Muchos hablan de las despedidas, del desamor, de los
malos momentos, de los fracasos, de las malas decisiones, de los errores, del
dolor y de las lágrimas; pero pocos hablan de la magia que existe en el primer
beso, de lo bonito y extraño que es tu primera vez con alguien, de la primera
calada a tu primer cigarro, de aquellos mensajes que lees una y otra vez, de
aquellas visitas inesperadas de personas que no estabas esperando pero que
cambiaron tu vida, de los abrazos que se ven en los aeropuertos de personas que
no se veían en años, de los atardeceres y de los amaneceres acompañados, de aquellas
veces en que tu perro es el único que se emociona y se alegra al verte llegar a
casa, de aquellas noches en las que se han escrito grandes historias, de aquellos
lugares donde pasas por casualidad y recuerdas todo lo que pasó ahí tiempo
atrás, de los veranos que se han escrito con tinta permanente, de los inviernos,
de las canciones que te transportan a lugares inimaginables y a personas que ya
no están, de la primera atracción hacia una persona y de las cosas que pasan
dentro, de la grandeza de los pequeños detalles y no estoy hablando de cosas,
muchos no entienden que los pequeños detalles no son cosas, sino acciones que
salen de lo más bonito que poseemos, es decir, del corazón.
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