martes, 2 de junio de 2015

Auxilium!

Y todavía me pregunto cosas que no tienen sentido, le doy vueltas a situaciones que para el resto serían ya parte del pasado, pero no funciona conmigo, no funciono de esa forma. Yo, no sé si es por inercia o por estupidez, suelo recordar cómo me hicieron la herida. Si me sonrieron, si me apuñalaron mientras me abrazaban, o si fueron directo al grano. 

La música que sonaba de fondo mientras bailaba un vals con las ausencias, y me llevaba la pistola a las sien, y reía tan fuerte que las persianas se estremecían, mis vecinos siendo espectadores de mi propia destrucción. El teléfono sonando como un loco de remate, y yo, posiblemente, estaría en el quinto sueño de una pesadilla que nunca termina. Los monstruos suelen ser mejor compañía que muchos que conozco. Por eso los abrazo, los alimento y, de vez en cuando, les echo un vistazo para cerciorarme de que duerman tranquilamente, para que ningún humano venga a asustarlos. Porque el miedo se encuentra dentro de nosotros, y no en el exterior. Y, me pregunto, ¿qué pasaría si, un día, todos decidieran mirarse por dentro? Y dejar de ver lo rotos que están por fuera. 

Ya nadie habla de esas veces en las que tienes noches de mierda y lo único que te hace falta es que no te haga falta nadie, es decir, no tener ese vacío constante. Que se llene de todo, menos de alguien, porque sabes que las personas se van demasiado pronto, dura más mientras vienen, que la despedida.

Ya nadie habla de los poetas que siendo cuerdos sienten perder la cabeza cuando miran desde el techo a una chica que les hace perder la puta razón y les parece precioso lanzarse desde el tejado, aun sabiendo que no hay nada que amortiguará su caída.

Ya nadie habla de las musas que no quieren ser retractadas en un verso, ni en ningún lienzo.

Ya nadie lee los efectos secundarios que puede causar pensar demasiado en alguien que no puede estar donde tú quieres, quiero decir, dentro. En ese hueco que espera ser llenado algún día de un jardín precioso, con sol, y verano. Donde despertarse y hacer café por las madrugadas.

Ya nadie suele descifrar la mirada de la chica de los ojos tristes. Porque no dice nada, suele pedir auxilio desde adentro, desde donde nadie puede escucharla y entonces quiere encontrar la salida de emergencia de una sala que no tiene vistas al mar. 

Y si te refieres al amor, 

él ya está cansado de nosotros.

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