lunes, 16 de marzo de 2015

La chica rock

Era la chica rock,
la que tenía a Oasis en la mirada
y a Nirvana en la sonrisa:
a veces quería desaparecer en una canción;
otras veces quería reconfortarse la vida,
los huesos
y el alma.
También estaba harta ya de dormir sola,
aunque le encantaba,
pero a veces decía que el frío le quemaba mucho.
Que las madrugadas a solas
es como enfrentarse a sí misma.
Que lo que ella quería era que le pidiesen
que nunca se fuese,
y que le dijesen que no sabrían enfrentar sus miedos
sino era con ella al lado.
Que les ayudase a pelear y a ganar o a perder guerras.
A matar monstruos.
Y a ver mil lunas llenas.

Por las noches jugaba con fuego,
se quemaba apagando velas con las yemas de los dedos,
se iluminaba con la sonrisa de un triste:
con esa magia que únicamente tienen esas personas rotas
que les ha ido mal en la vida.

Era la chica de la que se enamoraría cualquier poeta.
Musa de las peores canciones,
desastrosa y caótica.
Conocía la tristeza como la palma de su mano.
Hace y deshace la cama en un instante,
igual pasa con su vida
cuando la tiene armada:
tal parece que la destruye en un abrir y cerrar de ojos.
A lo mejor le gusta vivir en ruinas 
y le gusta estar rota como la voz de Kurt.

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