domingo, 1 de marzo de 2015

Parecía, pero no era como las demás

Es de las chicas que desatan tormenta en medio del desierto,
de las violan las leyes de la naturaleza y del universo,
de las que te quitan muchas cosas,
entre ellas:
el sueño,
el oxígeno,
y la vida, de último.

Ruge como una leona cuando es por defender lo que ama,
da zarpazos a quien intenta destrozarla.
La he visto hacerse polvo en pleno invierno.
Por las noches la veía ponerse sus bragas favoritas,
se quitaba la ropa y bailaba frente al espejo,
aparentaba ser una actriz de Hollywood de los años 70.
De pronto, se ponía a llorar,
el rimel se le corría por sus mejillas,
como llorando toda su oscuridad,
pero, de repente, también se ponía a reír como una loca.

Lloraba como reía
y reía como lloraba:
con la misma intensidad.
Y qué duro es llorar con la misma fuerza con la que ríes,
pero qué bonito es reír con el mismo grosor de la tristeza.

No sé,
no lo sé,
ella a simple vista parecía como las demás,
pero no era como las demás,
guardaba algo dentro de sí misma que la hacía mágica,
única entre las otras,
una noche me reveló su secreto:
me dijo que era fuerte, pero no dura;
es decir, que no intentaba ocultar sus sentimientos,
porque no era de piedra ni quería serlo tampoco.
Siempre le buscaba el lado bonito de las cosas.

Era tímida,
casi no hablaba con nadie,
pero cuando lo hacía
parecía que su boca era la encargada de traer la primavera.

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