miércoles, 3 de septiembre de 2014

Nos prometimos un hasta siempre, un para siempre y un hasta nunca

No supimos despedirnos, nos guardamos un rincón en ambas vidas: ella en la mía y yo en la de ella. Nuestros labios no supieron pronunciar el adiós, “hasta luego” y nos estremecimos, aun así dolió como si en verdad nos hubiéramos despedido. Nos prometimos aquella tarde de septiembre que algún día nos miraríamos de nuevo a los ojos y encontraríamos un hogar. Nos prometimos un hasta siempre, un para siempre y un hasta nunca. Ni ella lo dijo ni yo lo dije, ambos sabíamos que esa iba a ser nuestra última conversación, la última vez que escucharíamos nuestras voces, la última vez que nos miraríamos con la mirada en la esperanza, la última vez que tendríamos nuestros cuerpos a centímetros. Me dio un beso y algo se quebrantó, se escuchó un rechinido que provenía del pecho. Desde entonces no volví a ser el mismo, tampoco la vida parecía la misma.

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