lunes, 29 de septiembre de 2014

Números


Es lunes. He despertado y lo primero que se me ha venido a la cabeza ha sido la vez que te cruzaste por mi camino y tropecé contigo aquel otoño. ¿Qué estás haciendo con mi vida? A veces me digo a mí mismo que sería bonito conocer de nuevo a algunas personas. Olvidar todo el daño y empezar desde diez. Sabiendo que te van a hacer pedazos y ese diez irá en descenso. Un punto menos por cada herida, hasta finalmente llegar al cero. Al número donde nadie quiere llegar, porque del cero también puedes ir ascendiendo aún más, porque así como hay un infinito positivo, también hay uno negativo. Cuando, por ejemplo, empiezas a ser un número negativo (-1, -2, -3) es porque has hecho más daño del que se puede hacer. Sabiendo que algunas personas causan el mismo daño que fumarse todas las cajas de cigarros y beberse todas las botellas de alcohol. Y la magia en ocasiones se enciende en las despedidas, en agradeciendo por haber decidido marcharse, aunque sea tarde, pero bien dicen que es mejor tarde que nunca, que ir sumando puntos negativos en la historia. Son admirables aquellas personas que se van cuando todavía no son un cero y cuando aún quedan sonrisas bonitas para regalar al mundo. Irse a tiempo es salvarse de ser un error que se desea nunca haberlo cometido y que se llora por las noches. Empezamos siendo un número positivo y qué triste que, en vez de ir ascendido a números inimaginables, tengamos que ir descendiendo a números desastrosos. 

Cuando voy por la calle no veo personas, veo números. A veces veo un 3, un 5, un 7; un -13, un -18, un -20. En muy pocas ocasiones he visto números positivos que superan el 10 y es donde aún creo en la humanidad, en el amor, en la vida. Y tristemente casi siempre he visto sobrepasar el 10 negativo. ¿Por qué tenemos que llegar a estas circunstancias tan lamentables? ¿Acaso no nos merecemos algo mejor que ir descendiendo a la terrible desolación? ¿Por qué tenemos que conformarnos con los estragos que deja la tormenta después de haber llegado la calma? Admiro a esos que tienen un infinito positivo tatuado al lado del corazón por amarse a sí mismos. Llámame iluso, pero yo todavía creo en las personas que tienen números negativos, creo que son capaces de ascender más allá de sus propios límites. El límite lo ponemos nosotros, nuestra mente lo acepta, pero el corazón está luchando cada segundo por no dejar de latir. Yo creo en ti, creo en él, creo en ella. Llámame como quieras, pero yo aún creo en la humanidad. Creo en los besos perfectos y en los abrazos que cicatrizan heridas interiores. Creo en tiempo futuro y en tiempo presente.

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