Aquí adentro sigue siendo invierno,
por eso no abro puertas ni ventanas,
por eso no quiero que entres:
no quiero que te congeles.
No quiero hacerte sentir frío
en ninguna de sus formas.
A veces recuerdo lo puta que ha sido la vida
y luego te veo a ti,
tranquila,
sentada en medio de un vendaval.
Y sólo veo paisaje,
aunque sea una destrucción continua
de mi eterna caída,
sé que el último golpe
sonará tan fuerte que los globos explorarán
y las cicatrices se abrirán de golpe.
Un cielo lleno de estrellas,
un desastre hecho paisaje.
Y me veo a mí,
en todas las excepciones que he sido,
veo que fui un tremendo gilipollas
en esto del amor,
pero dime quién no se entrega en las manos correctas
cuando las has buscado mientras te sostenías de las ramas para no caer.
Y fueron ellas las únicas, las primeras en agarrarte.
Dime quién no es capaz de soportar el fuego
cuando ha sentido el infierno
en su piel.
A mí una caricia me hizo volver a sentir,
a mí una caricia me hizo volver a latir.
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