisa que logra opacar hasta al sol. Conoces gente nueva y logra llenar algunos vacíos causados por las ausencias, pero sientes que todavía no es suficiente, entonces comprendes que hay vacíos que no los puede llenar ninguna otra persona.

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