martes, 17 de marzo de 2015

La chica de la 233

Su cuerpo es una batalla constante, 
su lucha continua es frente al espejo, 
tiene el vicio de ver defectos donde no los hay, 
mira una silueta que luego va y se encierra en el baño con llave
y le dice a su madre que todo está bien, 
que no pasa nada, que no se preocupe; 
pero no lo está, esos ojos rojos confiesan la dolorosa verdad. 

Ella no lo sabe aún, 
parece que todos han olvidado recordárselo: 
que es parte de un gran sueño, 
que tiene tantos monstruos bajo esa sonrisa
que la luna muere por estar algún día con ella, 
que está en el plan de los lugares para que un día los pise

Llora después de medianoche, 
sabe que a esa hora nadie la escuchará atragantarse en su mar de lágrimas, 
sabe que a esa hora nadie le preguntará, ¿qué tienes? Porque odia dar explicaciones. 
Sabe que a esa hora nadie la mirará raro como si fuese de otro mundo, 
pero en realidad es de otro, es demasiado noble para ser de este.
Sabe que a esa hora nadie la escuchara con su voz partida en dos.

En su escuela se burlaron de su peso, 
le dijeron que acabara con su vida y que se hiciese un favor.
¿Ahora entienden por qué la llamo la más fuerte de todas? 
Porque ella sigue aquí, 
sigue luchando contra sus demonios, 
sigue aún de pie cuando la vida la tiró muchas veces, 
sigue bailando, a pesar de no tener música de fondo, 
sigue volando, a pesar de que le cortaron sus alas a muy temprana edad. 

Ella se duerme llorando
y se despierta fuerte,
se lava la cara
y sale vestida de ilusiones,
pero regresa a casa decepcionada del día. 
Y la he escuchado decir que también de sí misma. 

Las medidas perfectas saben de la existencia de su cuerpo, 
por eso se quedaron a vivir en él.
Doy por fe que aún no se ha dado cuenta,
porque la sociedad la ha dejado sorda y ciega.

No le hables de calma,
porque le gusta la tormenta,
ella espera a un chico que le dé un beso en la boca
para olvidar todas las copas que se ha tomado
intentando olvidarse de sí misma.

Sí,
ella
es la chica de la 233. 

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