martes, 2 de septiembre de 2014

Los humanos llegan a dejar peores quemaduras que el fuego

Pendemos de un hilo, en cualquier momento alguien lo cortará y caeremos a lo más profundo de este precipicio, al final encontraremos un montón de sueños rotos, esperanzas caducadas y muchos finales felices que nunca llegaron a serlo. No tenemos nada que perder, tenemos todo para ganar; quien no tiene nada, lo mejor que puede hacer es arriesgarse, probablemente lo ganará todo con el esfuerzo de cada gota de sudor, con cada experiencia que ganó conforme tropezó. Y el verdadero problema aquí es que nos estamos conformando a la realidad, estamos empezando a echar raíces en lugares donde no teníamos previsto estar, están comenzando a crecer las ramas y están brotando frutos en descomposición, dentro. No es que sea triste, es que la tristeza fue la única que me invitó a pasar cuando nadie me abrió las puertas; fue la única que me abrigó en aquellos días en los que el sol no trasmitía calor; fue la única que me extendió los brazos en aquellas noches donde necesitaba un abrazo sin importar de quién, sólo necesitaba uno que me hiciese sentir que la vida valía la pena. Ella lo hizo. Dicen que “en los mejores peores momentos conocemos a las mejores personas”, se olvidaron mencionar que también conocemos a las peores, eso lo fui comprendiendo con el tiempo, porque los humanos también queman con sus actitudes. Y llegan a dejar peores quemaduras que el fuego. Never let me go, I just need a hug.

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