viernes, 27 de marzo de 2015

La chica de las pasarelas de Nueva York

Es la chica de la que habla toda América, 
la que modela por las pasarelas de Nueva York,
la que cuando sale en una revista, 
las niñas salen corriendo a comprarla 
e intentan parecerse a ella.

Pero nadie sabe la historia detrás de ese rostro
y de lo que queda aún de ese cuerpo, 
las noches se le hacen una eternidad,
y no puede controlar sus pensamientos, 
tiene una soga en los sentimientos 
que le impide gritar.

Desde el punto de vista social es un esqueleto;
desde el de la medicina está enferma;
desde el de la religión está poseída por el demonio;
desde mi punto de vista es sólo una niña que quiere gritar
y jugar con las mariposas en el jardín,
pincharse los dedos con las espinas de una rosa,
disfrutar de la infancia que nunca tuvo,
que estuvo atada a contratos que la llevaron a tener desordenes mentales
y alimenticios.

¡Sus clavículas le exigen que pare! 
Su cuerpo está muy débil para continuar. 
Su mente está a punto de darse por vencida. 
Y ella... ella no sabe cómo salir adelante.
Pero, sin embargo, sigue,
muestra su mejor sonrisa a los paparazzi,
las cámaras la aman.

"Sueños americanos", soñaba cuando salió de casa; 
"pesadillas americanas", fue lo único que encontró. 

Camina como puede hasta llegar a la estación,
compra una botella de licor y una caja de cigarros,
se toma la tristeza y se fuma los sueños de ser princesa
de un cuento que nunca nadie supo escribirle
ni leerle antes de dormir.

Sólo quería ser parte de una fantasía,
ninguna realidad estaba en sus planes,
¿qué niña querría que le cortaran sus alas?
Si ella lo único que pedía era volar, volar, y seguir volando.
Quería vivir en un castillo de arena,
que le pintaran el cielo de ese azul bonito.
Quería ser la favorita de papá,
y no la favorita del mundo.

No aguanta más la presión de la fama,
siente que toda ella está a punto de explotar, 
de tirar todo por el precipicio
y de mandar a la mierda toda esta puesta en escena. 
Quiere cerrar el maldito telón de una puta vez,
no quiere estar en la vista de nadie,
sólo quiere dormir sin la obligación de despertarse e ir a algún lado.

Escucha música en los auriculares,
se deja llevar a cualquier parte del infinito universo,
espera hasta la madrugada un mensaje que nunca llegó.

Día siguiente:
despierta,
se lava los dientes,
se mira por un buen rato la cara en el espejo,
se maquilla las ojeras,
intenta ocultar todos sus "la misma mierda de siempre",
se pone su mejor vestido
y se abre nuevamente el telón.

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