A veces no tenemos que ir por más,
sino abrazar lo que está
mientras está.
Porque nada dura para siempre,
ni el recuerdo,
ni el olvido,
ni los lugares que se eternizan en un abrazo,
ni la poesía,
ni el café caliente,
ni el invierno
ni siquiera la sonrisa.
ni siquiera la sonrisa.
A veces por obligación tenemos que soltar,
a veces, solamente, tenemos que dejar ir.
Pero ojalá fuese tan fácil
como decirlo.
Ojalá no nos rompiéramos en tantos pedazos
cuando alguien sólo nos deja su recuerdo al irse,
y muchas noches descompuestas,
y un gran vacío,
y la cama fría.
Pero un día te reencuentras con esas partes de ti
que has dejado en otros
y ves cuánto han cambiado también.
Suena un derrumbe a lo lejos
y piensas que esta vez has sido tú
la víctima.
Y yo pienso en lo infelices que son aquellos
que le llaman mal tiempo a la lluvia,
que no hay peor ciego
que el que se niega a sentir
lo que la razón hace tiempo que lo aceptó,
que no hay peor infierno
que no querer sentir,
amar,
reír.
Y negarlo todo.
que no hay peor infierno
que no querer sentir,
amar,
reír.
Y negarlo todo.
No estamos jodidos,
nos jodieron,
que es diferente.
Hace varias personas ya
que no sonreímos
cuando nos sentimos felices,
porque de sonreír,
nunca lo hemos dejado de hacer,
tratando de esconder la cara triste.
porque de sonreír,
nunca lo hemos dejado de hacer,
tratando de esconder la cara triste.
He visto tantas cosas en mi corta vida:
he tocado la punta del cuchillo
y he comprobado que es lo que más tiene filo,
es decir,
basta con que alguien que te importa
cometa un mínimo error para que duela.
Me han dicho que deje de escribir cosas tristes,
pero es que no quiero convertirme en un hipócrita literario
que habla de la felicidad
como si hubiese estado en la cima de ese continente.
Y no,
no quiero hablar sobre alguien que no he sido
ni conocido en persona,
alguien que me da miedo ser
pero que por valiente me salieron alfileres en las costillas.
Y no,
no quiero hablar sobre alguien que no he sido
ni conocido en persona,
alguien que me da miedo ser
pero que por valiente me salieron alfileres en las costillas.
Tal vez los tipos duros son así
porque una piedra les enseñó a ser fuertes.
Pero un valiente puede no ser fuerte,
y un fuerte puede no ser valiente.
Y ojalá, algún día, ambos coincidan
y aprendan uno del otro.
Y que ambos sean valientes y fuertes.
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