domingo, 16 de agosto de 2015

Un nuevo amanecer

¿El niño ríe o se rompe a llorar?

Se siente aturdido por tanta soledad.

Cada noche duerme con los monstruos de debajo de su cama, los ha hecho sus amigos, y es enemigo de quien intenta destrozarlos, porque ahora lo da todo por defender lo que todo mundo teme.

Está abordo en la tripulación de guerreros que salieron a naufragar sabiendo que jamás volverían a pisar tierra firme. Y que la profundidad del mar los acogerá para siempre.

Se sienta debajo de un árbol a escribir cartas que jamás enviará y se entristece con la luna menguante, la mira como quien ve partir esas partes a las que estuvo aferrado por mucho tiempo y tuvo que dejarlas ir, porque nunca fueron suyas.

No encaja, no porque nunca haya estado roto, sino porque es un monstruo que sonríe sin saber nada de felicidad. Lo que quiere es salir a la superficie con alguien que esté igual o peor que él.

Porque, mira: salvar a otros es fácil, el reto viene cuando la vida te pone a salvarte a ti mismo. Y no te importa.

Y eso, él lo sabe.

Pero sigue, sigue mirando atrás, anhelando volver algún día a su hogar.

¿El niño regresa o está recogiendo algo que se ha caído? Es decir, todo su mundo.

Él gira, el destino le da muchas vueltas, y está mareado. A veces dos caminos tienen que chocarse para que ambos se replanteen adónde quieren ir.

Y él se encuentra con la niña de los ojos tristes y caminan juntos en una sola dirección, mientras le sonríen a un nuevo amanecer.

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