miércoles, 23 de septiembre de 2015

Calma o tormenta

Ella: 
o es calma, 
o es tormenta, 
jamás le pidas que sea ambas, 
porque tiene un conflicto dentro 
que tardará un milenio en superar, 
aún lleva incrustados amores de verano 
en sus costillas, 
amores fugaces, 
amores que no sabían de para siempre's 
ni de eternidades, 
que desconocían muchas partes de sí misma 
que se quedaron en el aire veraniego.
Y esa es la magia: 
que queden incógnitas 
y que alguien sea lo suficientemente valiente
como para conocer la historia detrás 
de su sonrisa, 
de sus cicatrices 
y de su forma de ver la vida. 

Ella sabe que, 
en algún otoño, 
vendrán a sacarla a bailar, 
a pisar las hojas secas de la calle, 
a mirar cómo los árboles se desprenden
de lo suyo, 
y tendrá que aplicarlo en su vida: 
tendrá que desprenderse de muchas cosas, 
personas, momentos y canciones 
que le pesan, 
que le dan vértigo 
y que son la razón por la cual 
no puede volar. 

Y tendrá que desnudarse, 
dejando ir tantas inseguridades, 
tantos monstruos, 
tantos fantasmas del pasado, 
y la verá el mundo emprender el vuelo 
desde ese desastre en el que ha estado
hace varios años ya. 

Mírala, 
tan suave como la seda, 
tan en llamas como el infierno, 
tan tranquila como un amanecer, 
tan preciosa como esos detalles 
que pasan desapercibidos.

Es capaz de desatar la peor tormenta 
que has enfrentado jamás, 
capaz de moverte montañas 
si así es que lo desea, 
capaz de recoger o sacar fuerzas 
de sus partes muertas.

Le gustan las luces neón
y que la sorprendan por la espalda, 
le gustan las películas románticas, 
pero odia infinitamente lo cursi, 
como cuando le dan a elegir entre beso o balazo,
siempre escoge que le atraviesen el corazón 
para guardar la bala adentro, 
quiere tener siquiera algo ahí, 
donde nieva y nadie la abraza. 
Sólo se sienta en el sofá, 
enciende el televisor 
y se pone a ver su serie favorita.

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