domingo, 23 de agosto de 2015

Pequeño gigante

Mi niño, 
duerme, 
sigue latiendo dentro de mí. 
A veces necesito con urgencia 
que me empujes para hacer locuras, 
para tropezar más seguido con piedras, 
que con recuerdos 
en una noche llena de canciones tristes. 

Me hiciste creer en los imposibles 
y en las estrellas fugaces, 
te sentabas a mi lado 
y juntos veíamos el infinito 
pasar frente a nuestros ojos 
y el muy cabrón no quiso 
que 
fuésemos
eternos. 

Mi niño, 
no mueras, 
sólo duerme, 
quiero que me sigas iluminando, 
llenando mis noches de magia 
y de imposibles,
que luego nos comeremos. 

Mi pequeño gigante, 
mi más grande monstruo: 
no fuimos el resto, 
el resto quiso ser como nosotros. 
Y balanceábamos la bandera 
en la que creíamos 
y alzábamos la mirada 
a ese cielo 
que tantas veces nos vio 
llover. 


Ojalá volviese a ser ese niño
que tantísimo odié, 
porque lo único que buscaba 
era 
ser 
feliz 
en la única forma en la que se puede ser: 
ingenuamente.

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