lunes, 14 de julio de 2014

Lugares, personas

No echamos de menos a aquellos lugares donde fuimos felices, sino que echamos de menos a aquellas personas que estuvieron ahí. Porque pueda que regresemos a esos lugares en más de una ocasión, sólo para recordar lo que vivimos ahí, pero los recuerdos serán los únicos que nos tomarán de la mano y nos acompañarán siempre. Nos susurrarán detrás de nuestra oreja: ¿Recuerdas todo lo que pasó en ese lugar? ¿Recuerdas cuando sentiste por primera vez la grandeza de la vida? Algún día entenderemos que la vida se basa en esos pequeños momentos que pasan desapercibidos. Han pasado exactamente ocho otoños desde la última vez que estuve con alguien que me hiciese sentir la felicidad absoluta. Que la felicidad no son lugares, sino personas. Puedes estar viajando alrededor del mundo, pero si no tienes a la persona que amas, te parecerá otro lugar más. Así estés en Roma o en París. ¿Le has encontrado un significado a la tristeza? ¿Has experimentado esa sensación que tienen las despedidas que suceden en los aeropuertos? Cuando ves a esa persona partir de tu lado para irse a un lugar que está a miles de kilómetros, pero antes tienes que soportar esos abrazos y esos besos de un adiós indefinido, que te parten pedazo a pedazo. “Vuelve pronto”, pero ese pronto se hace eternamente largo. Lo ves subir al avión y te entra esa impotencia de no poder hacer nada para que se detenga, mientras te rompes al verlo partir y no saber cuándo será la próxima vez en que volverás a verlo. Es la peor despedida, sólo después de aquella donde te despides de alguien que está a punto de morir.

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