¿El niño ríe o se rompe a llorar?
Se siente aturdido por tanta soledad.
Cada
noche duerme con los monstruos de debajo de su cama, los ha hecho sus
amigos, y es enemigo de quien intenta destrozarlos, porque ahora lo da
todo por defender lo que todo mundo teme.
Está abordo en la
tripulación de guerreros que salieron a naufragar sabiendo que jamás
volverían a pisar tierra firme. Y que la profundidad del mar los acogerá
para siempre.
Se sienta debajo de un árbol a escribir cartas que
jamás enviará y se entristece con la luna menguante, la mira como quien
ve partir esas partes a las que estuvo aferrado por mucho tiempo y tuvo
que dejarlas ir, porque nunca fueron suyas.
No encaja, no
porque nunca haya estado roto, sino porque es un monstruo que sonríe sin
saber nada de felicidad. Lo que quiere es salir a la superficie con
alguien que esté igual o peor que él.
Porque, mira: salvar a otros es fácil, el reto viene cuando la vida te pone a salvarte a ti mismo. Y no te importa.
Y eso, él lo sabe.
Pero sigue, sigue mirando atrás, anhelando volver algún día a su hogar.
¿El niño regresa o está recogiendo algo que se ha caído? Es decir, todo su mundo.
Él
gira, el destino le da muchas vueltas, y está mareado. A veces dos
caminos tienen que chocarse para que ambos se replanteen adónde quieren
ir.
Y él se encuentra con la niña de los ojos tristes y caminan
juntos en una sola dirección, mientras le sonríen a un nuevo amanecer.
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