lunes, 14 de septiembre de 2015

Alba

Tras haber llorado mil sonrisas, 
muerto en mil besos, 
roto en mil abrazos, 
maquillado mil agujeros de la balacera de aquellas noches: 
merezco sonreír mil lágrimas,
vaciar el mar muerto 
sobre el jardín marchito 
de la comisura de mis labios 
y dejarte florecer en 
otros lugares. 

Lo que aún no sabes es que 
eres mi amuleto, 
la suerte del gato negro, 
mi trébol de cuatro hojas 
y todas las estrellas fugaces 
que rozan el firmamento 
de tus ojos. 
Y sin ir más lejos: 
eres la bala 
que quiero 
que me atraviese 
el cuerpo. 

Tengo varios recuerdos en la recámara 
que se autodirigen cuando entro 
y veo que la mitad de la cama sigue hecha, 
y que hace frío, 
y que no tengo tus brazos para abrigarme, 
y que no te atreverás 
a aparecer 
a mitad de cualquier noche 
a quitarme el invierno.

Ven, entra por la ventana, 
siempre está abierta para ti, 
para cuando entiendas que el frío 
es la mayor distancia entre los dos 
y que nada ni nadie podrá salvarnos 
si no queremos ser salvados. 

Al final del alba encontraremos 
el tesoro del que tanto hablan los piratas: 
y yo espero 
encontrarme con tu sonrisa,
robarle el último rayo al sol 
y regalártelo, 
y así no tengas miedo cuando entre la oscuridad.

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