viernes, 6 de marzo de 2015

Ojalá nunca lo olvidemos

Ojalá nunca olvidemos que merecemos
a alguien que nos recite nuestro dolor
como haciéndolo arte;
que abrace nuestro caos
y que lo haga un poquito suyo también;
que aprenda a decir "me quiero"
antes de lanzar sus sentimientos como balas;
que escriba sobre lo que somos
y que lo vuelva a leer muchas veces
para sonreír como la primera vez.

Que nunca se nos olvide que todavía hay gente así,
que, en lugar de "ven", dice "voy";
que saca a bailar en una noche de mierda
y que nos recita nuestras cicatrices al oído.
A mí es que nunca se me ha dado bien eso de componer a los demás,
a mí se me da fatal eso de hacer felices a los que me rodean,
pero realmente llego a querer profundamente
al que se queda sabiendo que será una víctima más
y que yo seré la herida más grande de su vida
que nunca llegará a cicatrizar.
Y que no le importe en lo absoluto.
Y que, en lugar de irse, se acerque un poquito más,
dispuesto a sufrir las consecuencias.

A veces se me olvida que el sentido de la vida
reside en que unos labios me bailen confesándose adictos a mi piel 
y que me recuerden quién soy cuando he perdido el norte;
en que unos brazos me acojan como un hogar.
Que de cuerdo no tengo ni una pulgada,
pero mi locura rebasa los límites.
Amo,
entrego,
bailo,
me levanto.
Todo y sin límites.
Los límites para los que se conforman con mirar al cielo,
y no por ir a alcanzar una estrella.

Ojalá seamos la velocidad para aquel que le gusta la adrenalina.

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