lunes, 2 de marzo de 2015

Infierno

Es que quién no hubiese perdido la puta razón al verla
a ella,
ahí,
donde con frecuencia acude cuando está perdida
o cuando siente que todo está perdido.
Cuando da unos pasos antes de desvanecerse
y trata de levantarse luego,
o al menos, lo intenta.
No le gustaría ser encontrada,
por eso siempre se esconde bajo la oscuridad,
pero, de vez en cuando, se le escapa una sonrisa al acordarse de aquel chico,
sí,
de ese que le roba el sueño y que tiene su nombre tatuado en las ojeras.

Es una chica triste que le cuesta mucho sonreír,
por eso su sonrisa no es muy común de verla a diario,
pero cuando la saca
parece que las estrellas tuvieran envidia de su luz
y el cielo quisiera tenerla arriba.
Es una nube que a veces se suelta a llover,
relampaguea,
truena,
se desmorona,
se parte en dos en un estruendo.
Para.
Y después sigue su ciclo:
el de conservar agua;
lágrimas, en su caso.

¿Quién soy, de dónde vengo y adónde voy?, se pregunta antes de dormir.
Se come la cabeza,
le da vueltas a todo
tratando de encontrarle un sentido a lo que no tiene uno,
pero así se pasa toda la vida.

Ha querido comerse el mundo,
pero con el tiempo ella se está dejando comer por él,
no le van las medias tintas,
es todo o nada,
que si te vas, que sea para siempre;
que si te quedas, atente a las consecuencias.

Es rubia,
en los labios tiene el color del infierno
que nunca nadie le ha visto quitarse,
supongo que la sacaron de ahí
y que su demonio favorito
soy yo.

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