jueves, 18 de septiembre de 2014

El inicio de tu muerte

Llega un día en el que ya no esperas nada, comienzas a hacerte la idea de que algunas cosas se rompieron desde el momento en que se convirtieron en promesas y que algunas personas estaban destinadas a pasar por tu vida solamente para ser una lección. Que a algunas estaciones ya no les llegan trenes, tampoco los trenes llegan a su destino final. Empiezas a decirte que lo mejor que puedes hacer es esperar a que la vida acabe contigo. O tú acabar con ella. A ver quién acaba primero con quién. No sabes qué día es, porque el calendario está manchado con muchas cosas que te faltaron por hacer, pero que nunca te atreviste. Sientes cómo el frío te quema, mas no te cala. Enciendes el reproductor y reproduces la canción más triste, un éxito del Billboard. “Lo triste triunfa”, piensas. Caminas y tus pasos son coordenadas hacia no sé dónde, lo único que quieres es irte lejos y empezar una vida desde cero. Ya estando lejos de la rutina, dejando todo lo demás atrás, volteas a ver queriendo regresar, pero ves que estás demasiado lejos ya como para volver. Sientes una presión en el pecho que te mata poco a poco y un nudo en la garganta que te está ahorcando. Llamas a tu madre y en medio de la conversación te tiras una risa nerviosa, no sabes si lo estás haciendo bien. Sigues, caminas, prendes un cigarro. Entrando la medianoche te sientes aún más triste, derrotado, sin aliento; sólo con un cuerpo, tu alma divaga en otros rincones. Comienzas a sangrar por las grietas, a quitar las costras de las cicatrices y a coser el nudo de la garganta. Ya no esperas a nadie, ya no esperas nada. Entonces empieza el inicio de tu larga, dolorosa y lenta muerte.

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