miércoles, 10 de septiembre de 2014

Diálogo: Camila y Daniel

Era momento de que aquellas almas que habían regresado ascendieran de nuevo a donde vinieron.

—No te vayas otra vez, por favor. No lo hagas. —Suplicó Camila, mientras su maquillaje se corría de sus ojos—.
—Es tiempo de volver, sabías desde un principio que esto pasaría.
Daniel llevó sus manos y las puso sobre su rostro.
—Prosiguió— Esto es algo pasajero, tienes que aprender a vivir por encima de mí, por encima de cualquier situación. Ni por mí, ni por otra persona; lo tienes que hacer por ti. Cada quien tiene un final, ya sea desastroso o no, pero lo tiene escrito en su libro de vida. No sé cómo será tu final, pero estaré suplicando porque sea una muerte digna. Tranquila, esto pasará.
—Yo te voy a echar de menos, voy a sepultarte otra vez. ¿Cómo quieres que no me ponga así? Si volverás a irte y yo me quedaré aquí, sola... vacía. Yo quiero irme contigo. No quiero volver a hablar de ti en tiempo pasado.
—Vamos, Camila. Yo no soy tu final, fui el principio de algo en tu vida. Y lo que menos quiero es tener que ser el final de tu vida. Promete una cosa.
—Dime, pero no estoy segura de cumplir con lo que me pidas, de una forma u otra, sé lo que vas a pedirme. Te conozco hasta las líneas que tienes trazadas en tus manos.
—Tienes que prometérmelo, por favor. No puedo irme de este lugar con esta angustia, sabiendo que te vas a dedicar a ser infeliz por toda tu existencia. Promete que vas a dedicarte a ser feliz. Que vas a formar una familia muy extensa y que verás sonreír a tus nietos. Como los planes que un día hicimos tú y yo. Sólo que ahora la única que tiene en sus manos la posibilidad de lograrlos eres tú.
Daniel sabía que ya le quedaba poco tiempo antes de que terminara definitivamente su estancia en la Tierra. —Anda, prométemelo. Ya no tengo tiempo.
—No te lo prometo, voy a intentarlo. Esto va a ser muy duro.

Sus manos se entrelazaron, por un instante fueron uno solo. Luego se besaron y ese beso fue lo que terminó de derrumbar la pieza que faltaba derrumbarse. El alma de Daniel y el alma de todos los que habían vuelto comenzaron a ascender. Finalmente todo quedó por unos segundos en silencio absoluto. Sólo se escuchaba cómo el viento fluía. Una lluvia de lágrimas se escuchó aquella noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario